EE UU califica de "golpe de Estado" lo ocurrido en Birmania y restringe su ayuda

La asonada aísla al país asiático y pone en peligro sus progresos económicos

El presidente interino de Birmania, Myint Swe, en el centro, y otros miembros militares del Consejo Nacional de Defensa y Seguridad, en el Palacio Presidencial en Naypyitaw, Birmania. (EFE/EPA/Equipo de Información Militar)
El presidente interino de Birmania, Myint Swe, en el centro, y otros miembros militares del Consejo Nacional de Defensa y Seguridad, en el Palacio Presidencial en Naypyitaw, Birmania. (EFE/EPA/Equipo de Información Militar)
Eric San Juan

02 de febrero 2021 - 15:40

Washington/Ho Chi Minh/(EFE).- El Departamento de Estado de EE UU. calificó este martes de "golpe de Estado" lo ocurrido en Birmania y anunció que restringirá la ayuda dirigida al Gobierno birmano, aunque continuará ofreciendo asistencia humanitaria a la población, incluida la que recibe la minoría rohinyá.

"Después de haber revisado los hechos y las circunstancias, hemos concluido que Aung San Suu Kyi, la líder del partido en el poder, y Win Myint, el debidamente elegido presidente birmano, fueron depuestos en un golpe militar el 1 de febrero", dijo una alta funcionaria del Departamento de Estado durante una rueda de prensa telefónica.

La designación de los sucedido como "golpe de Estado" significa que Washington inmediatamente revisará los 108 millones de dólares que había aprobado para Birmania en este año fiscal.

Sin embargo, la decisión tiene un valor simbólico, ya que "muy poco" de esos fondos van directamente al Ejecutivo birmano y la mayoría se dirigen a la sociedad civil, según la citada funcionaria, quien no ofreció cifras concretas sobre la cantidad de asistencia que se podría ver afectada.

Lo que hará, a partir de ahora, el Departamento de Estado será revisar cualquier ayuda que pueda beneficiar "indirectamente" a los militares, indicó la fuente

Lo que hará, a partir de ahora, el Departamento de Estado será revisar cualquier ayuda que pueda beneficiar "indirectamente" a los militares, indicó la fuente.

Estará exenta de cualquier restricción la asistencia humanitaria que reciben los miembros de la minoría rohinyá, mayormente musulmana, y que en agosto de 2017 fue perseguida y reprimida violentamente por el Ejército birmano en unos hechos que la ONU calificó de "ejemplo de libro de limpieza étnica".

También continuarán los programas de EE UU para apoyar la democracia en Birmania e incentivar la participación de la sociedad civil, detalló la funcionaria. Además, como ya hizo la Casa Blanca, la citada fuente pidió a los militares birmanos que liberen a los políticos detenidos y advirtió de que EE UU tomará "acciones" contra los responsables.

Por último, reveló que la embajada de EE UU en Birmania ha tratado de contactar con Suu Kyi, quien se encuentra en arresto domiciliario en su residencia de la capital, y con otros líderes detenidos en sus viviendas, pero que hasta ahora esos intentos no han dado resultados.

Por otro lado, Washington está evaluando si debe volver a imponer las sanciones que levantó a Birmania durante la última década, a medida que el país avanzaba hacia una incipiente y frágil transición democrática, anunció ayer lunes el presidente estadounidense, Joe Biden.

Hasta ahora, EE UU se había referido a lo ocurrido en Birmania como "toma de poder por parte de los militares" y no había usado las palabras "golpe de Estado". El poderoso Ejército de Birmania ha justificado su golpe de Estado por un supuesto fraude en las elecciones de noviembre de 2020.

El golpe, del que había rumores desde la semana pasada, fue ejecutado el día en el que el Parlamento tenía previsto celebrar su primera sesión de la legislatura tras las elecciones de noviembre, en las que la Liga Nacional para la Democracia (LND), formación de Suu Kyi, consiguió revalidar el poder con una abrumadora victoria. El Ejército de Birmania gobernó el país entre 1962 y 2011, cuando se inició una transición controlada hacia la democracia.

Con la asonada del lunes, los militares no solo borraron todos los progresos democráticos que ellos mismos habían impulsado en la última década, sino que corren el riesgo de aislarse del resto del mundo

El suceso ha hundido las esperanzas puestas por Occidente en la democracia de Birmania, único país del Sudeste Asiático donde se esperaban ciertos avances en este sentido, y podría frenar su lento despegue económico afectado por sanciones y la huida de inversores.

Con la asonada del lunes, los militares no solo borraron todos los progresos democráticos que ellos mismos habían impulsado en la última década, sino que corren el riesgo de aislarse del resto del mundo, en especial Europa y EE UU, que estaban cuidando con mimo sus relaciones con el país para salvaguardar su transición democrática y limitar la influencia de China.

La Unión Europea, que condenó "enérgicamente" el golpe, no ha llegado a hablar de sanciones, aunque no serían sorprendentes de mantenerse la situación creada por los militares y los arrestos de la líder de facto del Gobierno, Aung San Suu Kyi, miembros del Gobierno, presidentes regionales, políticos de su partido -la Liga Nacional para la Democracia (LND)-, activistas y artistas.

La fragilidad de su transición democrática le valió a Birmania un trato preferente que explica por qué ha disfrutado del programa Todo Menos Armas, que elimina los aranceles para todos los productos menos armamento

La UE había sido muy cautelosa en su imposición de sanciones a Birmania por las atrocidades cometidas contra la minoría rohinyá y había preferido dirigir sus acciones contra el estamento militar, pero no contra todo el país.

La fragilidad de su transición democrática le valió a Birmania un trato preferente que explica por qué ha disfrutado del programa Todo Menos Armas (EBA, por sus siglas en inglés), que elimina los aranceles para todos los productos menos armamento y del que ha sido apartada Camboya por sus abusos contra los activistas pro derechos humanos.

La UE utiliza el EBA para dar facilidades comerciales a países en desarrollo con la condición de que respeten los derechos humanos y laborales incluidos en las convenciones de la Organización Internacional del Trabajo de Naciones Unidas (OIT).

Tanto la UE como Japón abogaban por no ser duros con un país con las contradicciones propias de una transición democrática, sobre todo en un contexto en que países de la región como Tailandia, Camboya y Filipinas han vivido claros retrocesos democráticos.

Tras la asonada militar, no quedaría ningún argumento, más allá de los meros intereses comerciales, para que Birmania mantenga ese estatus privilegiado.

En el otro lado de la balanza se situó China, cuyo gobierno afirmó este martes que los movimientos de la comunidad internacional "no deben dañar la estabilidad" política y social de Birmania, sino "ayudar a promover una solución pacífica y evitar más conflicto".

China, que asegura estar negociando con todos los sectores implicados, confía en que todas las partes en Birmania "resuelvan correctamente sus diferencias de acuerdo con la Constitución y la ley".

En el otro lado de la balanza se situó China, cuyo gobierno afirmó este martes que los movimientos de la comunidad internacional "no deben dañar la estabilidad" política y social de Birmania, sino "ayudar a promover una solución pacífica y evitar más conflicto"

Sea cual sea el alcance de las sanciones, los analistas coinciden en que este golpe tendrá efectos nocivos sobre la economía, como advirtió el Banco Mundial (BM) en un comunicado en la noche del lunes.

Este organismo, que en 2020 concedió a Birmania préstamos por valor de más de 900 millones de dólares (747 millones de euros), recalcó su compromiso con la transición democrática birmana en la última década, en la que el porcentaje de birmanos en la pobreza bajó hasta el 25 por ciento, la mitad que en 2005.

"Estamos preocupados por la seguridad de la población de Birmania, incluidos nuestro personal y nuestros socios, y estamos preocupados por el cierre de los canales de comunicación tanto dentro de Birmania como con el resto del mundo", dijo el organismo.

Las primeras consecuencias económicas de la inestabilidad política empiezan a ser palpables, con movimientos empresariales como el de la japonesa Suzuki Motor, que ha decidido paralizar la producción de las dos plantas que posee en Birmania para garantizar la seguridad de sus 400 empleados.

La multinacional nipona tomó esta decisión pocas horas después del golpe y por ahora no ha determinado cuándo reabrirá sus instalaciones en las que produce unos 11.000 vehículos anuales.

Aat Pisanwanich, director del centro internacional de estudios de la Cámara de Comercio de Tailandia estimó, en declaraciones al Bangkok Post, que espera que la situación recobre la normalidad cuando pase un mes del golpe, pero los efectos dependerán de la reacción de la comunidad internacional.

Conforme al estado de emergencia decretado, los militares mantendrán el poder durante un año y celebrarán elecciones, en una fecha no precisada, para entregar el poder al partido vencedor en las urnas.

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