1/18Miles de personas participan en protestas este sábado en varias ciudades mexicanas para conmemorar el primer aniversario de la desaparición de los 43 estudiantes
/ Luz Escobar/14ymedio 2/18Los padres de los 43 estudiantes mexicanos desaparecidos expresaron este viernes decepción tras la reunión que tuvieron con el presidente Enrique Peña Nieto, y aseguraron que serán la "piedra en el zapato" del Gobierno en su búsqueda de justicia.
/ Luz Escobar/14ymedio 3/18Los jóvenes estudiaban para ser maestros de zonas rurales en la Escuela Normal de Ayotzinapa, creada en los años veinte como parte de los planes de estudio del México posrevolucionario
/ Yaiza Santos 4/18Las escuelas 'normales' se crearon con la intención de formar maestros que enseñaran en las zonas más recónditas del país habitadas por indígenas y pobres
/ Gastón García Marinozzi 5/18'Ayotzinapa' significa en náhuatl 'lugar de tortugas'. Este animal es el símbolo de la escuela, reproducido aquí y allá por las instalaciones
/ Gastón García Marinozzi 6/18El presidente Lázaro Cárdenas favoreció económicamente a las escuelas normales. Durante su Gobierno (1934-1940), se incluyó en sus planes de estudio la educación socialista, algo que continúa hasta hoy
/ Yaiza Santos 7/18Las escuelas normales, y especialmente Ayotzinapa, enclavada en el bravo estado de Guerrero, nunca han ocultado su carácter radical
/ Yaiza Santos 8/18Esta escuela formó, entre otros, a Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, que encabezaron los principales movimientos guerrilleros en México de los años sesenta y setenta
/ Yaiza Santos 9/18Los alumnos de primer curso, muchachos que han terminado todos los grados de escolaridad obligatoria en general con buen promedio, pasan una "semana de prueba", en la que les rapan a cero el cabello y han de "demostrar", en distintas tareas físicas, que son hijos de campesinos
/ Yaiza Santos 10/18A los "novatos" también se les encargan las labores de "boteo" o recaudación, como la que les llevó a Iguala el año pasado: iban a tomar autobuses para participar en la manifestación del 2 de octubre en la Ciudad de México, que conmemora todos los años la matanza de estudiantes en 1968 en la Plaza de Tlatelolco
/ Yaiza Santos 11/18El 12 de diciembre de 2013, los estudiantes detuvieron la Autopista México-Acapulco y prendieron fuego a una gasolinera, incendio en el que murió un empleado. La policía los desalojó y en los enfrentamientos mataron a tres estudiantes
/ Yaiza Santos 12/18Ayotzinapa es un internado. A los alumnos, en su mayoría procedentes de zonas deprimidas de Guerrero, Michoacán y Oaxaca, se les ofrece alojamiento, uniformes y tres comidas al día. Visitan a sus familias cada dos fines de semana
/ Gastón García Marinozzi 13/18La escuela es sólo para varones, pero desde la desaparición de los 43 en Iguala, habilitaron cuartos donde se alojan familiares y amigos de las víctimas, además de todo el que llegue a apoyar su causa
/ Gastón García Marinozzi 14/18Los padres de los 43 nunca han creído la versión oficial de los hechos: que los muchachos fueron asesinados por sicarios Guerreros Unidos, a cuyo servicio estaban la policía y el alcalde de Iguala
/ Yaiza Santos 15/18Los padres de los jóvenes se van turnando para salir a las marchas. Los que se quedan, se congregan en la cancha de baloncesto, donde se encuentra, por ejemplo, este anaquel a modo de farmacia
/ Gastón García Marinozzi 16/18Damián Arnulfo, padre de Felipe, es de Cochoapa, el pueblo más pobre de México. En su precario español –su lengua es el mixteco– cuenta que su hijo "cumple" este septiembre 20 años, que él y su hija Librada son los únicos que le quedan, que al mayor se lo mataron hace dos años unos ladrones de vacas
/ Gastón García Marinozzi 17/18Desde el año pasado, los estudiantes de la escuela han estado en huelga, y tres de las aulas más grandes han servido de almacén de alimentos para los que pueblan las instalaciones
/ Gastón García Marinozzi 18/18A la Escuela de Ayotzinapa ya llegó una nueva generación de estudiantes, pero cada día sigue igual al anterior. Los padres siguen esperando a sus hijos vivos
/ Gastón García Marinozzi