Los generales RIP
Las muertes de julio despertaron la mayor suspicacia; los primeros cinco generales fallecidos fueron cremados de inmediato sin honores
La Habana/Entre julio y octubre murieron hasta 17 militares de alto rango cubano, todos pertenecientes a la generación histórica. El primer gran grupo de caídos se produjo en julio, precisamente después de las protestas del día 11. Los generales Agustín Peña, de apenas 57 años, Marcelo Verdecia Perdomo, Rubén Martínez Puente, Manuel Eduardo Lastres Pacheco, Armando Choy Rodríguez, y el comandante Gilberto Antonio Cardero Sánchez perecieron en aquel mes.
En agosto Arnoldo Ferrer Martínez, el general de división de la reserva Félix Baranda Columbié y Santiago Lorenzo Hernández Cáceres se unieron a la lista y en septiembre entraron también Eladio Julián Fernández Cívico, que estaba al frente de GeoCuba, a losel coronel de la reserva Eugenio Suárez Pérez y el coronel retirado de las FAR Eduardo Morejón Estévez, veterano de conflictos bélicos en África y Asia.
Pero octubre aún dejó otras cuantiosas muertes, como la de Manuel de Jesús Rey Soberón, José Ramón Silva Berroa, el general de brigada Diego Cobas Sanz, Manuel Fernández Falcó a los 85 años y, finalmente, Alejandro Ferrás Pellicer, uno de los últimos asaltantes al cuartel Moncada, que ya tenía 99 años.
Aunque a todos, menos uno, les unía su avanzada edad y los fallecimientos se produjeron en el pico de covid, no faltaron las especulaciones, en ocasiones alimentadas por la propia prensa oficial
Aunque a todos, menos uno, les unía su avanzada edad y los fallecimientos se produjeron en el pico de covid, no faltaron las especulaciones, en ocasiones alimentadas por la propia prensa oficial que trató de manera desigual la información de los fallecimientos.
Los medios oficiales dieron cuenta de las muertes a veces en la fecha de fallecimiento, a veces pasados los días, unas veces revelando la causa (que en algunos casos fue oficialmente el covid pero en otras no) y otras veces con vaguedades. Además, a algunos se les realizó un homenaje público mientras otros pasaron desapercibidos.
En particular, las muertes de julio despertaron la mayor suspicacia, ya que los cuerpos de los primeros cinco generales fallecidos fueron cremados de inmediato sin honores. En nuestro propio diario, Ariel Hidalgo, que se autoproclamó poco aficionado a las teorías conspiranóicas, contempló la posibilidad de una purga. Tras esta tesis está el historial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, escasamente represor frente al Ministerio del Interior y la Seguridad del Estado, que se habría pronunciado a favor de cambios urgentes y profundos.
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