"A la calle se lo debo todo", el artista Yulier P. le pone rostro a La Habana

La Habana/¿Son rostros que gritan o que intentan tomar, desesperados, una bocanada de aire? Las figuras que han ido apareciendo en los últimos años en muros y fachadas de La Habana se parecen a esta ciudad atribulada, donde cada día la cotidianidad es más asfixiante. El artista cubano Yulier Rodríguez, Yulier P., ha captado esa impaciencia en las caras que pinta sobre las paredes y los trozos de edificios derrumbados. El grafitero conversa con 14ymedio sobre su más reciente proyecto, también marcado por los difíciles tiempos que vivimos.

Pregunta. ¿Por qué el título de Regalos para la serie de grafitis que está haciendo ahora?

Respuesta. Regalos es una alternativa artística de resistencia, que me permite seguir haciendo arte en las calles, ya que desde el 2017 la Seguridad del Estado me prohibió pintar en las paredes y espacios públicos de Cuba.

Se titula así porque utilizo los pedazos de escombros de edificios como soporte para pintar mis obras y luego los dejo en las calles a modo de obsequio al transeúnte que pasa.

P. ¿Cómo define el "estilo Yulier P." y que usa en esos rostros que deja en muros y fachadas?

R. Mi estilo es expresionista y trato de incorporarle elementos de ilustración. Mi trabajo retrata parte de la realidad y muchas de las consecuencias que sufren los cubanos por acciones arbitrarias y crueles llevadas por el poder totalitario imperante en la Isla.

P. ¿Cómo ha cambiado la ciudad de La Habana desde que comenzó a hacer grafitis?

R. Por la cercanía que tengo por mi trabajo, he visto muy de cerca la evolución decadente de la ciudad, y con absoluta certeza puedo decir que muchos edificios e inmuebles de la ciudad están gravemente en peligro de derrumbe, derrumbados o con graves daños estructurales, además de otros que se encuentran en una precaria situación arquitectónica.

P. Tiene un hijo pequeño y, con la paternidad, muchas veces se llega a la convicción de que hay que emigrar para dar un mejor futuro a los hijos. ¿Lo ha pensado?

R. ¡Sí! La vida en Cuba se ha vuelto tan hostil e imposible que es difícil no imaginar emigrar.

P. ¿Cómo ha sido ese camino que se inició con las pintadas en las paredes pero ha transitado también hacia el activismo?

R. Ha sido un recorrido bastante tortuoso y agotador, sobre todo por las limitantes que me ha puesto el Gobierno. Pero si hay algo que me alienta a seguir es la necesidad que tienen nuestros hermanos de despertar del letargo del adoctrinamiento. Además, amo el arte.

P. ¿Es más fácil ahora hacer grafitis en Cuba? ¿Hay menos persecución?

R. Ahora hay muchos jóvenes haciendo grafitis, hay una especie de pasión juvenil por el grafiti y me parece genial. Solo que toda esta aparente permisividad se debe a una estrategia gubernamental de aparentar que ellos sí permiten las corrientes artísticas urbanas, eso solo si no cuestionas al poder. En el momento en que tu arte cuestiona el poder o denuncia sus atropellos o incluso retrata un padecimiento popular vas a ser intimidado, amedrentado y prohibido. Se te acaba el libre albedrío.

P. De los que siguen con el espray en la mano dentro de Cuba, ¿a cuáles no debemos perdernos?

R. En lo estético, en el grafiti actual, la obra de Mr. Myl es la más notable y abarcadora. Por otra parte, la dinámica de 2 + 2 = 5 (Fabián López) tiene una simpatía expansiva que ha logrado conectar con muchas personas.

P. Más allá de las pintadas, ¿quién es Yulier P.?

R. Muchas personas me han catalogado como grafitero lo cual no rechazo, pero soy un artista visual. Mi obra en las calles guarda más relación con la muralística que con el grafiti, además de que deviene de mi trabajo en el caballete. Antes que muralista, soy artista plástico.

Hacer arte en las calles nutrió mi carrera en muchos sentidos, tanto técnico, como conceptual y espiritual. No solamente incursiono en la pintura, el dibujo y el muralismo, sino que también desarrollo diferentes maneras de hacer arte en las calles, la fotografía, el videoarte y el performance. Todo eso me dio la calle. A la calle se lo debo todo.

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