Las grandes sorpresas y el enemigo pequeño
Cuba cae 4-1 ante Israel en el inicio de la segunda ronda del Clásico Mundial
La Habana/En este IV Clásico Mundial de Béisbol han sido frecuentes las sorpresas, como la notable actuación del equipo italiano y la del colombiano o la decepción surcoreana, para no hablar del letal comando israelí, que debutó como humilde benjamín y lleva 4 victorias al hilo. Otra indudable sorpresa sería que el elenco cubano, que fue derrotado 4-1 por Israel, pudiera sobrevivir en esta segunda ronda.
En un evento en el que ya no hay enemigo pequeño, Cuba se va perfilando precisamente como eso, un pequeño enemigo, un rival que por fin desnuda sus carencias, un equipo que tuvo la fortuna de llegar hasta donde ha llegado, pero que ya se siente extraviado. Unas horas antes del juego contra Israel los peloteros cubanos y su manager se mostraban muy optimistas, pero la realidad del terreno es otra.
En un evento en el que ya no hay enemigo pequeño, Cuba se va perfilando precisamente como eso, un pequeño enemigo, un rival que por fin desnuda sus carencias
En la ofensiva no se nota más que algún momentáneo entusiasmo. De hecho, en los dos últimos partidos —ante Australia y ante Israel— las carreras se han debido a dos jonrones de Alfredo Despaigne. Si bien bateadores como Roel Santos o Yurisbel Gracial han trabajado bien, el pobre papel de Carlos Benítez, William Saavedra y Yoelkis Céspedes es más que preocupante.
El pitcheo, por otra parte, ha tenido sus ratos de estabilidad, pero la mayor parte del tiempo se muestra bateable y, lo peor, muy descontrolado y dadivoso con las bases por bola, sobre todo la línea de pitcheo secundaria, la que enfrentó a Japón y a Israel. Los lanzadores de primera línea no han estado brillantes, excepto Vladimir Baños, pero su actuación fue ante China, que no sirve para medir nada. El pitcher estrella, Lázaro Blanco, quedó lejos de lo esperado.
Carlos Martí parece de vez en cuando víctima de su propia filosofía. La eterna paciencia, el dejar a los serpentineros hacer su labor, el confiar en las virtudes del pelotero aun cuando éstas parezcan desvanecidas, el no presionar mucho a los atletas, son buenos atributos para un director siempre que funcionen. Hay que tener atributos relevistas para cuando los atributos abridores no estén dando el fruto esperado.
Ya sabemos bien que esta nómina del Cuba es más débil que las anteriores que han asistido al Clásico Mundial, pero es innegable también que esta selección ha tenido sus picos de inspiración y que, manejando con inteligencia y oportunidad las piezas que hay a mano, se puede lograr un poco más. Es seguro que muchos aficionados y especialistas, en determinados momentos, habrán extrañado un toque de la fogosidad y la creatividad de un Víctor Mesa. Al menos para variar.
Lo que sí está muy claro es que el Clásico ha dado muestras del crecimiento que está teniendo el béisbol en el mundo, de la solidez que está consiguiendo en muchos países, de cómo se transforma para bien en unos pocos años. El eslogan de la cuarta edición del máximo evento internacional de este deporte ha sido: "Aquí se habla de béisbol". Pero en realidad, debiera ser: "Aquí se hace béisbol".
Los dueños del deporte en nuestro país solo piensan en los beneficios que puedan sacar
Si la cosa es hablar, en Cuba se habla muchísimo de béisbol, se habla casi en exceso. Y eso está muy bien. Incluso la crítica deportiva padece de menos censura que la crítica artística o social, por ejemplo. Pero es que no ocurre nada. Parece que sí, pero en el fondo los cambios en el béisbol son para que todo siga igual, no son porque el béisbol en sí mismo sea importante. Los dueños del deporte en nuestro país solo piensan en los beneficios que puedan sacar.
Mientras tanto, siguen surgiendo promesas como Roel Santos y tantos otros, con apoyo del Estado o a pesar del Estado. Como siempre. Y seguirá habiendo hombres como Carlos Martí, que, mejores o peores, consagran su vida al arte que puede llegar a ser el béisbol. Ojalá que tengan mejor suerte, que el esfuerzo signifique algo de éxito, que puedan regalarle nuevas emociones a la afición. Ojalá que no caigan —como no pueden caer si quieren seguir adelante— ni ante Japón ni ante Holanda. Sería una tremenda hazaña, sin duda. No obstante, ya se oyen voces resignadas diciendo que, en definitiva, el objetivo con que Cuba llegó al IV Clásico Mundial fue solo pasar a la segunda ronda y eso ya está cumplido.
Es verdad. También es cierto que muchos ni siquiera creían que esto fuera posible. Ojalá los cubanos no terminen siendo definitivamente el enemigo pequeño, el que debe volver pronto a casa. Ojalá que puedan sorprender todavía.