Vender medallas olímpicas de oro y plata, un medio de subsistencia para los atletas profesionales cubanos
Muchos de los que han subastado los símbolos más valiosos de su victoria aseguran, tajantes, que no se arrepienten
La Habana/El doble campeón olímpico de boxeo Mario Kindelán vendió la medalla de oro conseguida en las Olimpiadas de Sidney 2000 porque "no tenía prácticamente nada para comer" ni para "mantener" a sus hijas. La confesión del legendario atleta, durante una entrevista concedida a Play-Off Magazine a inicios de diciembre, no es el único testimonio de deportistas que deben renunciar a la presea en aras de sobrevivir. Como otros, el pugilista –que también entregó el disco dorado que obtuvo en Atenas 2004– ha insistido en que no se arrepiente.
Según Kindelán, que también habló durante el documental Lucha, producido por la productora estadounidense Society, era preferible entregar sus títulos a cambio de "un televisor o un frigo (refrigerador)". El material informa de que vendió su medalla de Sidney por 400 dólares y que utilizó el dinero para mantener "un tiempo" a su familia.
La precariedad en que vivía el pugilista al calificar su situación como "crítica", tanto que acabó en un divorcio. A través de Facebook y para ayudarlo, Kindelán fue contactado para entrenar a jóvenes en el Grappling Club de Bahréin, país del Golfo Pérsico en que se encuentra actualmente. Ahora Kindelán aporta un dato que da la medida de su pobreza: en la Isla recibía 7.400 pesos por su condición de campeón olímpico, lo que "no alcanzaba para comprar caramelos para sus hijos ni tenía la seguridad de comer".
Yarelys Barrios vendió por 11.600 dólares, en la plataforma de subastas e-Bay, la medalla de plata que conquistó en Pekín 2008
A inicios de diciembre, el boxeador trató de vender la medalla de oro conseguida en Atenas 2004. El ex boxeador británico Amir Khan, que admira a Kindelán, donó 5.000 dólares al cubano para construir una casa a su madre en la Isla. Según Khan, el cubano, en un momento de "desesperación", le ofreció quedarse con la medalla que obtuvo en 2012, tras derrotar al británico en Atenas.
Kindelán no es el único atleta que ha tenido que renunciar a sus preseas para sortear la pobreza en Cuba. La discóbola Yarelys Barrios vendió por 11.600 dólares, en la plataforma de subastas e-Bay, la medalla de plata que conquistó en Pekín 2008. El caso se dio a conocer luego de que el Comité Olímpico Internacional (COI) informara que la deportista dio positivo al uso de la sustancia de dopaje acetazolamida, un diurético y agente enmascarante prohibido, y no pudo regresar la presea.
Distinto es el caso de los boxeadores Roniel Iglesias, Carlos Banteux y Sixto Soria, el atleta de lucha grecorromana Juan Luis Marén, el tirador Leuris Pupo, el saltador Iván Pedroso y el pelotero Miguel Caldés, cuyas medallas han aparecido como parte de los lotes de subastas en RR Auction con pocas explicaciones sobre su procedencia
En enero, como parte del lote Olympic Memorabilia, se vendió la medalla de oro que el pugilista Roniel Iglesias ganó en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Por la presea, que en el borde tiene inscrito la leyenda "Boxeo, welter masculino (63-69 kg)", RR Auction obtuvo 83.188 dólares, pero no se sabe si el cubano obtuvo algo de este dinero.
En enero, como parte del lote Olympic Memorabilia, se vendió la medalla de oro que el pugilista Roniel Iglesias ganó en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020
En esa misma subasta se ofertó la medalla de plata de Carlos Banteux, obtenida en las Olimpiadas de Pekín 2008, en la división de los 69 kilogramos, que se vendió por 25.000 dólares.
La casa estadounidense vendió en 2021, por 71.335 dólares, las medallas de oro que Iván Pedroso consiguió en Sydney 2000, en salto con obstáculos en 71.335 dólares, y las del tirador Leuris Pupo, por 73.205 dólares.
En esa misma jornada se vendieron las medallas de plata de las exponentes de lucha cubana, Yasmany Lugo, que obtuvo en Río 2016 por 25.000 dólares y la de Juan Luis Marén, que consiguió en Sidney 2000 por 10.000 dólares.
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