El ídolo norteamericano de Güines
El deporte y el país seguirán perdiendo talentos mientras todo siga igual
La Habana/El Gran Maestro Leinier Domínguez (1983), el mejor ajedrecista cubano y latinoamericano de la historia tras José Raúl Capablanca, se ha convertido en subcampeón de Estados Unidos después de un regreso electrizante al ajedrez clásico, lo que debería ser una noticia de primera línea en su país de origen y apenas lo es por el ridículo silencio de los medios oficiales.
El célebre ídolo de Güines fue el primer cubano en pasar las míticas barreras de 2600 y 2700 puntos ELO y llegó a posicionarse en el décimo puesto del ranking mundial. Gran Maestro en la adolescencia, se coronó campeón mundial de partidas rápidas en Kazajstán, en 2008, cuando también terminó invicto, con seis puntos en 10 partidas, en las Olimpiadas de ajedrez de Dresde, Alemania.
La Federación nacional rechazó que Domínguez haya cambiado de organización y juegue por otro país: "No es un asunto de indemnizaciones, es una cuestión de principios"
Después de obtener la residencia en Estados Unidos el año pasado y poder así representar a ese país, habiendo cumplido los dos años requeridos sin competir por Cuba, la Federación nacional rechazó que Domínguez haya cambiado de organización y juegue por otro país: "No es un asunto de indemnizaciones, es una cuestión de principios".
Tras jugar contra el holandés Anish Giri en diciembre de 2016, en el Campeonato Europeo de Clubes, quedó fuera del ranking de la Federación Internacional de Ajedrez por su inactividad, pero no estaba descansando.
Además de jugar en torneos rápidos y blitz, el cubano trabajó como comentarista del espacio especializado Chess24, abrió su sitio web oficial —con contenidos sobre José Raúl Capablanca y sobre Miguel Najdorf, el enérgico jugador polaco-argentino que hizo varias contribuciones técnicas al juego ciencia— e integró el equipo de entrenadores de Fabiano Caruana, entonces número dos del ranking mundial.
Debido a su excelente ELO, Leinier Domínguez fue invitado al Campeonato de Estados Unidos en la más emblemática sede ajedrecística nacional, el Salón de la Fama de Saint Louis, Misuri. Se trata de un fuerte torneo que viene reuniendo cada año a tres de los 10 mejores trebejistas del mundo: Fabiano Caruana, Wesley So y Hikaru Nakamura.
Resultó una novedad la inclusión del mejor jugador latinoamericano de la última década entre los 12 principales del país
Resultó una novedad la inclusión del mejor jugador latinoamericano de la última década entre los 12 principales del país y, haciendo uso de su fina estrategia posicional y de su elevada técnica, Domínguez regresó en más óptima forma que la demostrada ante Giri en 2016.
Con un arranque sostenido, llegó un momento en que resultó muy posible que se quedase con la corona, cuando enfrentó con negras a Nakamura en partida que hubiera podido significar el título para cualquiera de los dos, aunque prefirieron pactar tablas. Con siete puntos, en esa penúltima jornada, empataron en la punta el japonés, Caruana y el cubano.
En la jornada dominical, Nakamura, como era de esperar aun con negras, venció a Jefferey Xiong, y Domínguez, a pesar de su gran esfuerzo, de una relativa ventaja ofensiva que llegó a tener y de que su rival era el de más bajo ELO, tuvo que entablar con el uzbeco Timur Gareyev y, así, el japonés se tituló campeón con ocho puntos.
Es la quinta corona de Hikaru Nakamura, uno de los competidores más consistentes de la década en el país, con más de 2700 puntos ELO desde abril de 2009 —con picos por sobre 2800 entre junio y octubre de 2015—, dueño de un juego dinámico y preciso. Además, es otro de los extranjeros nacionalizados que ocupa la cima, pues en los últimos 20 años solo tres nativos lo hicieron: Joel Benjamin, Larry Christiansen y Samuel Shankland.
El alejamiento del ajedrez clásico por más de dos años que le habría permitido salirse de la rutina competitiva, y haber formado parte del equipo de preparadores de Caruana pudo aportarle nuevas herramientas analíticas
El resultado de Leinier Domínguez como subcampeón, no obstante, es brillante. El GM Maurice Ashley, analizando la penúltima jornada, aventuró dos razones para explicar su labor en el evento. Una, el alejamiento del ajedrez clásico por más de dos años que le habría permitido salirse de la rutina competitiva; otra, haber formado parte del equipo de preparadores de Caruana, lo que pudo aportarle nuevas herramientas analíticas.
Esos dos factores ayudan a entender por qué el cubano pudo cerrar invicto el intenso torneo, ganando cuatro partidas y entablando siete, con un ELO en vivo que creció 10,8 hasta 2749,8 puntos, lo cual lo coloca en el puesto 17 del ranking mundial. A partir de ahora, se espera que su trayectoria internacional lo devuelva al Top 10 del planeta ajedrez.
Aunque en su terruño sigue siendo el ídolo de Güines y para la mayor parte de nosotros no ha dejado de ser cubano, a las autoridades deportivas de este país posiblemente solo les irrita que un gran jugador acaba de ganar 35.000 dólares compitiendo nada menos que por el "enemigo".
Algunos cínicos señalan que el propio Capablanca, aunque vivió mucho tiempo en Estados Unidos, siempre compitió por Cuba. Olvidan que el genio no tuvo que padecer los abusos, la corrupción y la deshonestidad de las instituciones deportivas del Gobierno cubano.
A las autoridades deportivas de este país posiblemente solo les irrita que un gran jugador acaba de ganar 35.000 dólares compitiendo nada menos que por el "enemigo"
Son precisamente esas autoridades la causa principal de que se hayan ido a vivir y a jugar en otros países —no solo a EE UU—, además de Domínguez, Yuniesky Quesada y Lázaro Bruzón, los principales ajedrecistas cubanos, muchos otros jugadores de ambos sexos de la selección nacional, insatisfechos con el trato que recibían como deportistas y hasta como ciudadanos.
Resulta obvio que no solo escapan de una institución deportiva ineficiente y restrictiva con la cual es difícil lograr un entendimiento justo, sino que también huyen de un país en el que no se les permite siquiera soñar con mucho vuelo. Así, no pierde únicamente la Federación de Ajedrez, sino también Cuba. Y ambas seguirán perdiendo mientras se efectúen nada más que los cambios precisos para que todo siga igual.
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