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El gran robo de base de los hermanos Gourriel

En la peña deportiva Esquina Caliente del Parque Central, este lunes los fanáticos no salían de su asombro. (14ymedio)
Ernesto Santana

09 de febrero 2016 - 09:56

La Habana/El béisbol cubano no para de asombrar en su caída. Como si fuera poco el desastre en la recién concluida Serie del Caribe, ahora los hermanos Yulieski y Lourdes Gourriel Jr. se han sumado a la interminable —y casi innumerable— lista de los peloteros cubanos que buscan un futuro mejor fuera de su país, sobre todo en las Grandes Ligas de Estados Unidos.

La noticia ha corrido tan rápidamente, tanto dentro como fuera de Cuba, que incluso los medios gubernamentales han tenido que reconocer el hecho. Por supuesto, los dos hermanos son tildados de desertores y de dejarse seducir por las jugosas ofertas de los que se empeñan en "robarle a Cuba los talentos que con tanto trabajo ha formado". Una excepción fue el Canal Habana, que dio la información sintéticamente, ahorrándose adjetivos descalificadores.

Puede que tengan razón los que opinan que detrás de este suceso no puede haber sino algún tipo de componenda entre ambos bandos para ir posicionándose en el gran béisbol norteño

Al parecer, los primeros sorprendidos fueron los capataces de la dotación beisbolera en Santo Domingo, y aun los mayorales de la Seguridad del Estado, que intentaron evitar que, en plena madrugada, se les escaparan dos valiosos cautivos hacia el cimarronaje de las Grandes Ligas. Hasta el embajador corrió hasta el hotel quisqueyano para averiguar quién fue el culpable de esa doble fuga.

El Gobierno cubano, dueño absoluto de la liga beisbolera del país, vuelve a sufrir una gran pérdida, porque los dos Gurriel estarían sin duda entre los jugadores que se convertirían en una buena fuente millonaria de dólares cuando, por fin, se pueda hacer algún ventajoso acuerdo con las Grandes Ligas.

El clan Gourriel mantiene relaciones muy cercanas con la rama raulista del clan Castro —Yulieski, se dice, está casado con una nieta del general presidente y es muy amigo de su nieto guardaespaldas— así que puede que tengan razón los que opinan que detrás de este suceso no puede haber sino algún tipo de componenda entre ambos bandos para ir posicionándose en el gran béisbol norteño.

El reciente encuentro de Lourdes Gourriel —padre— con miembros de las Grandes Ligas en Miami refuerza esa hipótesis, que, además, le daría sentido al rechazo, hace poco tiempo, de Yulieski Gurriel de un contrato de —solo— 3 millones de dólares con la liga japonesa, hecho que pareció muy llamativo a los suspicaces y a los que siguen muy de cerca la pelota cubana.

Suposiciones o deducciones lógicas aparte, es evidente que los Gourriel —sobre todo Yulieski, ya con 31 años— no estaban dispuestos a esperar a que por fin se abriera el puente entre la élite del béisbol norteamericano y el feudo cubano de pelota, ya que, como tantas otras novedades y reformas, esa apertura podría demorar demasiado, de acuerdo con el principio raulista de que la solución de los problemas avanzará "sin pausa pero sin prisa".

Un amigo que trabaja en el Instituto Cubano de Radio y Televisión me cuenta el revuelo que se formó la mañana de este lunes cuando se supo la noticia. "Ahora se reunirán los tres hermanos en Estados Unidos, porque Yunieski está en Canadá", dijo alguien. "Todo esto es un arreglo", aseguró otro, "porque los Gourriel no van a hacer una cosa así a espaldas de Raúl".

Muchos de los que han sido aliados o protegidos del clan Castro también han escapado, tanto en busca de una vida más cómoda como en busca de una vida más libre

Quizás. Pero muchos de los que han sido aliados o protegidos del clan Castro también han escapado, tanto en busca de una vida más cómoda como en busca de una vida más libre o, simplemente, buscando un mundo nuevo como tantos cubanos dispersos no solo por Estados Unidos, sino por todo el mundo.

Lo más natural sería pensar que esta notable fuga podría ayudar a los dueños del béisbol cubano a llevar a cabo una refundación del "pasatiempo nacional". Los comentaristas y analistas deportivos y los caballeros de la Mesa Redonda podrán criticar a los peloteros, a los mentores, a los técnicos y hasta a los mismos comisionados, pero jamás a los dueños de la liga, que no harán dejación real de ella ni siquiera cuando finjan hacerlo.

Porque es evidente que intentarán cambiar todo lo que pueda ser cambiado para que todo siga igual. A ellos les tiene sin cuidado que las series nacionales sigan decayendo o que nuestros equipos se hundan en el sótano del béisbol mundial o regional. Seguirán maquillando la cara de ese deporte, poniendo a un Víctor Mesa o a un Roger Machado al frente, vigilando con la policía política a los atletas para que no escapen.

Pero siempre seguirán surgiendo nuevos peloteros estelares que reportarán alguna ganancia, sobre todo si por fin las Grandes Ligas caen en la emboscada de los viejos guerrilleros.

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