Jorge Luis Perdomo Di-Lella, otro 'tronado' bajo la sombra de la corrupción
Ni un solo rumor ha permitido esclarecer la situación del ex vice primer ministro
La Habana/Jorge Luis Perdomo Di-Lella desapareció de la escena cubana el pasado 28 de octubre, lunes negro particular del ex vice primer ministro, apartado del cargo por “errores en el desempeño de sus funciones”. Casi dos meses después, nada se sabe del padre de la ley azote –Decreto-Ley 370 oficialmente–, aprobada bajo su tutela al frente del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones y con la que se ha sancionado a opositores, activistas y periodistas independientes por "difundir, a través de las redes públicas de transmisión de datos, información contraria al interés social”.
Las razones para que Perdomo Di-Lella se fuera por la puerta de atrás después de tantos años de servicio solo se conocen en el círculo más alto de poder. Ni un solo rumor ha permitido esclarecer la situación del ex vice primer ministro, más allá de las menciones a los lucrativos negocios de su hermano Yoel en La Habana, que han invitado a vincular al funcionario con la corrupción.
Mientras Jorge Luis (de 53 años) estudiaba –es ingeniero electrónico y doctor en Ciencias Técnicas por la Universidad alemana de Münster– y medraba en el sector público –primero en el Centro de Investigaciones en Microelectrónica y después como director de la Universidad Tecnológica de La Habana (Cujae) y decano de la Universidad de Ciencias Informáticas–, Yoel comenzó a relacionarse con la gente adecuada en el hotel Comodoro, donde era jefe de comedor en los años 90. Allí trabó amistad con Abraham Maciques, oligarca del castrismo y ex presidente del Grupo Palco, lo que le abrió las puertas en el sector privado, y a lo grande.
Las razones para que Perdomo Di-Lella se fuera por la puerta de atrás después de tantos años de servicio solo se conocen en el círculo más alto de poder
En el momento de la destitución de su hermano, Yoel estaba vinculado a dos pymes de elaboración, venta y distribución de alimentos, bebidas, artículos de ferretería y electrodoméstico y una empresa mixta de capital extranjero registrada en Panamá y la Cámara de Comercio de Cuba, Camax Chile S.A., presuntamente una off-shore del Grupo Palco. A esos negocios se suman dos establecimientos gastronómicos en La Habana y la tienda online Tuambia SURL.
Nada haría pensar que Jorge Luis se hubiera visto salpicado por algún asunto de corrupción si no fuera por dos motivos: la opacidad del régimen y su antecedente más directo, la destitución de Alejandro Gil.
El misterio de la “democión” de Perdomo Di-Lella, como denominó el Consejo de Estado su cese, se produjo, paradójicamente, apenas tres semanas después de la entrada en vigor de la nueva Ley de Comunicación Social, que llegaba para aumentar la transparencia informativa. Lejos de eso, se recurrió a una habitual expresión que precede a montañas de elucubraciones: “graves errores en el desempeño de su cargo”, exactamente igual que en el caso del ex ministro de Economía y Planificación.
Alejandro Gil, por méritos propios uno de los rostros del año 2020 de 14ymedio, también sufrió una retirada forzosa este 2024
Alejandro Gil, por méritos propios uno de los rostros del año 2020 de 14ymedio, también sufrió una retirada forzosa este 2024 y, en su caso, la teoría de la corrupción no fue fruto de la imaginación popular. La nota oficial sobre su cese, el 2 de febrero, sí especificaba que hubo una “rigurosa investigación” y que se había ordenado al Ministerio del Interior iniciar “las actuaciones correspondientes para el esclarecimiento total de estas conductas”.
Del ex ministro se confirmó, gracias a su propia hermana, la presentadora María Victoria Gil –residente ahora en España–, que estaba detenido junto a su esposa. También quedó claro que se trataba de un asunto de corrupción cuando Gladys Bejerano, contralora general de Cuba, habló de este tipo de delitos y mencionó el caso del ex ministro como una “traición”. El motivo específico sigue siendo un enigma, pero su sombra ha llegado hasta Perdomo Di-Lella y nadie ha hecho nada por remediarlo.