El fundamentalismo religioso en Cuba no representa una amenaza para el régimen
El líder protestante Adiel González Malmó señala que sectores del PCC comparten el mismo rechazo a los derechos LGBTI
La Habana/Adiel González Maimó, profesor de inglés, teólogo y líder de una de las comunidades que forman la Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba (FIBAC), es la prueba de que la fe protestante es compatible con la defensa de los derechos LGBTI.
A los 20 años se dio cuenta de que "podía ser cristiano bautista y amar a otro hombre sin que por ello lo condenaran al infierno" dentro de esta denominación, perteneciente al oficialista Consejo de Iglesias de Cuba y única que ordena mujeres.
González, incluido entre las personas queermás influyentes de 2021 por la plataforma cubana 11M, habla en esta entrevista sobre las relaciones de las iglesias con el Estado y el proyecto de ley del Código de las Familias, que reconoce derechos largamente demandados por la comunidad LGBTI, cuyos debates comienzan este martes.
Pregunta. ¿Cómo prevé que sea la participación del activismo religioso conservador ahora en febrero, cuando se discuta el Código de las Familias? ¿Será un activismo en el mismo nivel del ocurrido durante la discusión de la Constitución?
Respuesta. Yo creo que el activismo contra el Código de las Familias se va a hacerse sentir. De hecho, ya están organizados en torno a la campaña por una escuela sin ideología de género. Y después de su logro parcial en este tema (la Resolución Ministerial 16/2021 cuya aplicación fue aplazada) ahora se van a enfocar en el Código de las Familias. Se van a oponer a los temas de matrimonio igualitario, adopción homoafectiva, reproducción asistida para parejas del mismo género y gestación solidaria, que son los derechos que tienen vinculación directa con la comunidad LGBTI, y además, [contra] un tema que a ellos les preocupa mucho, que es el de la responsabilidad parental. Esos van a ser los puntos en los que ellos se van a enfocar.
Creo que eventos como esos no los vamos a ver en Cuba nuevamente en un buen tiempo, al menos no con ese marcado carácter contrario al Gobierno cubano
Lo que probablemente no pasará es que estas Iglesias se lancen en grandes manifestaciones a la calle. Primero por la situación sanitaria. Y, segundo, porque creo que eventos como esos no los vamos a ver en Cuba nuevamente en un buen tiempo, al menos no con ese marcado carácter contrario al Gobierno cubano o a alguna de las iniciativas del Gobierno cubano.
P. En 2018, durante el debate sobre la nueva Constitución, muchas iglesias lograron organizarse y presionar al Estado, especialmente para impedir que se reconociera el derecho al matrimonio igualitario. ¿Qué peso tuvo esto en la visibilidad que ha ganado el cristianismo desde entonces?
R. Indudablemente, 2018 marcó un antes y un después en cuanto a la visibilidad del cristianismo conservador y fundamentalista. Ese año sucedió algo inédito: distintas denominaciones, que generalmente no tienen vínculos tan estrechos –al menos en lo institucional– y que generalmente no se unen para casi nada, crearon un frente único contra el artículo 68. Eso fue un suceso histórico. Estamos hablando de las Iglesias protestantes más grandes: las bautistas, la pentecostal, la metodista, que formaron un frente que yo llamo anti-LGTB porque, básicamente, su oposición fue al matrimonio igualitario.
P. Algunos grupos religiosos reclaman que ellos en realidad hicieron una campaña más amplia a favor de los derechos individuales, pero que toda la atención se la llevó el tema del matrimonio igualitario. ¿Cree que esta es una reclamación justa?
R. Su oposición fue al matrimonio igualitario. Así fue, con independencia de que al interior de estas Iglesias existieran pastores que abogaran por el pluripartidismo o la elección directa del presidente. Existen pastores en la Iglesia Metodista o en la Convención Bautista Occidental, por ejemplo, que tienen posiciones contrarias al sistema político, económico y social imperante en Cuba, pero eso no quiere decir que esas sean las posturas de las denominaciones. Eso hay que separarlo completamente. La agenda común era contra el artículo 68, no contra el Partido Comunista.
Existen pastores en la Iglesia Metodista o en la Convención Bautista Occidental, por ejemplo, que tienen posiciones contrarias al sistema político, económico y social imperante en Cuba, pero eso no quiere decir que esas sean las posturas de las denominaciones
P. Después de eso se creó la Alianza de Iglesias Evangélicas, una organización independiente que de alguna manera desafía al Consejo de Iglesias de Cuba. Eso fue también histórico.
R. Sí, pero fue algo muy efímero. La Alianza surge en contra del Consejo de Iglesias, porque el Consejo nunca se pronunció contra el artículo 68: dio libertad a sus miembros para que decidieran libremente qué posición tomar. Surge entonces la Alianza, pero se fractura poco después porque la agenda parecía tomar un matiz más político, diferente del tradicional anti LGTBI. Entonces algunas denominaciones decidieron salirse. Nunca lo dijeron públicamente, pero es evidente que una de las causas fue el marcado carácter derechista que algunos dirigentes de estas Iglesias fundamentalistas estaban tomando. Por eso otros decidieron separarse, para que una cosa [no] se mezclara con la otra. Nada de esto se dijo explícitamente, pero yo lo leo entre líneas.
P. ¿A qué se refiere cuando dice que comenzó a desintegrarse por el carácter derechista de algunos de sus dirigentes?
R. A que sus líderes fundadores tenían relaciones públicas conocidas con personajes como Teo Babun y la Evangelican Christian Humanitarian Outreach for Cuba (ECHO-Cuba), organización considerada como subversiva por el Gobierno cubano y vinculada en aquel entonces al Gobierno de Donald Trump.
Por eso se sabía que esta iniciativa no iba a prosperar. Y tanto fue así que, tres meses después de la fundación, una de las denominaciones que la gestaron, la Convención Bautista de Cuba Occidental, se sale, y con certeza las presiones de las autoridades cubanas fueron un factor determinante en esta decisión.
P. ¿Cree entonces que la Alianza ha sido un fracaso?
R. Yo creo que sí. Hace mucho que de esta organización no se sabe nada. No han tenido más pronunciamientos, ni siquiera ante los acontecimientos que han ocurrido en el país durante los últimos meses: las manifestaciones del 11 de julio, la propuesta del 15 de noviembre o la misma presentación del Código de las Familias y su aprobación en la Asamblea en diciembre de 2021. De esa organización no se ha escuchado nada y no creo que vuelva a escucharse más, a menos que se reactiven ahora, durante la consulta popular del Código de las Familias, donde se está proponiendo aprobar el matrimonio igualitario y otros derechos humanos que favorecen a la comunidad LGBTIQ+, que es la única preocupación de este tipo de organizaciones.
P. ¿Es justo atribuir la no inclusión del matrimonio igualitario en la Constitución solo al efecto de las campañas desarrolladas por grupos religiosos conservadores, o cree que era también un tema que dividía al oficialismo e, incluso, a la sociedad en general?
R. No. La no inclusión del matrimonio igualitario en la Constitución de 2019 no se debió únicamente a la campaña desatada por las Iglesias fundamentalistas, aunque sí fue un factor clave. El heteropatriarcado es un mal que pervive en la sociedad cubana, a pesar de los avances que se hayan podido lograr en las últimas décadas. Ese mal se presentó con mucha fuerza en los debates populares en torno a la Constitución y al entonces artículo 68. Y, al mismo tiempo, no es un secreto para nadie que existía oposición dentro de la dirección del Estado y el Gobierno cubano, en el mismo Partido Comunista y hasta en la Asamblea Nacional del Poder Popular.
No es un secreto para nadie que existía oposición dentro de la dirección del Estado y el Gobierno cubano, en el mismo Partido Comunista y hasta en la Asamblea Nacional del Poder Popular
P. Varios países latinoamericanos registran un crecimiento acelerado de las Iglesias fundamentalistas neopentecostales. ¿Cree que es igual en Cuba?
R. El neopentecostalismo aún no es una fuerza numéricamente poderosa en Cuba, hasta donde yo conozco. Aquí el fundamentalismo es más visible en Iglesias con una historia más larga de presencia y trabajo en nuestro país: las Convenciones Bautistas Occidental y Oriental, la Iglesia Metodista, la Liga Evangélica, la Iglesia Pentecostal Asambleas de Dios y otras denominaciones pentecostales que vienen trabajando en Cuba desde los años 1950.
P. ¿Por qué cree que el fundamentalismo cristiano ha ganado fuerza en Cuba? ¿Cuáles son las causas detrás de este fortalecimiento?
R. Fue en la década de los 90 del siglo pasado cuando este fenómeno se manifestó con mayor fuerza y visibilidad. Fue la época del boom de la práctica religiosa en Cuba, y no solo dentro del cristianismo. Las razones son diversas, pero sin dudas el derrumbe del campo socialista y el tristemente célebre Período Especial, con todas sus carencias y retos, impulsaron a las personas a buscar un refugio ante el colapso de todo el sistema filosófico y de vida que habían creído hasta el momento, con todo lo que eso implicó en los ámbitos económico, político-social e ideológico. Desde entonces, dentro de los sectores religiosos que más han crecido de forma sostenida se destacan las Iglesias de corte conservador y fundamentalista. Así acontece igualmente en el resto de Latinoamérica.
En estas Iglesias se constituyen espacios de socialización y empoderamiento, en especial para los jóvenes, algo que yo veo como positivo. A su vez, en muchas de ellas se enfatiza la prosperidad y el bienestar económico, todo ello favorecido por mensajes y actividades simplistas y sensacionalistas donde juegan un papel cada vez más importante la tecnología y las redes sociales. Y en un país como Cuba, donde las desigualdades sociales y las carencias en buena parte de la población son cada vez más acuciantes, que existan estos espacios de esperanza y hasta de escape a los problemas cotidianos es, sin lugar a dudas, atrayente.
P. ¿Diría que son las personas más pobres las que se están acercando a la religión protestante?
R. En estas Iglesias se potencia más la experiencia de fe que la lógica crítica, y eso puede ser una razón por la cual los grupos menos favorecidos de la sociedad, dígase los más pobres, con más bajos (niveles de) estudios, se unan a ellas. Eso es una realidad, aunque duela reconocerlo. Pero esto no significa –porque a veces hay un cliché– que estas Iglesias estén llenas solamente de personas o grupos marginados. Eso no es totalmente cierto. En estas Iglesias también hay muchos profesionales y personas instruidas, lo cual habla de la complejidad de este fenómeno.
Y en un país como Cuba, donde las desigualdades sociales y las carencias en buena parte de la población son cada vez más acuciantes, que existan estos espacios de esperanza y hasta de escape a los problemas cotidianos es, sin lugar a dudas, atrayente
P. ¿Qué es lo que más le preocupa del avance del fundamentalismo?
R. El asunto está en que el sistema de pensamiento fundamentalista cristiano es intransigente. Manifiesta incapacidad de diálogo y se resiste a aceptar alternativas o críticas a su manera de entender una doctrina u otro aspecto de la realidad. Además, defiende el modelo heteropatriarcal de familia y sociedad. Por ello es capaz de violentar los derechos humanos de comunidades como la LGBTIQ+ y las de mujeres.
P. Varios pastores protestantes fueron encarcelados o reprimidos tras el 11J. ¿Ve un mayor distanciamiento de las Iglesias respecto del Gobierno desde entonces, incluso un mayor enfrentamiento?
R. No creo que exista un [mayor] distanciamiento de las denominaciones frente al Gobierno. Hubo pastores reprimidos o presos por manifestarse el 11 de julio y hubo un movimiento de solidaridad de algunos otros pastores hacia ellos, pero como fueron liberados, todo se ha quedado ahí.
Hay Iglesias cuyas creencias no coinciden con las posturas del Gobierno cubano en muchos aspectos. Estas Iglesias, generalmente, se han declarado apolíticas. Pero esta es una postura de distanciamiento, no de enfrentamiento, aunque haya pastores que sí se enfrenten más abiertamente. Eso ha sido así históricamente y no ha cambiado desde el 11J.
P. Pero algunas de las Iglesias no reconocidas por el Estado sí han sido más activistas.
R. Existen otros grupos minoritarios, también fundamentalistas, que han mantenido una posición de más oposición, de enfrentamiento, pero son grupos pequeños.
Y, al mismo tiempo, hay una tercera arista: la de las Iglesias, pastores o movimientos ecuménicos, cuyas creencias tienen puntos en común con el Gobierno cubano: grupos dentro de las Iglesias presbiterianas, la Fraternidad de Iglesias Bautistas, algunas independientes, instituciones que pertenecen al Consejo de Iglesias. Son los que se reunieron con el presidente Díaz-Canel. Estos grupos hacen críticas, pero no se alejan.
Hay una tercera arista: la de las Iglesias, pastores o movimientos ecuménicos, cuyas creencias tienen puntos en común con el Gobierno cubano.
P. ¿Cree posible que el cristianismo tenga un papel relevante en la oposición al régimen cubano (como lo tuvo el catolicismo en la caída del comunismo en Polonia, por ejemplo)?
R. No lo creo para nada. Las Iglesias y sus integrantes tienen distintos posicionamientos frente al sistema político-social que existe en Cuba hoy. Algunos de apoyo explícito, sin la menor duda, aunque con críticas al sistema; otros con una oposición tácita, no abierta; y, en menor medida, una oposición explícita de confrontación con el Gobierno. Pero, al mismo tiempo, las denominaciones tienen intereses que cuidar para no perder su capacidad de trabajo y de diálogo ante las autoridades cubanas. Eso es una realidad ineludible, no lo puede obviar nadie.
Entonces, sí: iniciativas opositoras existen, disidencias dentro del sector cristiano existen, como existen en la sociedad toda; pero por el momento no lo veo como algo significativo, algo que vaya a marcar la gran diferencia, más allá de la tradicional oposición a la aprobación de los derechos para la comunidad LGBTIQ+ cubana.
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Nota de la Redacción: Este trabajo fue apoyado por el IWPR, redactado por Javier Roque Martínez y editado por 14ymedio. El Institute for War & Peace Reporting es una organización independiente sin fines de lucro que trabaja con los medios y la sociedad civil para promover un cambio positivo en zonas de conflicto, sociedades cerradas y países en transición en todo el mundo.
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