“Soy un demonio que escribe lo que siente”
Entrevistamos a la escritora habanera Wendy Guerra
La Habana/Wendy Guerra es una rara avis en un país donde todos buscan adjetivos concluyentes y descripciones extremas. Actriz, escritora, bloguera y habanera hasta los tuétanos, destaca siempre. En la pantalla televisiva, la recordaremos; en las páginas de un libro, su escritura nos tocará para siempre.
Hoy hablamos sobre su obra literaria y esa obsesión temática y vital que ha sido Cuba para ella.
Pregunta. El libro Posar desnuda en La Habana sorprende al lector por la lograda simbiosis entre la voz de Anaïs Nin y tu propia voz. ¿Cuál es el proceso creativo para lograr ese efecto?
Respuesta. En primer lugar, te doy las gracias por iniciar este intercambio con una pregunta de índole literaria.
Todo está en el lenguaje. Cada uno de los perfumes que destila este libro está poderosamente guiado por su voz y es el propio uso de sus giros, del carácter discursivo de la autora, quien lo hace destilar y robustecerse. Pasé doce largos años investigando las fibras cubanas de Anaïs Nin. Obtuve varias becas en Francia y Estados Unidos para encontrar indicios sobre la huella cubana de la autora. Fue el departamento de Special Collections de UCLA el que me dio la oportunidad de leer sus diarios sin expurgar para escudriñar los orígenes insulares de Anaïs.
Los acentos perdidos y recobrados, los dolores endémicos, su matrimonio en la Finca La Generala, su relación con la sacarocracia cubana, su profundo desarraigo y díscola manera de cabalgar junto a su padre, el pianista cubano Joaquín Nin Castellanos. Su relación con su hermano, el compositor e intérprete Joaquín Nin Culmell. Su madre, la cantante lírica cubana Rosa Culmell, el duro exilio que la llevó del lujo a la pobreza, del dolor a la euforia..., todo ello resultó el clima perfecto para abordar la escritura de Posar desnuda en La Habana. Lo que vino en adelante trataba de un profundo respeto por completar sus palabras con las mías.
Recordemos que el Diario Cubano tiene muy pocas páginas y mi delirio siempre fue escribir un apócrifo; conjeturas literarias de lo que hubiese sucedido entonces.
Padre-Cuba-Diario para ambas fueron, son y serán un asunto tan íntimo como universal.
P. ¿En qué nuevo proyecto literario trabajas ahora?
R. Estoy escribiendo una novela sobre el miedo. La sensación de persecución que tenemos muchos cubanos, el pánico de que nos graben las conversaciones, de ser observados, registrados, acosados. Esa psicosis viaja con nosotros. La espía del Arte (título de trabajo) tendrá aproximadamente 100 páginas. Una pieza breve llena de neurosis y sentido del humor, el espectáculo humano-cubano al descubierto, lo que ha quedado de nosotros tras la larga observación, la exhibición obligatoria.
Algunos de mis amigos en el exilio piensan que soy la espía del arte cubano y que al regresar a Cuba traslado sus secretos, los entrego entre informes o delaciones. En Cuba, por el contrario, piensan que algo me guardo, que algo planeo; sospechan de esas largas visitas al exilio y creen que soy cabecilla de algo o la punta de lanza de alguien. ¿Quién soy? Un demonio que escribe lo que siente, confía en sus impresiones, logra traducirlas y ahí radica su peligro. Escribir o decir lo que uno piensa no está de moda.
"¿Acaso no es eso la literatura, abrir cada una de las puertas lacradas para encontrar la propia?"
El otro proyecto en puerta es la investigación sobre Ana Mendieta. Ana ha sido mi inspiración literaria y personal, ahora se inicia mi camino a su misterio. Será largo, gastaré cada uno de mis ahorros en encontrarla, pero... ¿acaso no es eso la literatura, abrir cada una de las puertas lacradas para encontrar la propia?
P. Muchos te recordamos por tu actuación en varias series y programas televisivos. ¿Debemos resignarnos a no ver más esa faceta tuya?
R. Vicente Revuelta fue la persona que hizo visibles todas mis aptitudes. Sin él nunca hubiese visto mi capacidad para interpretar que, por demás, considero limitada. Cada cosa que hice en televisión venía de un camino que ya él había trazado como un tatuaje en mi intelecto. Ese ciclo fue muy importante porque, para mí, escribir es encarnar y gracias a este ensayo respeto el carácter y el sentido de la interpretación... pero, no, no me sentía feliz como actriz, es en la literatura donde estudiar y crecer me hace mejor, me libera y define.
Vicente supo que Andrea Sarti (Galileo Galilei) podía repetir los textos y dilatarlos. Yo fui esa actriz que discutía por dentro cada uno de los parlamentos y de las determinaciones dramatúrgicas. Yo fui la actriz que logró escribir y dictar su propio personaje.
No a todos los cubanos les ha sido posible ser persona, la mayoría nos hemos convertido en personajes para ganar esta larga carrera de resistencia.
P. Desde el punto de vista editorial has vivido los extremos. Desde galardones como el premio de la Editorial Bruguera y el premio Carbet des Lycéens 2009, hasta la poca atención a tu obra que le han brindado las editoriales cubanas. ¿Qué crees que te falta por experimentar?
R. Quiero editar en Cuba todo lo que se ha traducido o editado fuera de ella. Quiero traer la mejor literatura de mi generación a mi patria, los cubanos son excelentes lectores y merecen poder actualizar y alimentar esa avidez por la lectura. Quiero seguir fluyendo con todos mis editores y que Cuba me acompañe en este proceso. Quiero que me ocurra esto que le ocurre a Leonardo Padura. Siempre que sale su libro en Francia o en España, seguidamente el lector cubano tiene la oportunidad de leerlo en su tierra. Los premios son el vehículo de darte a conocer en el mundo, ser editado en tu patria es el modo de confrontar la naturaleza de lo que haces y eres.
P. Padeciste un incidente de censura en el Festival Santa Cruz de las Letras de Bolivia. ¿Fue una sorpresa o pudiste prever algo?
R. Parecería una situación lejana pero todo esto es tan reconocible para nosotros que hasta podemos tararearlo como una canción rusa que habla de la nieve en medio de una playa cubana. Imagino que en este momento quienes impidieron mi presentación tendrán razones para pactar y aceptar la censura, o para hacer silencio y bajar la cabeza. Lo extraño es pensar que algo que una mujer como yo diga en público pueda desequilibrar o afectar un sistema como ese... ¿tan frágil es?
"Lo extraño es pensar que algo que una mujer como yo diga en público pueda desequilibrar o afectar un sistema como ese… ¿tan frágil es?"
P. El título de una de tus novelas es muy revelador de la situación cubana. Todos se van, dice la portada, y muchos nos preguntamos ¿Por qué Wendy Guerra no se va de este país?
R. Cuando vi la versión llevada al cine de esta novela, dirigida por el director colombiano Sergio Cabrera, supe que esta no era una historia propia. Es una historia de ficción que se me fue de las manos y pertenece por entero a las personas que, como yo, sufrieron al Estado como un verdugo-intruso instalado al centro de la relación afectiva con lo más sagrado: la familia. La novela habla de las deserciones del alma, no solo se toca el desgarrador éxodo geográfico, estamos hablando de la fuga de los afectos en nombre de una consigna o de una responsabilidad política.
Yo no quiero ir a restaurar un espacio foráneo del que no me siento parte. En mi caso particular, deseo sentir que cada una de mis ideas, pataletas o batallas van a nutrir la restauración afectiva y humana de niñas como yo, que hemos llegado a la madurez sin poder explicarnos por qué nos abandonaron a cambio de una castrante y falsa felicidad colectiva. Ese lugar donde el ser humano deja de importar para convertirse en cifras.
Si no me he marchado es porque pienso que las heridas, antes de ser curadas, deben ser nombradas, asumidas desde el escenario del dolor. Algún día, cuando todos regresen, me iré a un pueblo del otro lado del mundo a aprender a escribir diarios a distancia.