Ni con dólares se puede comprar cemento, acero o ladrillos
Los materiales de construcción no aparecen en las tiendas en pesos convertibles y están racionados en los rastros estatales
La Habana/Frente al Malecón, con la fachada impecable y amplias puertas de entrada, se erige una de las primeras ferreterías en divisas de La Habana. Tener monedas extranjeras permite ahora comprar cortinas, lámparas y muebles, pero la mayoría de los clientes llegan ansiosos buscando unos productos que no encuentran: materiales de construcción.
"No, todavía no tenemos cemento ni azulejos", repite un empleado parado frente a una pila de mesas plásticas. El local es muy diferente de las otras tiendas cercanas que todavía venden en moneda nacional. Pisos limpios y sin roturas, todas las lámparas con sus bombillos alumbrando la estancia y anaqueles llenos de mercancías para el hogar: cerrojos, palanganas y embudos de plástico.
Aunque la tienda se llama DecoHogar, su nombre aparece listado entre los comercios de ferretería que, junto a las tiendas con alimentos y productos de aseo, comenzaron a vender en divisas a finales de julio pasado, en una decisión que le ha ganado fuertes críticas al Gobierno cubano.
Sin embargo, en DecoHogar el producto más cercano a una "ferretería gruesa" son los juegos sanitarios con inodoros y lavamanos, pero nada más. No hay acero, herramientas de albañilería, accesorios ni cables para hacer un circuito eléctrico, y mucho menos las buscadas variedades de cemento que sirven para levantar una pared, repellar un muro o pavimentar una entrada.
"Nos han dicho que pronto abrirán tiendas, una cerca de aquí incluso, para materiales en divisas, pero por el momento lo que hay es esto"
"Nos han dicho que pronto abrirán tiendas, una cerca de aquí incluso, para materiales en divisas, pero por el momento lo que hay es esto", reitera el empleado ante la misma pregunta que le hacen los clientes que siguen llegando.
"Estamos ante un problema que tiene más que ver con la política que con la economía", escribe a 14ymedio Lázaro A. Carmenate, un arquitecto cubano emigrado a Suecia que sueña con regresar a la Isla para ejercer su profesión. "Han dado un paso osado al dividir a la sociedad entre quienes pueden comer mejor por tener dólares, pero todavía no se atreven a que eso pase a nivel de viviendas".
"El sector inmobiliario y de construcción no puede prosperar en estas circunstancias", añade Carmenate. "Si cada saco de cemento que se consigue para levantar una casa tiene que pasar por todo este corre-corre no hay manera de que se levanten viviendas, barrios o comunidades", explica. "La dolarización de los materiales de construcción será socialmente dolorosa pero es imprescindible".
El cemento se ha convertido en un escaso "oro gris" por el que suspiran los constructores y que buscan con ansiedad las familias que quieren emprender la reparación de una cocina, la modernización de un baño o el simple retoque de una fachada. Desde hace meses, el producto no aparece en las tiendas en pesos convertibles y está estrictamente racionado en los rastros estatales para los damnificados de desastres naturales.
"Me habían dicho que esta ferretería tenía de todo porque era en dólares, pero esto en realidad es una tienda de decoración y útiles del hogar", lamenta Evaristo, un ingeniero de 58 años que este sábado tomó su tarjeta magnética en divisas y decidió "resolver el problema que por años" ha afectado a su familia: una pared por la que se filtra la lluvia hacia su apartamento de la cercana calle San Rafael, en Centro Habana.
"Tremenda frustración", remarca el hombre. "No hay cemento en chavitos y tampoco en esta tienda", se queja. "Mi situación no clasifica como damnificado de un ciclón porque el problema de mi casa ha ido pasando con los años y por eso no me autorizan para comprar en los rastros". En el mercado informal el cemento también está desaparecido y su venta sigue estrictamente perseguida por la policía.
La escasez de cemento se agravó con el paso de un tornado por La Habana en enero del año pasado. Con miles de casas afectadas, el Estado garantizó una bonificación del 50% en el costo de los materiales de construcción para las personas con viviendas dañadas por el desastre en los barrios de Luyanó, Regla, Guanabacoa y Santos Suárez.
La industria cementera nacional lleva décadas a media máquina, tras la caída del campo socialista y el fin de los subsidios soviéticos. En 2016 solo se produjo un poco más de un millón de toneladas de cemento gris, una cifra que queda muy lejos de los 5,2 millones que alcanzó en ese mismo año, en la República Dominicana, según un informe de la asociación de productores de ese país caribeño.
En los alrededores de la ferretería de la calle Reina esquina a Lealtad, los vendedores informales que hasta hace poco eran los mejores surtidos de la ciudad están en época de "vacas flacas". "No, no tenemos cemento a ningún precio, la última vez que nos cayó el producto el saco de P350 estaba ya en 25 CUC", explica a este diario uno de los comerciantes informales.
Por décadas, todo lo relacionado con la construcción y reparación de viviendas ha sido un sector que el oficialismo ha controlado para evitar que las diferencias sociales se expresen de manera más evidente
La ilusión de muchos es que la creciente dolarización de los comercios trajera nuevas ofertas, pero hasta ahora las autoridades no parecen dispuestas a abrir al mercado en divisas de materiales de construcción. Por décadas, todo lo relacionado con la construcción y reparación de viviendas ha sido un sector que el oficialismo ha controlado para evitar que las diferencias sociales se expresen de manera más evidente.
Hasta que en los años 90 aparecieron las primeras ferreterías en divisas, las casas a lo largo del país se fueron deteriorando sin que sus ocupantes pudieran comprar los materiales que necesitaban para repararlas. No solo no se reparaba sino que prácticamente tampoco se construía fuera de los planes estatales, lo que trajo un déficit habitacional que ronda ya el millón de viviendas.
En 2010, en medio de las reformas impulsadas por Raúl Castro, se liberó la concesión de licencias de construcción y también se flexibilizó la venta de materiales, a la par que se le dio un impulso a un plan de créditos y subsidios. Pero con el paso de los años, el acceso a los insumos y herramientas de construcción se ha vuelto cada vez más problemático.
"Estamos cerrados al público y solo estamos atendiendo a damnificados", aclara un empleado del rastro ubicado en la barriada de La Timba a pocos metros de la Plaza de la Revolución, un local que por años ha nutrido a través de las redes informales la demanda constructiva de la zona y que ahora está prácticamente sin materiales. "Hace un año que esto está muriéndose poco a poco, y lo notas porque antes si caminabas por aquí, en cada cuadra había alguien reparando y ahora nada, todo está parado", comenta un vecino.
Pero los comerciantes del mercado negro de la zona ya no tienen puesto los ojos en el desabastecido local sino en el futuro. "En cuanto abran la venta de cemento en divisas vamos a tener oferta otra vez, bróder", le dice con un tono de convicción uno de estos vendedores a un descorazonado cliente que solo quiere "poner unos azulejos en el baño".
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