El Código Fidel

Pablo Civil admitió haber jugado sucio y reivindicó el derecho a usar estrategias para ganar batallas invocando al expresidente

Pablo Civil no está entre los más de 20 técnicos que se están encargando del entrenamiento de la preselección. (Cubadebate)
Pablo Civil no está entre los más de 20 técnicos que se están encargando del entrenamiento de la preselección. (Cubadebate)
Ernesto Santana

26 de marzo 2019 - 16:23

La Habana/Como el creyente que se apoya en la Santa Biblia e invoca los dogmas divinos, el mánager del último vencedor de la Serie Nacional, Pablo Civil, soltó esta joya: "El Comandante en Jefe nos enseñó siempre a utilizar estrategias para poder ganar las batallas y así lo hicimos. La estrategia fue positiva".

Una suerte de Código Fidel amparaba a Civil en el momento en que estaba reconociendo, en una entrevista en Cubadebate, haber hecho trampas en el campeonato nacional. El director del equipo tunero dio la razón a los que entonces lo habían acusado de jugar sucio sin que él lo admitiera en aquel momento. "Todo el mundo quiere ganarle a Industriales, que es el equipo insigne, pero nosotros lo que queríamos era el campeonato", declaró abiertamente.

Civil añadió: "Fuimos el primer equipo en clasificar y desde ese momento nos trazamos una estrategia de dirección. El objetivo era ganar el campeonato y lo logramos".

"Fuimos el primer equipo en clasificar y desde ese momento nos trazamos una estrategia de dirección. El objetivo era ganar el campeonato y lo logramos"

Quizás lo que quiso decir es que el resultado de su estrategia negativa —buscar el revés propio para evitar una victoria de un futuro rival— tuvo un resultado positivo. No importaba que aquello hubiera sido una falta de ética deportiva si el objetivo supremo, el triunfo, fue conseguido al final. Tal si dijera: "El fin justifica los medios, como nos enseñó Fidel".

Esa coartada está basada en una doctrina aparentemente inapelable y suprema bastante común en todos los planos de la vida del país, pero no importó. Para la opinión pública, incluyendo a muchos tuneros, aquello fue una falta de moral deportiva.

La elección de Rey Vicente Anglada como director de la selección nacional para los grandes desafíos por venir tuvo un extraordinario impacto. Si bien una notable mayoría estuvo a su favor, otros esperaban que el designado fuera Civil.

Su trabajo en las dos últimas temporadas al frente de los Leñadores de Las Tunas —que ganaron la plata primero y luego se coronaron—, para no hablar de su larga y paciente labor como director de equipos municipales y entrenador de bateo del provincial, entre otras labores, daba argumentos a los que lo apoyaban.

Pero también fueron muchas las críticas que recibió desde antes del torneo regional, por su acto de nepotismo al llevar inmerecidamente a su hijo Alberto Pablo Civil a Panamá, por abandonar a otros jugadores de Las Tunas que sí habían merecido participar en el evento y por dejarse imponer inclusiones y exclusiones por las autoridades del béisbol.

Lo que ocurrió en los juegos de la Serie del Caribe, no obstante, fue lo más determinante para la desilusión que tantos experimentaron con el tunero campeón nacional. Luego de desguazar a los Leñadores y formar un conjunto sin aquella magia colectiva, Civil manejó con torpeza el amasijo de nombres de aquella selección nacional.

Si Civil utilizó el pretendido Código de Fidel, entonces Anglada, supuestamente, usó su "Código Da Vinci Azul", como le llaman, y que reza que maldad con maldad se paga

Si Civil utilizó el pretendido Código de Fidel, entonces Anglada, supuestamente, usó su "Código Da Vinci Azul", como le llaman, y que reza que maldad con maldad se paga.

Que este lenguaje de los aficionados suene pintoresco y extremo no le priva de cierta razón. No deja de sonar demasiado fuerte la ausencia de Pablo Civil en un piquete de más de 20 técnicos que se están encargando del entrenamiento de la preselección, y algunos elevan aún más la alarma y hacen notar la llamativa ausencia de orientales y avileños en ese pequeño ejército de preparadores.

Esperemos que no esté primando ningún "Código Da Vinci Azul" y que Rey Vicente Anglada y su equipo de dirección pongan el interés común por encima de toda pasión regionalista, pues eso sería lo último que necesite nuestro maltrecho béisbol. Los errores de unos no se arreglan con los errores de otros.

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