Las colas como instrumento de control social
Las filas se suelen formar de madrugada, pero a veces incluso días antes
La Habana/Si hubo una "organización" colectiva, masiva y omnipresente durante todo 2021 en Cuba es la cola. No es que sea una novedad, pero ni la fallida Tarea Ordenamiento, en vigor desde el primer día del año, ni el fin de las duras restricciones de movilidad por la pandemia han disminuido el problema de la escasez, el desabastecimiento y, por consiguiente, las muchedumbres formadas delante de los comercios.
Cola para el pan, cola para el pollo congelado, cola para el queso o las confituras. Colas en comercios de venta en pesos o en divisas. Horas y horas de cola, en fin, para adquirir cualquier cosa: papas, íntimas, medicamentos, helados, conservas, gasolina, juguetes, zapatos, electrodomésticos y hasta jabas.
Las filas se suelen formar de madrugada, pero a veces incluso días antes. La excitación de los cubanos al "marcar" en una cola cuando "sacan" productos largamente "desaparecidos" –la cola tiene su propia jerga–, sólo es comparable a la decepción cuando se acaban antes de tiempo.
El Gobierno cubano no mejora la producción pero sí los métodos de control de lo que llama coleros y acaparadores. Eso sí, no siempre les sale bien y, como pasó hace unas semanas con una fila para comprar pollo congelado, se forma una tángana. A veces, como pasó con los cigarrillos o con unas lavadoras en Sancti Spíritus, la masa incluso se torna violenta, pero las autoridades siempre impiden que la sangre llegue al río.
El día de los cubanos no tiene horas más que para estar en una cola. En la cola, se va la vida de jóvenes y ancianos, que han empezado a llevar sus propios asientos para esperar en la calle. En la cola no hay tiempo para nada más. La cola, otra forma de control social y represión en Cuba.
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