Cien mil locos y un barrio, una conversación con el humorista Ulises Toirac

"La Ley de Comunicación y otros demonios que la complementan prohíben prácticamente ejercer el humorismo en Cuba"

Ulises Toirac y Jorge Fernández Era, en La Habana
Ulises Toirac y Jorge Fernández Era, en La Habana / Facebook/Ulises Toirac
Jorge Fernández Era

14 de diciembre 2024 - 14:40

La Habana/No todo el mundo puede ufanarse de contar con cien mil seguidores en Facebook. Ulises Toirac los alcanzó hace pocos días, no solo por el prestigio de una trayectoria artística de más de cuatro décadas, sino por la seriedad con que asume el humor y se enfrenta a un público heterogéneo que lo mismo aplaude que denigra.

Parte de esas vivencias se plasman en su más reciente publicación, el libro Locos de barrio, disponible en Amazon y otras plataformas. El eje central de este encuentro en Santos Suárez, nuestro barrio, fue ese.

PREGUNTA.- ¿Te consideras un humorista que hace pensar o un ser pensante que hace reír?

RESPUESTA.- Un poco de los dos. El humor, aunque sea un trabajo, causa diversión. Las mejores propuestas nacen al poner a vibrar tu necesidad espiritual con tu necesidad comunicacional. Me considero un tipo que siempre le está buscando la quinta pata al gato, y en ese camino me sorprendo y busco sorprender a los demás. Cuando lo logro, me realizo.

La censura está instituida por niveles: desde si te burlas de un barrendero hasta si lo haces de un director de Servicios Comunales o del presidente de la República

P.- La frontera entre lo permitido y lo prohibido se ha corrido en los últimos años. ¿Para bien o para mal?

R.- En Cuba ha habido siempre una censura manifiesta. La recuerdo en los inicios nuestros en los festivales Aquelarre o en los espectáculos que se hacían habitualmente en los teatros. Desafortunadamente, aquella era niña de teta, damisela encantadora respecto a la de ahora. La Ley de Comunicación y otros demonios que la complementan prohíben prácticamente ejercer el humorismo. La censura está instituida por niveles: desde si te burlas de un barrendero hasta si lo haces de un director de Servicios Comunales o del presidente de la República. Va ascendiendo la sanción en la medida en que tus chistes se dirigen hacia esos cargos y a la incapacidad de desarrollarlos.

Antes, el peligro no era tan visceral. En este momento cualquier cosa puede llevarte a un juicio si así se decide. Además, el gran público no manifiesta interés intelectual en el humor. Cuando hay censura, buscamos mecanismos con que comunicarnos con la gente. En otras épocas los que asistían al teatro se identificaban con el humor inteligente. Hoy, o haces humor de pacotilla o te dedicas a otra cosa.

Una de las ilustraciones de Ulises Toirac incluidas en 'Locos de barrio'.
Una de las ilustraciones de Ulises Toirac incluidas en 'Locos de barrio'. / Ulises Toirac/Cortesía

P.- ¿Cuándo te diste cuenta de que podías también escribir chistes y remembranzas?

R.- Es un proceso. Escribo desde que tengo uso de razón intelectual. Desde muy joven siempre me gustó hacerlo, no literatura propiamente dicha, sino guiones de televisión, libretos para teatro… Usaba las memorias cercanas o lejanas para plasmarlas en esa cuerda. Hace algún tiempo tengo un interés puramente literario, lo que pasa es que por tiempo, intereses o capacidad de trabajo no había intentado reunir en un libro una serie de historias. Desde el aislamiento de la covid, e incluso antes, comencé a escribir lo que pudiéramos llamar cuentos. 

En el arte, si no encuentras una manera personal, única, de manifestarte, puedes morirte de hambre. Me di cuenta de que, trasladando al papel mi forma personal de hablar, lograba eso. Lo fui publicando poco a poco en las redes sociales, y antes en un boletín que llegó a tener muchísimos suscriptores. En los últimos tres años fue ya un proceso más metódico. Pero no fue de un día para otro.

P.- Con Locos de barrio, ¿se cierra una etapa o se abre otra?

R.- Ambas. Locos de barrio es el final de la inocencia literaria, esa etapa en la que uno como que está enamorado de una mujer y le propone matrimonio. Con los últimos cuentos que escribí ya tenía el firme propósito de hacer el libro. 

Locos de barrio es el final de la inocencia literaria, esa etapa en la que uno como que está enamorado de una mujer y le propone matrimonio
Locos de barrio es el final de la inocencia literaria, esa etapa en la que uno como que está enamorado de una mujer y le propone matrimonio / Ulises Toirac/Cortesía

La literatura es la mayor incentivadora de la imaginación. No tienes límites ni freno, puedes escudriñar el universo y hacer lo que te da la gana: cierras un párrafo, abres otro, y te trasladas, en nada, de China hacia el cono sur americano. Seguirá siendo la mejor forma de informarse, de adquirir cultura, de crecer.

Nada es absoluto, la vida es dialéctica, las cosas se imbrican una encima de la otra. Tengo claro que quiero seguir escribiendo y publicando. Otro libro da vueltas en mi cabeza, se llamará Epistolario sin pistola. Es mi deseo, mediante cartas, hablar de los temas que me interesan. Las cartas serán dirigidas a un personaje histórico, a mi primera novia de preescolar, a mi bicicleta de la adolescencia, a mi terror a las alturas, al presidente de la República… O –si me aplican la Ley por esta última– a ti, para que puedas terminar esta entrevista.

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