'El matadero' es la Cuba que el cineasta Fernando Fraguela quiere mostrar al mundo

Madrid/El joven cineasta Fernando Fraguela filmó El matadero para decirle adiós a Cuba. Fue su despedida de un país irreconocible, áspero, cuya mejor metáfora es el escenario de su película: corrales donde cerdos y hombres tratan de sobrevivir, cercados por la vigilancia y el tedio de los edificios soviéticos.

"Es la Cuba que hay que mostrarle al mundo", afirma tajante sobre su película, que recibió este viernes la Biznaga de Plata al mejor documental en el Festival de Cine de Málaga. Fraguela, que vive exiliado en España desde 2022, forma parte de una generación de intelectuales y artistas cubanos nacidos después de 1990 que, obligados a dejar su país, han entrado a su madurez creativa en el ámbito internacional.

Filme artesanal y lúcido, hecho con pocos recursos y como exorcismo antes de emigrar, El matadero explora la vida en un barrio de edificios construidos por microbrigadas en Pinar del Río, donde la mugre y la supervivencia marcan la rutina diaria. "Estuve consciente en cada momento, durante la filmación y la posproducción, de que las imágenes tenían ese tono de despedida", cuenta a 14ymedio.

"Es la Cuba que hay que mostrarle al mundo", afirma tajante sobre su película, que recibió este viernes la Biznaga de Plata al mejor documental en el Festival de Cine de Málaga

La película se grabó en plena pandemia, y aunque Fraguela pretendía contar inicialmente la historia de Dusniel, un amigo suyo que criaba cerdos para reunir suficiente dinero y emigrar, pronto tuvo que adaptar el relato. Dusniel se marchó de Cuba, y su presencia real se evaporó del filme. "Ya no tenía protagonista y el dispositivo que usé fue la evocación, la narración en segunda persona donde yo le cuento a él lo que me voy encontrando: lo que él dejó atrás".

La trampa de ese mecanismo narrativo –una especie de "mensaje en la botella" para el que se marcha– alcanza ahora al propio Fraguela. Ahora es él quien se siente aludido por las voces de El matadero, que funciona como un recordatorio del mundo que abandonó. "Veo la película", dice, "y descubro que me estoy narrando a mí mismo todo ese pasado".

Junto al relato de Dusniel, el amigo perdido, Fraguela entreteje su propia visión de la Isla. Practica un tipo de cine introspectivo, donde cabe la angustia de no saber si la película tiene un sentido o si es descifrable. Así trabajan sus maestros, entre los que cuenta a la francesa Agnès Varda, el alemán Werner Herzog y el español de origen venezolano Andrés Duque, a quien conoce personalmente.

El premio que le otorgaron en Málaga es un impulso notable a su obra, pues los principales medios de la península ya han celebrado la aparición de un creador cubano

"Me enamoré de este tipo de cine, donde el proceso de creación es lo más importante", afirma. "Mostrar ese proceso al espectador, hacerlo partícipe de la manipulación que supone el arte, de las inquietudes y miedos a la hora de hacer el filme, es el tipo de cine que me gusta hacer".

Su vida actual, adaptarse a un ambiente creativo complejo y competitivo como el español, forma parte de una aventura que es, ante todo, existencial. "Espero que todo derive en algún momento hacia una película, pero ahora mismo no tengo pensado nada", afirma. El premio que le otorgaron en Málaga es un impulso notable a su obra, pues los principales medios de la península ya han celebrado la aparición de un creador cubano con un estilo claro y descarnado pese a su juventud.

Fraguela asegura que Madrid se está convirtiendo en una meca artística para los cubanos, y que muchos exiliados que recalan en la capital española son ya una comunidad de intelectuales, artistas y activistas que no pasa desapercibida en Europa.

"Al hablar de mí con tanta cercanía, hablo también de mi generación, de lo que nos han hecho a nosotros y a muchos otros cubanos", afirma. Cuba es un país donde el sufrimiento también se deja en el testamento y en el que la vida, simplemente, no funciona.

"Para mí era muy importante transmitir el tedio, es un sentimiento importante para entender la vida entre esos edificios. Yo era un muchacho con muchas inquietudes artísticas y culturales, y me veía atrapado en ese lugar. La única forma que tenía de enajenar un poco era ver una película. Pero eso también es otra forma de estar encerrado", cuenta.

"Para mí era muy importante transmitir el tedio, es un sentimiento importante para entender la vida entre esos edificios. Yo era un muchacho con muchas inquietudes artísticas y culturales

Al margen de la fractura vital que representa el exilio, para Fraguela es también el modo de crear una red, una comunidad de proyectos. Los trabajos que ha realizado, no sólo como director sino también en la edición y otros procesos fílmicos, demuestran cuán productivo puede ser el destierro.

Además de El matadero, el cine cubano estuvo representado en el Festival de Málaga por otro documental, un largometraje y dos cortos. El reconocido director Fernando Pérez presentó su película El mundo de Nelsito (2022) en la Málaga Premiere Sección Oficial. El elenco del filme está integrado por Carlos Enrique Almirante, Isabel Santos, Laura de la Uz, Jacqueline Arenal y Edith Massola, y cuenta la historia de un adolescente autista de 16 años cuya imaginación trastorna la realidad que lo circunda.

En la sección de Cortometrajes Documentales figura Camino de lava, de la realizadora Gretel Marín, una historia sobre la discriminación y el racismo que ya fue galardonada en el festival Miradasdoc, en Tenerife, Islas Canarias. En ese apartado participa también Dinamita, de Paola Calvo y Steffen Köhn, vinculada con el activismo audiovisual en Cuba y las protestas civiles de 2021.

Por último, en Documentales/Pases Especiales se exhibe Patria y Vida: The power of music, una película de la cantante Beatriz Luengo que explora el proceso creativo de la canción que se convirtió en el himno de las protestas del 11J. El documental fue estrenado en Miami a inicios de este mes.

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