Soñando con las obras de Rafael Rojas y Octavio Paz en la librería mexicana de La Habana
"La Revolución tiene derecho a defenderse", decía el régimen cubano para justificar la censura
Madrid/No es la primera vez que el Fondo de Cultura Económica (FCE), que esta semana anunció la inminente inauguración de una librería en La Habana, abre sucursal en un país con dictadura. Su filial de Madrid, sin ir más lejos, se fundó en 1963, en pleno franquismo.
Aquel enclave marcó un hito. Bajo la dirección de Arnaldo Orfila Reynal y la gerencia de Javier Pradera, se convirtió en una ventana de libertad, trayendo a España libros prohibidos por el régimen y luchando por burlar la censura.
No cabe imaginar que en aquella ocasión las autoridades culturales mexicanas se reunieran con Francisco Franco para dar la bienvenida al desembarco del FCE, o posaran junto a retratos de José Antonio Primo de Rivera, uno de los ideólogos del Caudillo. (Lejos de eso, España y México no tenían entonces relaciones diplomáticas, rotas con el triunfo de los nacionales en la Guerra Civil y no restablecidas hasta la transición democrática).
Son otros tiempos. Estos días, el mandatario Miguel Díaz-Canel se ha reunido con la secretaria de Cultura mexicana, Alejandra Frausto, y se han publicado imágenes en las que ambos se muestran ufanos por el "inmenso placer" de encontrarse para inaugurar la Feria del Libro de La Habana, de la que México es país invitado.
La misma Frausto flanqueaba, junto al director del Fondo, el escritor Paco Ignacio Taibo II, por un enorme cartel que recrea en un collage la emblemática foto de Alberto Korda a Ernesto Che Guevara, en una instantánea publicada en redes sociales.
Tampoco es que la idea de tener un pie en Cuba sea nueva para la gran editorial estatal mexicana, nacida en los 30 a instancias del historiador liberal Daniel Cossío Villegas para proporcionar a los universitarios libros de economía que no estaban traducidos al español.
¿Habrá eliminado La Habana la censura previa de los libros mexicanos? ¿Será el Fondo habanero, como lo fue el madrileño, caballo de Troya de la libertad de pensamiento?
Los primeros intentos datan de los años del presidente Luis Echeverría, quien antes de jurar el cargo –era secretario de Gobernación de Gustavo Díaz Ordaz– ya había pasado a la historia por comandar la represión contra los estudiantes en 1968, en vísperas de los Juegos Olímpicos, y quien, a pesar de defender públicamente a Fidel Castro, emprendió durante su mandato la llamada "guerra sucia" contra los movimientos de guerrilla en territorio mexicano inspirados por los barbudos cubanos.
Si esos intentos no tuvieron éxito entonces –a todo lo más que se llegó fue a la creación de la conocida como Casa de México, en La Habana Vieja, en los últimos meses de la presidencia de Miguel de la Madrid (1982-1988)– fue por las mismas razones que otros que lo siguieron (notoriamente, el último infructuoso, bajo la Administración de Enrique Peña Nieto, tras el deshielo de Barack Obama con la Isla). Por un lado, mantener una librería en La Habana no era rentable y, por el otro, la Isla siempre puso como estricta condición supervisar los títulos que se importaban.
"La Revolución tiene derecho a defenderse", esgrimían los altos funcionarios cubanos a sus atónitos homólogos mexicanos, que esperaban que la cosa verdaderamente estuviera cambiando para Cuba a esas alturas del siglo XXI.
¿Habrá eliminado La Habana la censura previa de los libros mexicanos? ¿Será el Fondo habanero, como lo fue el madrileño, caballo de Troya de la libertad de pensamiento? ¿Tendrán a su disposición los cubanos, en El Vedado, la obra de Adam Smith, de John Rawls, de Isaiah Berlin, de Octavio Paz, de Rafael Rojas, incluidos en el dilatado catálogo del Fondo? ¿Cuadrarán las cuentas ahora, con algún plan de negocio más creativo?
Se sabrá cuando abra la nueva librería Tuxpan (hasta ahora Fernando Ortiz). El Ministerio de Relaciones Exteriores ya ha confirmado que será a principios de mayo, las fechas en las que precisamente visitará la Isla el presidente Andrés Manuel López Obrador. Lo que es seguro es que para la relación entre México y Cuba son, definitivamente, otros tiempos.
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