Vida, obra y desenlace de Belkis Ayón, ahora en Miami
El galerista David Castillo ha llevado a Miami la obra de Belkis Ayón para promover su discurso
Miami/El arte místico de Belkis Ayón Manso (1967-1999) sigue fascinando a los espectadores a casi 25 años de su suicidio. El próximo 11 de mayo, tres académicos de las universidades estadounidenses de Yale y Pensilvania se reunirán en la galería David Castillo, en Miami, para homenajear a la pintora habanera.
Castillo, historiador de arte y dueño de la galería donde se llevará a cabo el evento, conversa con 14ymedio sobre el legado de la artista y su impacto en el público. Al galerista, de padres cubanos y nacido en Miami, le interesa de Ayón su "discurso, que genera emoción", y que incorpora elementos de la mitología afrocubana y del imaginario de la organización secreta abakuá.
Durante una pequeña exposición colectiva en La Habana, en 2016, Castillo descubrió la obra de Ayón. Era su primera vez en la Isla, invitado a dar una conferencia en el marco de la visita del presidente Barack Obama. "Era un espacio pequeño. Yo estaba dando una charla para artistas, hablando del arte contemporáneo y su mercado en el mundo. Cuando vi la obra de Ayón, dije: ‘¡Wow! ¿Quién es esta artista?’. Fue algo que sucedió inmediatamente. Una reacción muy intuitiva", asegura.
Ayón estudió en el Instituto Superior de Arte de La Habana y se especializó en la técnica de la colografía y el grabado desde 1988. Los que la conocieron de cerca recuerdan el dramatismo que envolvió su vida en la Isla, además de la censura, falta de libertad y la violencia que sufrió.
Interesado por su vida y obra, Castillo se comunicó con la familia y los allegados de Ayón. Comprendió mejor su trabajo y su relación con el mundo abakuá, con el que no tuvo vínculos propios. En esa asociación sólo se permiten hombres y Ayón tampoco contaba con ningún familiar que practicara su credo.
El galerista observa que las lecturas e investigaciones de Ayón sobre este rito religioso empiezan con el libro El Monte, publicado por la etnóloga cubana Lydia Cabrera en 1954. "Ayón se fascina con ese mundo y decide que esa mitología le interesa para crear su obra. No necesariamente por la religión en sí, sino porque pictóricamente tiene algo en su mente que le permite crear esas obras".
Comienza a desplegar su mundo en colores, pero a medida que la obra avanza descubre la expresividad de una paleta de grises, blanco y negro. "Los personajes de su obra, si te fijas con atención, no tienen boca", comenta Castillo sobre uno de los rasgos más reconocibles de su pintura. "Según esta mitología, están obligados a guardar el secreto".
Hay un renacimiento de la obra de Ayón, constata el galerista, pero matiza su afirmación. Sin duda, no se trata de una "artista olvidada" ni "ignorada" –exponía internacionalmente, por ejemplo, en la Bienal de Venecia–, pero siempre trabajó desde Cuba. A pesar de cualquier limitación, sigue siendo tema de estudios y exposiciones. La más reciente, hace dos años, se la dedicó el Museo Reina Sofía, de Madrid, bajo el título Coreografías (1967-1999).
Existe una fundación para proteger la obra de Ayón, gestionada por su familia. Ellos, explica Castillo, elaboraron un catálogo de la obra y han colaborado con curadores de todo el mundo. En la última década se han realizado por lo menos siete exposiciones de su trabajo en Estados Unidos y España, y se planea otra más en Inglaterra.
Sobre su propia galería, Castillo afirma que promueve el arte moderno y que se implica personalmente en la gestión de la institución. Se trata de apoyar no solo a los artistas vivos y que desarrollan su obra actualmente –sin distinguir "origen, género o procedencia"–, sino también a figuras históricas como Ayón. A menudo, explica, sus exposiciones recogen la tensión entre dos generaciones o puntos de vista.
Con solo 32 años, Belkis Ayón se suicidó el 11 de septiembre de 1999 en casa de su abuela, con un disparo en la cabeza. No dejó notas ni se despidió de nadie. Hasta hoy se desconocen los motivos de su decisión.