"Me siento más libre que muchos que están en la calle"
El escritor, bloguero y periodista ha sido incluido en la lista de los 100 Héroes de la Libertad publicada por Reporteros sin Fronteras
Cumple prisión después de un proceso judicial que sus abogados consideran "kafkiano"
La Habana/Cuando entró en la cárcel en abril del pasado año, Ángel Santiesteban tenía 26 invitaciones internacionales para asistir a universidades, festivales de literatura y ferias del libro. No pudo cumplimentar ninguna. Su odisea comenzó después de abrir su blog Los Hijos que Nadie Quiso. Para él la literatura y el periodismo han sido desde el principio una fuente de problemas, pero también un acto de salvación espiritual.
Primero tuvo que liberarse de lo que él describe como el infierno: su paso adolescente por la temida prisión de La Cabaña, donde fue retenido durante más de un año por “encubrimiento” (delito del que fue finalmente absuelto), al no denunciar la salida ilegal de su hermana. Más tarde, tuvo que liberarse también del paraíso artificial que le correspondía por ser un escritor cubano merecedor de premios tan importantes como el entregado por la Casa de las Américas, por el relato de aquella cárcel cuyas imágenes aún lo asedian.
Ha preferido, sin embargo, mantenerse como el hombre sencillo que dice su verdad sin someterse a otros. Ha debido pagar un alto precio por ello. Encerrado en una trampa legal, lleva quince meses preso después de un proceso judicial que sus abogados califican de kafkiano. Su condena, a partir de pruebas falsas, por "violación de domicilio y lesiones" a su ex pareja tiene más de ajuste de cuentas políticas que de aplicación de justicia.
Desde el centro de reclusión donde se encuentra ahora, escribe textos de ficción y notas periodísticas.
Pregunta. ¿Cómo te enteraste de que estás en la lista de los 100 Héroes de la Libertad que publicó Reporteros sin Frontera (RSF)?
Respuesta. Mi hermana, que está en Miami, llamó por teléfono a mi familia aquí en Cuba y así me dieron la noticia. Al principio me sentí asustado. Es una responsabilidad que pesa.
P. ¿Qué representa para una persona expresarse libremente?
R. Antes de hacerlo quizá uno no lo ve como una necesidad porque nunca lo ha probado. En el blog, una vez que yo empecé a decir a camisa quitada lo que pensaba de las cosas fue una de las experiencias más grandes y emocionantes que haya vivido. Cuando empezaron las presiones familiares me cuestioné si valía la pena ese camino que me advertían que iba a ser de sufrimiento porque podía ir preso. Pero aquello era tan sabroso que dije: ese camino lo voy a transitar y adonde me lleve voy a ser feliz. De hecho siempre lo he dicho, yo estoy preso y soy feliz porque me siento más libre que muchos que están en la calle o en la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba).
P. ¿Alguna vez te autocensuraste?
R. Como soy escritor siempre sentí estar jugando con la autocensura. Primero con la estética y después con la política. Los maestros de los talleres literarios donde participé decían que no vale la pena que te censuren un libro por un cuento cuando puedes alcanzar con el libro a los lectores. "No sacrifiques a todos los hijos si puedes matar a uno", me decían. Ahí comienza la autocensura, pero a la vez es una lucha interna que uno tiene de sentirse asqueado.
P. ¿Y el periodismo? ¿Cuándo llegó a tu vida?
R. Coincidió con un viaje a la República Dominicana en 2008. Siempre tuve el sueño de ser un periodista que tuviera una esquinita en la última página de un periódico, para poder decir lo que yo pensaba de las cosas. Entonces alguien me recomendó leer el blog Generación Y y quedé admirado. No sabía qué cosa era un blog, ni que aquella posibilidad existía hasta que Camilo Venegas, el poeta, me ayudó a abrir Los Hijos que Nadie Quiso y cuando regresé a Cuba seguí actualizándolo.
"Abel Prieto, que era presidente de la UNEAC me dijo que para publicar el libro tenía que quitar cinco cuentos"
P. Algunos de tus cuentos y novelas dejan la impresión de ser grandes reportajes. Echas mano del realismo y haces críticas abiertas al Gobierno. ¿Cómo lograron pasar la censura oficial?
R. Creo que ejercité poco la autocensura, pero sí sentí la censura oficial. En el año 1992 me llamaron para decirme que había ganado el premio Casa de las Américas por el libro Sur, latitud 13, sobre la guerra de Angola. Cuando llegué, a las siete de la noche, ya no era “el premio Casa". Abilio Estévez estaba en el jurado y me contó cómo había sido. La Seguridad del Estado lo llevó a una habitación, allí le dijeron que no podían premiar ese libro porque de hacerlo iban a dañarme. El jurado, para "protegerme", decidió no premiarme. Después a ese libro le cambié el título, le puse Sueño de un día de verano, lo mandé a la UNEAC y gané el premio Luis Felipe Rodríguez de 1995.
Te voy a contar algo inédito. En el año 1998 Abel Prieto, que era presidente de la UNEAC, me dijo que para publicar el libro tenía que quitar cinco cuentos. Yo le dije que si tenía que sacar un cuento de ahí que lo olvidara. Entonces me dijo: ¿Qué tú necesitas; quieres un carro, una casa? Yo necesitaba una casa en aquel momento. Al final el libro salió sin esos cinco cuentos.
P. ¿Y nunca los publicaste?
R. Con esos cuentos y otros que me habían censurado en Casa de las Américas conformé Los Hijos que Nadie Quiso. El libro se llama así porque son los cuentos que nadie quiso y ese título se convirtió después en el nombre de mi blog.
"Me doy cuenta de que es necesario hacer oposición al Gobierno desde la perspectiva de los Derechos Humanos"
P. ¿Es cierto que te negaste a ver a Fidel Castro cuando recibiste el premio Casa de las Américas por segunda vez, en 2006?
R. Todos los años Fidel Castro recibía a los premios Casa y los jurados de ese año. La misma noche de la premiación me dicen que la guagua estaba abajo esperando por mí para llevarnos al Palacio de la Revolución. Yo siempre dije desde el año 1992 que esa noche era tan importante para mí que yo no la iba a compartir con unos desconocidos. Aunque fuese en el Malecón yo la iba a compartir solo con mi familia y mis amigos, que eran los que me habían ayudado a crear. Y así fue.
P. ¿Y por qué buscarte el problema de abrir un blog crítico con el Gobierno si ya tenías toda esta obra publicada y premiada?
R. Lo primero es que hay que ser honesto con lo que se piensa. Es como la literatura: uno no se propone escribir contra el Gobierno. No se dice: voy a hacer un cuento crítico con el Gobierno. Es una sensación que cala en ti, y cuando lo escribes, por suerte o por desgracia, porque de verdad uno no lo escoge, sale crítico con el Gobierno. Ellos mismos me fueron empujando con sus injusticias a ser más crítico.
P. ¿Ha valido la pena?
R. Aquí, viéndome ahora, si me dijeran de ir hacia atrás lo comenzaría a hacer con más fuerza. En este tiempo recorrido me doy cuenta de que es necesario el blog, de que es necesario hacer la oposición al Gobierno desde la perspectiva de los Derechos Humanos. A mí lo único que me pesa es no haberlo hecho con más fuerza desde el principio.