“El mundo se volvió mi patria”
El diseñador conversa con los lectores de '14ymedio' sobre la fuerza de sus imágenes y el concepto de su arte
La Habana/Hiperactivo y rebelde, Erik Ravelo es el diseñador principal de varias campañas que en los últimos años han escandalizado y sensibilizado al mundo. De su ingenio salieron las famosas imágenes agrupadas bajo el título de Unhate, donde líderes mundiales se besan a pesar de sus diferencias políticas y religiosas. Este joven cubano, director creativo del proyecto Fabrica de la firma Benetton, ha denunciado también a través de su trabajo la violencia de género, la pedofilia y la intolerancia. Hoy conversa con los lectores de 14ymedio a través del correo electrónico desde Italia, el país en el que reside, sobre la fuerza de sus imágenes y el concepto de su arte.
Pregunta. Cuando se miran algunas de tus campañas artísticas de los últimos años, da la impresión de que quieres hacer reflexionar a través del escándalo. ¿Te ves como un artista provocador?
Respuesta. Lo primero es que no me veo como un artista. Eso de ser "artista" no lo vivo así y no estoy seguro si se puede llamar arte a lo que hago. Más bien es algo que uso como instrumento para compartir ideas. Lo de provocador, sí lo reconozco. Trato ciertos temas a mi modo y hay una clara tendencia a la búsqueda del impacto, del accidente visual, al choque.
P. Mucho ha llovido desde que eras estudiante de la escuela San Alejandro en La Habana, pero ¿es tu trabajo actual deudor de aquel origen?
R. La verdad es que no mucho. Por desgracia, me desarrollé más cuando empecé a trabajar fuera de Cuba. El contacto con la comunicación contemporánea lo tuve cuando salí de la Isla. El acceso a la tecnología y también estar rodeado de gente que hace este trabajo a gran nivel me inspiró más que nada, pero por otro lado mantengo un fuerte lazo con ese origen.
Mi trabajo se caracteriza ante todo por un concepto, una idea. La idea decide la forma. Esa manera de pensar viene conmigo desde la época de San Alejandro, en particular por una obra de Luis Félix Rodríguez titulada Equilibrio. Recuerdo que se trataba de un borracho tirado en los peldaños de una escalera ¡matao! pero su botella estaba en pie, perfecta. Allí me di cuenta de la importancia de tener una idea en la obra. Y de cómo un concepto, junto a la forma, crean la obra con el significado y carga conceptual que uno le quiere dar.
También me queda todavía esa pasión de cuando fuimos niños, por el arte por los sueños.
P. Los temas de tus diseños y campañas van desde la aceptación de la diferencia y el fin de los odios políticos o religiosos hasta la denuncia de la violencia doméstica y el abuso infantil. ¿Crees que desde la estética, la visualidad y el arte gráfico se puede mejorar la realidad?
"Esto que hago no pretende ni salvar, ni cambiar el mundo. Es simplemente una voz y una forma de participar en mi tiempo"
R. Esto que hago no pretende ni salvar, ni cambiar el mundo. Es simplemente una voz y una forma de participar en mi tiempo. De interactuar con la realidad y si no logro cambiarla, al menos expresar claramente mi inconformidad. Creo profundamente que ese es el principio para mejorar las cosas: mostrar el malestar.
El arte gráfico en este momento –donde se navega más por Internet de lo que se pasa la página de un libro con los dedos– tiene que ser un interlocutor, un observador. Debe tener un papel protagónico a la hora de contar su tiempo, comentarlo, describirlo, analizarlo, formarlo y, ¿por qué no?, contribuir a formar futuro.
P. ¿Cómo evalúas el lenguaje y las temáticas de las que echa mano el arte cubano contemporáneo dentro de la Isla en comparación con lo que se está haciendo a nivel internacional?
R. ¡Ay! por desgracia yo no sigo mucho lo que hacen los artistas contemporáneos en Cuba, pero por lo que veo en Internet considero que la maestra es Tania Bruguera. De esa casta de "artista cubano contemporáneo", de ese ministerio humano, yo con gracia me ausento.
P. Vienes de una Isla y sin embargo no te gusta que te definan dentro de los estrechos límites de una frontera. ¿Qué recomendarías a otros artistas en el dilema de privilegiar las raíces de la identidad o ser más cosmopolita?
De esa casta de “artista cubano contemporáneo”, de ese ministerio humano, yo con gracia me ausento
R. Aquí entramos en un tema "caliente". Me fui de Cuba en 1998 y el que se va tiene que sobrevivir anímicamente a tal pérdida. Busca atajos, recovecos en el alma donde protegerse. Llenar espacios es también un arte. Así ha ido pasando mi vida y si bien me siento cubano, también perdí mi tierra y me volví gitano. Mi "atuendo" cambió en el camino y se sumaron prendas. Por el frío y la altura, como en mi corazón. Y un día sin querer me di cuenta de que mi vida no era solamente Cuba. El mundo se volvió mi patria.
P. Te has autodefinido en varias ocasiones como artivista, una mezcla de artista y activista. Vimos como te sensibilizaron las protestas populares ocurridas a principio de año en Venezuela. ¿Has pensado o tienes algo ya hecho sobre la situación política social que vive Cuba?
R. El concepto de artivista nació un poco como en broma. No lo inventé yo, porque ponerle nombre a las cosas me asusta muchísimo, sino que fue cosa de algún periodista en una nota. Pero entró en la gama de quienes se llaman así, porque dedico mis esfuerzos y mi trabajo a un arte que trata de mejorar las cosas, con una fuerte impronta e intención social.
Respecto a la situación política que vive Cuba y su reflejo a través de mi arte. ¡Todavía ni empecé!