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La transición que no fue en Cuba

Un libro del noruego Vegard Bye intenta explicar por qué se paralizaron las reformas

Las esperanzas de los cubanos en torno al deshielo naufragaron por la escasa voluntad de cambio del Gobierno.
Lenier González Mederos

14 de marzo 2020 - 15:09

¿Por qué el Gobierno cubano paralizó, en 2016, el proceso de reformas iniciado por Raúl Castro? ¿Qué influencia tuvo en ello la política del presidente Barack Obama? ¿Qué otras dinámicas sociales, económicas y políticas, desatadas por la propia reforma, contribuyeron a la posterior "contrarreforma"? ¿A qué le temía el Gobierno cubano? ¿Cuál fue el alcance real de los cambios impulsados por Raúl Castro luego de tomar las riendas del poder en 2006? ¿En qué situación se encuentra el país? ¿Cuál ha sido la orientación del primer año de mandato del presidente Miguel Díaz-Canel? ¿Qué nos depara el futuro de Cuba?

El académico noruego Vegard Bye, uno de los más importantes estudiosos europeos sobre la Isla, nos acaba de regalar un libro imprescindible donde trata de responder a estas interrogantes. El volumen lleva por título Cuba, de Fidel a Raúl... y más allá, y ha visto la luz bajo el sello editorial de Palgrave Macmillan (Nueva York y Londres), y por ahora solo está disponible en inglés. El libro, resultado de varios años de investigación de Bye para doctorarse en Ciencias Políticas en la Universidad de Oslo, constituye una minuciosa indagación sobre lo ocurrido en Cuba desde la llegada al poder de Raúl Castro, en 2006, hasta la aprobación de la Constitución de 2019. Mucho se ha escrito por académicos cubanos y foráneos sobre esta etapa de la historia nacional; sin embargo, muy pocos han logrado un análisis tan integrador y profundo sobre el alcance y las limitaciones de los procesos económicos, sociales y políticos que han tenido lugar en la Isla durante los últimos 10 años.

Muy pocos han logrado un análisis tan integrador y profundo sobre el alcance y las limitaciones de los procesos económicos, sociales y políticos que han tenido lugar en la Isla durante los últimos 10 años

A lo largo de 9 capítulos (más uno de conclusiones), el autor analiza el alcance de los Lineamientos de la Política Económica y Social, refrendados durante el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC); trata de entender la contracción del rol del Estado en la economía; aborda las dinámicas del emergente sector privado; indaga sobre el impacto de la nueva Ley de Inversión Extranjera, y la escasa materialización de esas inversiones; aborda el flujo de remesas desde la emigración y su rol como potenciadoras de la empresa privada; se pregunta sobre las implicaciones políticas de las transformaciones económicas y las reacciones del aparato partidista sobre este particular; examina el acrecentamiento de las brechas de exclusión y el aumento de la pobreza en la sociedad cubana; desmenuza el contexto internacional (con relación a Estados Unidos, Europa y América Latina); trata de entender la correlación de fuerzas entre "pluralismo" y "autoritarismo" en la sociedad cubana y en su clase política; esboza las relaciones entre el Estado y el PCC; analiza el inevitable cambio generacional del liderazgo; construye hipótesis para entender la "contrarreforma" de 2016; y, finalmente, dibuja potenciales escenarios de cara al futuro de Cuba.

Estamos ante un texto equilibrado, donde cada aseveración es sostenida por una panoplia de sólidos argumentos, con datos empíricos y declaraciones de fuentes de alta relevancia por su implicación y conocimiento en los procesos cubanos. Hay dos líneas argumentativas en el libro que resultan fascinantes, y ambas son motivo suficiente para que el lector interesado en la realidad de la Isla se asome a sus páginas. La primera está relacionada con la construcción de un argumento que explique la "contrarreforma" de 2016. La segunda es aquella que trata de adivinar, proyectar, o construir escenarios de cara al futuro cubano.

El libro sostiene la tesis central de que, aunque hubo un primer período de expectativas luego de la llegada de Raúl Castro al poder, las reformas realizadas no fueron sustanciales, y no lograron transformar el modelo sociopolítico cubano. Para Bye, el Gobierno de la Isla desaprovechó la oportunidad -bajo la dirección de la llamada "generación histórica" y con el acompañamiento de la comunidad internacional- de desatar dinámicas transicionales "no rupturistas" hacia un modelo de mayores libertades políticas, con economía mixta y defensa de la justicia social, que favoreciera una mayor inserción internacional de la Isla. Lejos de esto, y según el autor, en el año 2016 el Gobierno eligió el camino inverso: inició un proceso de "contrarreforma" -el historiador Rafael Rojas ha llamado a estos sucesos "políticas de contragolpe"- que estranguló todo vestigio de apertura.

Recordemos que el freno a la reforma en 2016 implicó, primero, un ataque despiadado contra la figura del presidente Barack Obama y, con posterioridad, derivó en la criminalización global de su política hacia Cuba

Recordemos que el freno a la reforma en 2016 implicó, primero, un ataque despiadado contra la figura del presidente Barack Obama y, con posterioridad, derivó en la criminalización global de su política hacia Cuba, que fue tachada de "subversiva". Dicho proceso cobró forma visible luego de la visita del mandatario norteamericano a la Isla, en marzo de 2016. En paralelo, el Gobierno cubano procedió a acotar, criminalizar, y desarticular varios proyectos políticos, culturales y comunicativos que habían visto la luz durante ese período. Igualmente, se estrecharon los márgenes de acción del incipiente sector privado, que comenzó a ser anatemizado en el discurso y constreñido en su accionar. En el plano político-ideológico, tuvo lugar la "batalla" contra el "centrismo"; que buscó, primero, focalizar y criminalizar públicamente a proyectos y personas de la sociedad civil cubana, para después estrangular esas realidades en silencio.

El autor de Cuba, de Fidel a Raúl... y más allá, explica en las páginas del libro por qué la dirigencia cubana "descarriló" el tren de la "normalización" de relaciones con Estados Unidos, y paralizó la propia reforma de Raúl Castro. Los argumentos brindados por Vegard Bye en su libro (miedo a la visita de Obama; a la existencia de "perdedores" dentro de los funcionarios del PCC; temor del PCC a la independencia de una potencial clase media; al aumento de la desigualdad social por motivo de la reforma y al nacimiento de una clase próspera de emprendedores privados; etc.) cubren una zona amplia de motivos -que logran construir una línea argumentativa coherente y racional- pero definitivamente no agotan la complejidad del suceso. Entender qué pasó en Cuba en los años 2016 y 2017 sigue siendo una responsabilidad intelectual y política de quienes estuvimos implicados en esas dinámicas.

Desgraciadamente, ese tren ya partió; y el Gobierno cubano no se montó en él. Esa oportunidad perdida solo deja incertidumbre y dudas sobre el futuro

El lector está ante un texto que posee muchos valores añadidos. Primero, su autor cuenta con más de 40 años de experiencia de trabajo sobre Cuba, hecho que le permite poner en perspectiva histórica las dinámicas particulares de la última década; segundo, Bye posee un conocimiento milimétrico del terreno que pisa, y sus fuentes de información sobre Cuba (que son publicadas al final del libro) abarcan un abanico impresionante de actores institucionales, independientes y de la diáspora de primerísimo nivel. Tercero, el volumen no se contenta con narrar hechos y explicar procesos, sino que trata de entender y anticipar qué pasará en el futuro de Cuba. Y lo que es más importante: sus páginas dejan ver, con claridad, la pasión y el compromiso de Vegard Bye con el destino del pueblo cubano.

Estamos ante un libro que, quizás sin proponérselo, se convierte en el testimonio de una transición que no fue; nos habla del fracaso, por enésima vez, de una salida "factible" de Cuba hacia el futuro, que debía ser acometida por la "generación histórica", con el protagonismo imprescindible de la sociedad civil cubana transnacional, y el acompañamiento de Europa, América Latina y Estados Unidos. Desgraciadamente, ese tren ya partió; y el Gobierno cubano no se montó en él. Esa oportunidad perdida solo deja incertidumbre y dudas sobre el futuro.

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