El cura Leandro Naun, chef y "corresponsal de guerra" en Santiago de Cuba
El estilo de Naun no es el de otros sacerdotes como Alberto Reyes o Lester Zayas, mucho más frontales si de criticar al régimen se trata
La Habana/El cura católico Leandro Naun llegó a los titulares de la prensa independiente de forma abrupta. Tres enmascarados habían entrado a la casa de sus padres en Santiago de Cuba. Asestaron un machetazo a su padre; apalearon a su madre. Él estaba fuera del país y contó a 14ymedio cómo para él este hecho, además de un suceso familiar, fue la confirmación del absoluto deterioro moral en que se encuentra el país.
Cifraba su conclusión en un gesto: en lugar de robar y marcharse, los ladrones fueron sorprendidos saqueando el refrigerador y devorando la comida que encontraron. Naun narraba la historia no tanto para desahogarse por el robo como para denunciar una ola de violencia que, desde entonces, no ha hecho más que empeorar.
El estilo de Naun no es el de otros sacerdotes como Alberto Reyes o Lester Zayas, mucho más frontales si de criticar al régimen se trata. Avanza a toda velocidad por las montañas de Santiago de Cuba, reparte comida y enseña a los guajiros cómo mejorar su vida con pocos recursos. La mayoría de las veces, de hecho, es él y su pandilla de colaboradores quienes aportan alimentos o ingredientes para elaborarlos en el lugar.
En casi 70 videos de YouTube, el cura ha filmado –entre risas y ocurrencias– la dureza de la vida en la sierra santiaguera. Nacido en El Cobre, conoce cada caserío como la palma de su mano y no necesita decir una palabra sobre lo que la cámara registra: las ancianas delgadas hasta el hueso, las caras de agradecimiento ante un pomo de mermelada o una barra de pan, los guajiros que lo reciben con alivio.
En casi 70 videos de YouTube, el cura ha filmado la dureza de la vida en la sierra santiaguera
Su mantra es que “no hay nada más subversivo que vivir y ser feliz allí donde muchos apenas sobreviven”. Su misión ideal, contó a este diario: haber esperado “en un claro de la selva de Darién” a los cubanos que hacían la ruta de los volcanes hasta Estados Unidos. Para él, la relación entre el cubano y el Estado es la de un esclavo del siglo XIX con su amo: cuando le da un poco de ron y fiesta, baja la cabeza y se somete. Los sacerdotes y religiosas deben, ante todo, enseñar a los cubanos a abrir los ojos.
Desde hace meses, las voces aisladas de los clérigos y monjas son las únicas que, dentro de la Iglesia católica, cuestionan al Gobierno. Con una Conferencia Episcopal en jaque ante la Oficina de Asuntos Religiosos del Partido Comunista, un Papa que parece favorable al régimen y un cardenal desaparecido de la escena pública, los curas como Naun son conscientes de su soledad ante cualquier movimiento agresivo del sistema.
Pero Naun no se deja inquietar por eso. El texto que acompaña a su último video –la fabricación artesanal de un dulce de frutabomba– es toda una profesión de fe: “Mientras nuestros amigos en otras tierras nos hablan de últimos modelos en autos, de inteligencia artificial, cyborgs y demás avances científicos inimaginables, yo estoy retrocediendo en el tiempo hasta encontrarme con Colón. ¡Los cubanos tenemos la máquina del tiempo calibrada al pasado! No soy creativo, solo intento sobrevivir sin perecer en el intento”.