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De eso no se habla, y se acabó

Entrevista con Juan Antonio Madrazo, líder del Comité Ciudadano por la Integración Racial

Juan Antonio Madrazo. (14ymedio)
Reinaldo Escobar

19 de junio 2014 - 10:01

La Habana/Una de las discusiones que ha sufrido más postergación en Cuba es la que se refiere a la discriminación racial. En la década de los 60 se dio por eliminado ese problema, simplemente porque el Gobierno decidió que ya todos éramos iguales. Pero en la vida real no ha sido así y es por eso que en los últimos cincuenta años han aparecido diferentes movimientos desde diversos sectores con la intención de rescatar el debate.

El Comité Ciudadano por la Integración Racial es uno de estos movimientos, surgido en agosto de 2005 a partir de un grupo de amigos sensibilizados con el tema racial. Desde el activismo y la academia, persiguen el objetivo de hacer presión para que la problemática racial forme parte de la esfera pública. Juan Antonio Madrazo Luna lidera esta iniciativa:

Pregunta. ¿Cuáles son las demandas del Comité Ciudadano por la Integración Racial y cuál ha sido la reacción gubernamental?

Respuesta. Nuestro activismo se encamina a rescatar la autoestima en los afrodescendientes cubanos y a colocar el tema en la mayor cantidad posible de agendas. Las autoridades cubanas ven en esto un conflicto político para el que no tienen respuesta. Todos los días somos testigos de cómo se intenta desmovilizar el discurso antirracista, que es un tema que está al rojo vivo y que resulta un peligroso combustible.

El Gobierno sostiene que el tema racial es una amenaza para la seguridad nacional y que debatirlo públicamente pudiera afectar la unidad del país. Y aún cuando es ya algo obsoleto en la academia latinoamericana se sigue utilizando para enfrentarnos "la ideología del mestizaje". Si bien es cierto que Cuba es mestiza, la exposición acrítica de esa realidad puede convertirse en un mecanismo de doble filo porque silencia y enmascara las tensiones raciales que puede haber y que de hecho hay en la sociedad cubana actual.

Se recurre igualmente al argumento de la igualdad, cuando todo el mundo sabe que en estos últimos años la desigualdad se está haciendo más visible en la sociedad cubana, donde es evidente que la gran mayoría de los afro-descendientes cubanos continúa anclada en el sótano de la pirámide social.

"El Gobierno sostiene que el tema racial es una amenaza para la seguridad nacional"

P. ¿Qué acciones concretas realiza el Comité para alcanzar sus objetivos?

R. En el plano doméstico, como plataforma de comunicación, cada año realizamos un foro académico que se llama Raza y Cubanidad, donde participan tanto gente de dentro del país como cubanos de la diáspora e invitados de otros países. Por ejemplo, hemos contado con activistas del movimiento de Derechos Humanos Cimarrón, gente de Colombia, de Brasil. La labor del Comité ha sido posible en el plano exterior gracias a la colaboración de organizaciones como Solidaridad Española con Cuba, Aulas Abiertas de Perú o Caminos de Libertad de México y la Plataforma de Integración en Miami con su revista Islas. Esta última es un espacio que, como en su momento hizo la revista Encuentro de la Cultura Cubana, ha tendido puentes entre la diáspora y el interior del país y entre la intelectualidad y el activismo. Cuando se revisa los primeros números se encuentran firmas de María del Carmen Bacia, Esteban Morales y otros intelectuales orgánicos, hasta que la revista fue satanizada por el Gobierno y ya nadie se atrevió a seguir publicando allí.

Trabajamos haciendo talleres en algunas comunidades con situaciones límites y en eso hemos tenido otros colaboradores como la Red de Bibliotecas Independientes Reinaldo Bragado, Primavera Digital y el proyecto Nuevo País. El Comité tiene representaciones en Santiago, Guantánamo, Matanzas y Pinar del Río. Estamos también inmersos en otras acciones como la creación del Observatorio Ciudadano Contra la Discriminación, donde además del asunto racial se encuentra la discriminación por género, por preferencias sexuales o por posiciones políticas.

P. A partir de las flexibilizaciones migratorias algunos activistas han podido salir de Cuba. ¿Cuál ha sido el fruto de esos viajes?

R. El año pasado tuvimos la oportunidad de estar en el congreso de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA), donde también marcamos un precedente como embajada de la sociedad civil, y hemos llegado a colocar nuestro discurso en lugares como el Miami Dade College, donde hasta hace poco parecía imposible llegar.

Participamos también en la 8a conferencia de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos que se hace anualmente en la Universidad Internacional de la Florida, donde ya el tema racial está tomando fuerza entre los estudios académicos sobre la Isla y pretendemos estar en la 10a Conferencia convocada para los últimos días de febrero de 2015. Hemos participado en la Asamblea de la OEA sobre el tema de Derechos Humanos e Inclusión, lo que nos permitió hacer contactos con muchas personas e instituciones con quienes tenemos intereses comunes.

P. Según puede verse, el Comité oscila entre las actividades académicas y el activismo social. ¿En qué línea se inclina con mayor fuerza?

R. Nos inclinamos más hacia el activismo pero desde la gestión del conocimiento. Yo siempre defiendo la idea de que la gestión de conocimientos es lo que más favorece la arquitectura de la sociedad civil. Creo incluso que ahí se identifica una de las debilidades de la emergente sociedad civil cubana, que a veces no aprovechamos todos los recursos del conocimiento que tenemos a nuestro alcance para poder desarrollar nuestra labor como activistas.

Toda esta fuente de conocimiento hay que llevarla a la comunidad a través de talleres y laboratorios de participación pedagógica. El antirracismo podemos y debemos activarlo a través de la pedagogía, que es una de las debilidades para la cual el Gobierno no ha tenido respuesta. Incluso, desde la propia Asamblea Nacional se ha planteado el asunto para que el tema del racismo comience a plantearse desde la enseñanza. Pero no ha sido posible, porque en el sistema educacional la alarma del antirracismo está desactivada.

"A nosotros nos acusan de anexionistas y hasta han inventado el termino de afroderecha"

P. ¿Y cómo son las relaciones con el ambiente académico oficial?

R. Tenemos buenas relaciones con personas del ambiente académico de las esferas oficiales con quienes nos retroalimentamos a pesar de los linchamientos mediáticos que nos han caído encima, no solamente a nosotros, sino también en el entorno de la oficialidad, como ha ocurrido con los intelectuales Roberto Zurbano o Tomás Fernández Robaina, a quienes se les acusa de divisionismo y de colaborar con el enemigo. A nosotros nos acusan de anexionistas y hasta han inventado el término de afroderecha.

No obstante, tratamos de estar presentes en todos los eventos que se realizan en el ámbito oficial, a veces nos dejan participar, otras no, como ha ocurrido en algunos debates de la revista Temas. Hacemos acto de presencia porque de lo que se trata es de que el tema racial salga a la calle y no siga anclado en los espacios fiscalizados.

Hay otros espacios oficiales o quizás más oficiales aún, como una Comisión del Comité Central supuestamente dedicada al tema racial, pero a pesar de existir esa instancia, nadie habló del asunto ni en el 6º Congreso del Partido ni tampoco en su Conferencia Nacional, ni siquiera tuvo la presencia que se esperaba en el congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), a pesar de que se trató de incluirlo en los foros provinciales. Esta comisión está dirigida por un vicepresidente del Consejo de Estado, pero ellos no aparecen físicamente en ningún evento donde se discuta el tema, ni desde el ámbito académico ni desde el activismo.

La UNEAC, por su parte, creó la llamada Comisión Aponte, pero está controlada por la Comisión del Comité Central del Partido y desde luego por la Seguridad del Estado. Ha sido la Comisión Aponte la que se ha dedicado sistemáticamente a silenciar el tema del que debiera ocuparse.

P. Pero fuera del entorno oficial ha habido muchas iniciativas...

R. En los 90 surgió Color Cubano y, antes aún, el músico Gerardo Alfonso tenía una plaza en un sitio llamado La Madriguera; en la Asociación Yoruba de Cuba hubo un proyecto llamado Arte Patria y Poesía. Existen otros espacios alternativos, como la Cofradía de la Negritud; y Afrocubana Colectiva, de corte femenino, desde la Casa del África Leyda Oquendo logró realizar debates muy abiertos; y en Internet está el blog "Negra Cubana tenía que ser".

P. ¿Crees que la situación del racismo en Cuba es igual, mejor o peor que antes de 1959?

R. Desde su semilla fundacional ha habido racismo en Cuba. Casi forma parte de nuestra mala educación sentimental. Antes de 1959 había un racismo estructural que dinamitaba las bases sociales, pero también en esa época había células de la sociedad civil que visibilizaban los problemas. Un diario tan reaccionario como La Marina fue el primero en incluir una columna llamada "Ideales de una raza", dirigida por Gustavo Urrutia y donde participaban personas como Gastón Baquero o Jorge Mañach. Existían las asociaciones de negros y mulatos. En las provincias más conservadoras, como Camagüey o Santa Clara, estaban las "Sociedades Maceistas", que trabajaban en pos del empoderamiento de los afro-descendientes; estaban las hermanas Oblatas, una orden religiosa que jugó un papel muy importante.

Lo primero que hizo la revolución fue desactivar las sociedades de negros y mulatos pero, cosa curiosa, quedaron la china y todas las sociedades españolas, donde incluso hasta principios de los 90 uno no podía participar de sus servicios si no era socio.

En el 62 se declaró abiertamente que el racismo se había eliminado en Cuba y que no hacía falta discutir sobre el asunto. "De eso no se habla, y se acabó". Se instauró el concepto de que los negros y mulatos nos habíamos convertido en personas gracias a la revolución. Para decirlo con el lenguaje usado en la realidad: que la revolución nos había bajado de la mata.

Resulta muy difícil hablar del problema racial en Cuba porque la mayor parte de las investigaciones hechas por el Instituto de Antropología se conservan como secreto de Estado, y allí en esos documentos tan bien guardados se refleja la subrepresentación de los afro-descendientes en la política de cuadros y más recientemente en la economía emergente. En la economía privada puedes encontrarnos en las "figuras coloniales" deambulando por el centro histórico, los carretilleros, los zapateros y en general en los renglones más bajos Por otra parte, está la baja representación en las empresas mixtas y los ministerios blanqueados como son el de Relaciones Exteriores o el de Inversiones Extranjeras. No hay datos publicados sobre el porcentaje de afro-descendientes en la población penal, aunque sabemos que es muy alto.

Algo similar ocurre en la publicidad y en los medios, donde las actrices negras están condenadas al cepo o la humillación. Todavía estamos esperando que aparezcan los profesionales negros en la televisión. Tampoco son visibles las parejas interraciales y solo aparecen como algo pecaminoso, como un incesto...

P. Muchas personas coinciden que el país está abocado a sufrir grandes transformaciones y es muy posible que con los cambios venideros aumenten en lugar de disminuir las diferencias sociales. ¿No temes que otra vez los afro-descendientes estén entre los menos favorecidos?

R. Eso no es un peligro para el futuro, sino una realidad del presente. Estamos asistiendo a una creciente diferenciación social bajo el actual capitalismo de Estado, y ya se sabe que puede influir en eso la permanencia de los viejos, aunque vigentes, patrones racistas. Por eso trabajamos desde ahora y soy optimista: Algún día todos seremos cubanos.

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