El infierno de Auram al Kubra, cuando el objetivo es la ayuda humanitaria
(EFE).- Ali Barakat no puede quitarse de la cabeza el infierno que vivió hace dos días en Auram al Kubra, en la provincia siria de Alepo, donde durante más de dos horas perdió de vista a su tío Omar, durante el bombardeo contra un convoy humanitario, antes de encontrar su cadáver entre los escombros.
En esa jornada fatídica, Ali trabajaba junto a su familiar en el almacén de la Media Luna Roja Siria (SARC, en sus siglas en inglés) en esa localidad del oeste de Alepo, donde reside.
"Ese día llegaron 31 camiones de un convoy con ayuda internacional, organizado a través de SARC", rememora Ali en una conversación telefónica con Efe desde Auram al Kubra tras salir milagrosamente ileso del ataque.
Justo cuando empezaron a clasificar las cajas que contenían la asistencia, aparecieron los primeros helicópteros militares, Ali comenta que sería un poco más tarde las 19.00 hora local.
"Vinieron varios helicópteros que arrojaron barriles de explosivos, luego surgieron dos aviones de guerra que lanzaron cohetes y después regresaron los helicópteros" -recuerda- "Pudo haber más de 25 bombardeos contra los camiones de la caravana, que resultaron destruidos".
"Gracias a Dios yo pude salvarme, cuando cayó el primer barril, yo estaba en la puerta del almacén, salí despedido hacia fuera y quedé tendido en el suelo, pero mi tío Omar se quedó dentro"
"Gracias a Dios yo pude salvarme, cuando cayó el primer barril, yo estaba en la puerta del almacén, salí despedido hacia fuera y quedé tendido en el suelo, pero mi tío Omar se quedó dentro", lamenta el sobrino.
Durante dos horas, él y otros empleados y voluntarios de SARC intentaron acceder al interior del almacén para sacar a los que se quedaron atrapados allí, pero fue imposible por la intensidad de los bombardeos contra el edificio.
Cuando pudieron entrar ya era demasiado tarde.
Omar, de 42 años y con nueve hijos, era el responsable de SARC en Auram al Kubra y llevaba trabajando en esta organización desde hacía seis años, era una persona conocida por su generosidad con los demás, relata su sobrino.
Junto a él perdieron la vida doce civiles, un voluntario de SARC y cinco conductores de los camiones, subraya Ali, que advierte de que posiblemente la cifra definitiva sea superior, porque "había unas cuarenta personas trabajando en el almacén en el momento del ataque y hay desaparecidos".
"Habría que pedirle a la ONU que pregunte por qué aviones rusos y sirios nos bombardearon, ya que nosotros somos una organización de ayuda"
Según los datos del Movimiento Internacional de la Cruz Roja, al menos veinte civiles fallecieron, más un empleado de SARC, Omar Barakat.
Ali todavía no se explica cómo ha podido ocurrir esta tragedia: "Habría que pedirle a la ONU que pregunte por qué aviones rusos y sirios nos bombardearon, ya que nosotros somos una organización de ayuda", se quejó.
La autoría del ataque es aún confusa, ya que mientras que EE UU y la Coalición Nacional Siria (CNFROS), principal alianza opositora, han achacado a Rusia su responsabilidad; tanto Moscú como Damasco han negado cualquier implicación.
Ali destaca que los convoyes de la SARC son conocidos y siempre llevan el emblema de la organización, "incluso en este (la caravana bombardeada) estaba el logotipo de Unicef", afirma.
Además, remarca, la caravana había recibido autorización del Gobierno para acceder al área donde se ubica Auram al Kubra, un pueblo de unos 30.000 habitantes.
"El convoy había obtenido la aprobación del régimen y llegó a través de zonas bajo el control de las autoridades", asegura.
Ali destaca que siempre que se desarrolla una distribución de ayuda humanitaria se adoptan medidas de seguridad. "Está prohibido que ninguna parte (en conflicto) trabaje con nosotros y que seamos objetivo de ataques".
El cargamento de asistencia no solo se dirigía a Auram al Kubra, sino que tenía previsto continuar por otras zonas del norte y el oeste de Alepo.
Desafortunadamente, la caravana no pudo seguir el lunes su camino, aunque Ali quiere continuar con la labor de ayuda a sus compatriotas.
"Nos bombardearon y golpearon, pero no abandonaremos nuestra misión humanitaria, y si Dios quiere proseguiremos", concluyó.