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Vientos de clarinete

La segunda edición de la Fiesta de Clarinetes acaba de concluir en La Habana, un evento que ha debido sortear numerosos obstáculos para realizarse.

Fiesta de Clarinetes (14ymedio)
Zunilda Mata

26 de mayo 2014 - 15:13

La Habana/Durante el fin de semana La Habana fue sede de una cita especial. La segunda edición de la Fiesta de Clarinetes, organizada por el dúo D´accord, permitió al público de la capital acercarse a las sonoridades de este mágico tubo de lengüeta simple y batiente.

Lo ocurrido no constituye una rareza en nuestro ámbito musical. Cuba ha contado con ilustres clarinetistas a lo largo de su historia. Muchos de ellos, simultaneaban labores en el ámbito de la música popular y la de concierto. Su timbre caracterizó las orquestas típicas a finales del siglo diecinueve. Miguel Faílde, José Urfé y toda una pléyade de músicos danzoneros compusieron y ejecutaron en los vientos, los famosos cinquillos que identifican al otrora “baile nacional”.

Caturla, Junco y Brouwer han legado también obras que colocan al clarinete en un lugar protagónico y el conocido Compay Segundo compartió su talento entre cuerdas y vientos, desempeñándose como clarinetista en diferentes agrupaciones, como la Banda Municipal de La Habana dirigida por Gonzalo Roig.

A esa corriente se ha sumado el dúo D´accord, fundado en 2004 e integrado por el clarinetista Vicente Monterrey y la pianista Marita Rodríguez. En los últimos años se han dado a la tarea no sólo de divulgar el repertorio universal sino también de rescatar las obras de autores cubanos, con énfasis en las creaciones contemporáneas. De ese empeño nació la Fiesta de Clarinetes que ya va por su segunda cita.

Los integrantes del Dúo no solo han perseverado en el ámbito de la música académica -¡tarea titánica en Cuba donde los salarios de instrumentistas y pedagogos son irrisorios y los pocos teatros que están en pie tienen una programación deplorable!- sino que han querido expandir su pasión en un evento dedicado a su instrumento predilecto. Para lograrlo han debido vencer numerosos obstáculos.

Entre las principales dificultades, se encontraron con la reducción de espacios para este tipo de eventos que -en su culta sencillez, sin propaganda ideológica ni artimañas políticas- ofrecieran la posibilidad a los músicos (jóvenes en su mayoría, porque de los consagrados quedan pocos en el país) de ofrecer su arte.

La primera convocatoria fue entusiasta y el dúo la asumió con absoluta y, casi solitaria, entrega. Pero rindió frutos. En esta segunda fiesta -además de la complicidad de los maestros cubanos Javier Zalba y Aylet Roque que formaron parte del proyecto desde sus inicios- se sumaron una veintena de músicos cubanos y dos reconocidos clarinetistas franceses: Richard Vieille y Cyrille Mercadier.

Vieille, profesor del Conservatorio de París, tuvo a su cargo una clase magistral de interpretación y Mercadier -dueño del mayor Atelier en París para instrumentos de viento- una conferencia ilustrada: “El corno di basetto: de sus orígenes a nuestros días”. Además, tocaron junto a músicos del patio el “Divertimento con 3 cornos di basettos”, de Mozart, así como obras contemporáneas.

La segunda fiesta contó con la colaboración del Centro Nacional de la Música de Concierto y de la Universidad de las Artes, ISA. Las salas San Felipe Neri y Cervantes abrieron sus puertas a la iniciativa. Pertenecientes a la Oficina del Historiador, cuyos proyectos de restauración han ofrecido las únicas plazas decorosas para la música de concierto con las que cuenta la capital. Aunque son relativamente pequeñas, resultan acogedoras para el público, mayormente endógeno, que tiene la música de concierto.

Lamentablemente, cada día, el pueblo cubano asiste menos a los teatros

Lamentablemente, cada día, el pueblo cubano asiste menos a los teatros. Salvo propuestas respaldadas por una incisiva difusión de los medios -casi siempre de música popular o de carácter sociopolítico- la presencia del público es casi un lujo para los artistas. En el terreno de la música académica esta realidad se acentúa por diversos factores: singularidades estéticas, particularidades comunicativas de estos repertorios, escasa divulgación, educación artística deficiente, estereotipos que vinculan estas formas de realización musical con élites sociales, carencias económicas… en fin, un complejo entramado situacional.

La Fiesta de clarinetes concluyó su segunda edición y se confirmó como una propuesta peculiar y atractiva. El amplio repertorio ofrecido -música europea, latinoamericana, jazz y fusión con géneros populares- contribuyeron a que el público pasara gratos momentos. Si el objetivo de sus anfitriones era que un aire festivo refrescara un par de días la atmósfera habanera, lo lograron. Las brisas salidas del clarinete alegraron a muchos.

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