Con menos de 30 páginas, los presupuestos reflejan la opacidad del Estado cubano
El Gobierno lleva semanas insistiendo en que haya una mayor cultura tributaria en la Isla, pero no detalla cómo gasta los impuestos que recauda
Madrid/El presupuesto del Estado cubano es la mejor ilustración de la opacidad del régimen de La Habana. El pasado jueves, la ministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños Weiss evaluó el cumplimiento de las cuentas públicas del año anterior, apenas 26 páginas de generalidades, publicadas en una Gaceta oficial extraordinaria a principios de 2021.
En cambio, el debate sobre los gastos públicos en los países democráticos es el mayor ejercicio de transparencia exigido por la sociedad. Hasta hace pocos años, se necesitaba un camión para llevar al Parlamento las decenas de miles de folios del presupuesto anual de los países europeos. Hoy, gracias a la tecnología, esos documentos caben en una USB, pero su entrega sigue siendo un acto lleno de solemnidad con la comparecencia del ministro de Hacienda antes los diputados y la prensa.
En Cuba, la cobertura de prensa sobre el balance del presupuesto es tan escueta como las propias cuentas públicas de Bolaños Weiss: los medios oficiales publicaron una nota de 726 palabras
En Cuba, la cobertura de prensa sobre el balance del presupuesto es tan escueta como las propias cuentas públicas de Bolaños Weiss: los medios oficiales publicaron una nota de 726 palabras que se resumen en un puñado de ideas. La primera, que el déficit fue menor del previsto (63.696 millones de pesos), inferior en 23.048 millones al aprobado, por un lado por la falta de ejecución de planes. Por otro, por el aumento de la recaudación.
La segunda, que más del 70% (320.502 millones de pesos) va, como en la mayoría de países, para Salud, Educación, asistencia social, subsidios a personas naturales para la compra de materiales de la construcción y atención a las madres con tres o más hijos.
La ministra explicó que el sector empresarial, responsable del 85% de los ingresos, incumplió muchos de sus compromisos y que 504 entidades tuvieron pérdidas. Mientras, la aportación de privados y cooperativas fue el 4% del total de ingresos recaudados y el 11% de ingresos tributarios. "Los trabajadores por cuenta propia generaron los mayores ingresos, en lo que influyó la recuperación de algunas actividades y el incremento del valor de sus producciones y servicios, que en no pocas fueron excesivos", señala el informe.
Pese a todo, los ingresos por impuestos y contribuciones ascendieron a 4.314 millones de pesos menos de lo esperado. En la última semana, la prensa oficialista ha puesto la mirada sobre la evasión de impuestos en la Isla. El diario santiaguero Sierra Maestra reveló este jueves que más de 8.000 trabajadores por cuenta propia no han presentado su declaración jurada, la inmensa mayoría (94%) en el municipio cabecera.
El pasado lunes, el diario Escambray, de Sancti Spíritus, contaba que 9.968 personas no han cumplido sus compromisos tributarios en 2020 y 2021 en esa provincia. La nota, que advertía de la gravedad del asunto, concluía diciendo: "Lo ideal sería que prevalezca la cultura tributaria y se repliquen los casos de los contribuyentes que pagan a tiempo en concordancia con lo realmente ingresado, pues comprenden que sus aportes derivan luego en gastos sociales a la cuenta del presupuesto del Estado".
El pasado 10 de julio, el programa Cuadrando la caja intentó sin éxito cumplir una función pedagógica explicando para qué sirven los impuestos y discutiendo si existe una cultura tributaria en la Isla. El video completo fue publicado ocho días más tarde en Cubadebate, donde los seis comentaristas que expresaron su opinión convinieron que la evasión fiscal debe ser considerada un delito que conlleve penas de prisión, como en el resto del mundo, y no una simple multa.
Entre los usuarios y los economistas, ninguno mencionó que para homologarse a otros países el Gobierno debería hacer públicas las cuentas del Estado en detalle
Entre los usuarios y los economistas, ninguno mencionó que para homologarse a otros países el Gobierno debería hacer públicas las cuentas del Estado en detalle.
A principios de este año se presentó la Ley de presupuestos del Estado cubano 2022: tiene 28 páginas, dos más que la del año anterior. Pero el panorama es igual de desolador. La tabla de ingresos ocupa menos de una página y, peor aún, la de gastos apenas tiene tres líneas más. Para más escarnio, casi todo está incluido en un único concepto "gastos de la actividad presupuestada", que ascenderán a 53.905,2 millones de pesos.
¿Cuánto va a parar a cada sector? ¿Cuánto de cada sector a qué gastos específicos? ¿Qué importe se reserva al pago de salarios de cada actividad? ¿Cuál, a la adquisición de ropa, de utensilios, de materias primas? ¿Y al pago de deudas, de reparaciones, de suministros? ¿Cuánto a indemnizaciones, a fondos de contingencia o arrendamientos?
El pago de impuestos lleva implícito un compromiso de confianza. El ciudadano aporta una parte de su dinero para que el Estado se lo devuelva en servicios públicos, pero los cubanos ignoran cuánto y en qué se gasta cada centavo que el Gobierno le recauda, un caldo de cultivo idóneo para el fomento de la evasión que no solo atenta contra el régimen actual –privado del dinero que se le escamotea– sino contra cualquier futuro poder democrático al que costará mucho generar una conciencia ciudadana favorable al cumplimiento de estas obligaciones.
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