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Una diversa coalición de Gobierno en Israel derroca a Netanyahu, fin de una era

Benet, nuevo primer ministro de Israel a la derecha del saliente, deberá liderar un Ejecutivo compuesto por opciones políticas antitéticas

El nuevo primer ministro israelí, Naftali Bennett (dcha), con Yair Lapid, ministro de Exteriores y futuro mandatario. (EFE)
Sara Gómez Armas / Joan Mas Autonell

14 de junio 2021 - 11:12

Jerusalén/(EFE).- El llamado Gobierno del cambio, formado por una amplia y diversa amalgama de ocho partidos políticos de todas las ideologías, derrocóeste domingo al todopoderoso Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel los últimos doce años, al lograr ser ratificado por un estrecho margen en una tensa y crispada sesión parlamentaria.

La jura del nuevo gobierno -con 60 votos a favor, 59 en contra y una abstención-, calificada como "histórica" por la prensa de referencia israelí, supone además el fin de más de dos años de bloqueo político, en los que se han celebrado hasta cuatro elecciones.

"Si estamos destinados a la oposición, lo haremos con la cabeza en alto hasta que depongamos a este peligroso Gobierno", advirtió Netanyahu, en un discurso entre amenazante y de aceptación de derrota, en la apertura de la sesión de la Knéset (Parlamento), unas horas antes de la votación que confirmó el final de su andadura al frente de Israel -el fin de una era-, aunque prometió que este no sería final de su carrera política.

La jura del nuevo gobierno -con 60 votos a favor, 59 en contra y una abstención-, calificada como "histórica" por la prensa de referencia israelí, supone además el fin de más de dos años de bloqueo político

El jefe de Gobierno más longevo de la historia de Israel, un total de 15 años (1996-99 y 2009-2021), recordó que ya fue capaz de conquistar el poder tras dos estancias en la oposición.

También presumió de sus logros: convertir el país en potencia de seguridad y tecnología, plantar cara a Irán, el "éxito" de la reciente ofensiva en Gaza contra Hamás, o los Acuerdos de Abraham que han modificado el equilibrio de fuerzas en Oriente Medio, algo que resaltó como triunfos personales en la arena internacional.

Pero Netanyahu, criticado por su retórica incendiaria y posturas cada vez más orientadas a la derecha nacionalista, también ha sido en parte responsable de la creciente polarización de la sociedad israelí, un nivel de crispación que se replicó ayer en el Parlamento.

De hecho, la intervención del nuevo primer ministro, el ultranacionalista religioso Naftali Benet, prevista de diez minutos de duración, se prolongó durante casi lo una hora ante las continuas llamadas al orden a diputados del Likud de Netanyahu, formaciones ultraortodoxos y del Partido Sionista Religioso, que le interrumpían, increpaban e insultaban.

"Es el momento de pasar el liderazgo de la nación y el Estado a la próxima generación", indicó Benet, al tiempo que, conciliador, agradeció a Netanyahu -antiguo mentor convertido en rival político- sus años de servicio a Israel a pesar de sus discrepancias y de las acusaciones de éste de "traicionar a los votantes de derecha" por unirse al nuevo gobierno.

La intervención del nuevo primer ministro, el ultranacionalista religioso Naftali Benet, prevista de diez minutos de duración, se prolongó durante casi lo una hora ante las continuas llamadas al orden a diputados del Likud y del Partido Sionista Religioso

Benet, líder del partido Yamina, abogó por la unidad y reconciliación nacional al frente de este insólito "gobierno del cambio", una coalición que aglutina a formaciones de todo el arco ideológico, desde ultranacionalistas religiosos hasta izquierdistas pacifistas, pasando por derechistas neoliberales, centristas laicos y, por primera vez, un partido árabe islamista.

"En este momento, también nos enfrentamos a un desafío interno, a la división prolongada en nuestra nación (...). Esta deriva nos ha enviado a una elección tras otra, al odio y lucha entre hermanos", lamentó Benet, quien desde el anuncio del ejecutivo apaciguó su habitual discurso extremista y dejó a un lado temas polémicos como las colonias en Cisjordania, que solía defender con fervor, o el proceso de paz con Palestina, al que se oponía sin miramientos.

El líder pro-colono Benet asumirá la jefatura del Gobierno los dos primeros años, tras llegar a un pacto de rotación con el centrista laico Yair Lapid, cabeza de Yesh Atid (Hay Futuro), quien lo ocupará los dos siguientes, a pesar de que su partido fue la segunda fuerza más votada tras el Likud, con 17 escaños, mientras que Yamina solo obtuvo siete -aunque uno ya se ha desmarcado de la coalición-.

Nacido en la urbe de Haifa en 1972 en una familia judía emigrada de EE UU, el flamante primer ministro fue socio cercano de Netanyahu, ocupó carteras como Defensa o Educación en Ejecutivos anteriores y resultó en muchas de las coaliciones que mantuvieron en el poder al jefe de Gobierno saliente, las cuales integró de 2013 a 2020.

Con la cabeza coronada con una kipá (solideo judío), Benet es un religioso de línea moderada, militar en la reserva y un exempresario multimillonario de perfil ideológico más derechista que Netanyahu, que ha ido virando hacia posiciones más pragmáticas para acabar con el bloqueo político de Israel y llegar al cargo de primer ministro.

Su partido, Yamina, obtuvo 7 escaños en los comicios de marzo, y pese a ser una cifra baja en una Cámara de 120 con otras fuerzas con representación similar o mayor, se erigió en actor clave al ser una de las formaciones con capacidad para inclinar la balanza tanto hacia Netanyahu como hacia el denominado "bloque del cambio", por el que finalmente se decantó.

Liderará un Ejecutivo de gran diversidad ideológica, incluso antitética, integrado por grupos que van desde la izquierda hasta la extrema derecha, incluyendo a un partido árabe islamista

Liderará un Ejecutivo de gran diversidad ideológica, incluso antitética, integrado por grupos que van desde la izquierda hasta la extrema derecha, incluyendo a un partido árabe islamista.

"Para que el Ejecutivo tenga éxito, necesitamos que todos los socios actúen con contención", aseguró Benet ya hace semanas, en un tono conciliador que mantuvo en su discurso en el Parlamento, donde llamó a la unidad tras años de polarización con Netanyahu.

Aún así, como remarcó semanas atrás, su Ejecutivo -también formado por fuerzas de centro e izquierda favorables a un proceso de paz con los palestinos- "no entregará territorios", en referencia a la ocupación sobre Cisjordania y Jerusalén Este, ni dudará en lanzar una operación militar "si es necesario", como la última ofensiva de mayo del Ejército israelí contra las milicias palestinas de Gaza.

"Espero que el alto el fuego" vigente con el movimiento islamista Hamás en la Franja "se mantenga", pero si este último "elige usar la violencia" contra Israel, "chocará con un muro de acero", alertó.

El mismo Benet es un viejo veterano en la tradición militar que impregna Israel: en 1990 inició el servicio obligatorio como soldado y ascendió hasta comandante en una de las fuerzas de combate más prestigiosas del país, la unidad de élite Sayeret Matkal. No se trata de un caso único: otros líderes, como el mismo Netanyahu o el ex primer ministro Ehud Barak, también pasaron por ella previamente.

Al éxito castrense de Benet se suma el empresarial: con solo 26 años fundó una empresa emergente de alta tecnología dedicada al antifraude, Cyota, con la que se hizo millonario al venderla en 2005 por 145 millones de dólares.

En 2006 volvió al Ejército para participar en la Segunda Guerra del Líbano y entró en política como miembro del partido Likud de Netanyahu, de quien fue asesor y estrecho colaborador durante 16 meses, hasta 2008. Sin embargo, pese a la química inicial y a que Netanyahu fue uno de los primeros referentes políticos de Benet, los desencuentros y la enemistad entre ambos crecieron hasta cortar sus lazos.

Benet se volcó entonces en impulsar su propia agenda: entre 2010 y 2012 fue director general de Yesha, órgano que agrupa a los líderes colonos de Cisjordania, y fundó el colectivo ultranacionalista "Israel Shelí" (Mi Israel) con Ayelet Shaked, otra emblemática líder derechista que ha sido hasta ahora su número dos.

Desde entonces, con su imagen pulcra y un inglés impecable que lo proyectó también internacionalmente, Benet defendió las viejas ideas de la derecha más extrema, como el rotundo rechazo a la creación de un Estado palestino, la expansión de colonias o la anexión de dos tercios de Cisjordania ocupada

Tras los comicios de 2013, ambos entraron por primera vez en el Parlamento con el partido Habait Hayehudí (Hogar Judío), que fue cuarta fuerza tras una campaña en la que expuso un mensaje nacionalista y militarista con tono moderno y estrategia comunicativa innovadora basada en medios y redes sociales como Youtube, Facebook o Twitter.

Desde entonces, con su imagen pulcra y un inglés impecable que lo proyectó también internacionalmente, Benet defendió las viejas ideas de la derecha más extrema, como el rotundo rechazo a la creación de un Estado palestino, la expansión de colonias o la anexión de dos tercios de Cisjordania ocupada, un proyecto que el mismo Netanyahu quiso poner en marcha el año pasado pero que quedó aparcado.

Sin embargo, el ultranacionalista -que a diferencia de otros líderes políticos israelíes no vive en un asentamiento, sino en Raanana, una localidad acaudalada cerca de Tel Aviv- deberá moderar sus posturas para encabezar un Gobierno heterogéneo que acabe con la "división prolongada" en Israel o abra "un nuevo capítulo" en las relaciones con la población árabe-israelí, según aseguró ayer mismo.

Yair Lapid, una estrella de la televisión convertido en político, sacrificó su liderazgo para seducir a Benet -situado a la derecha de Netanyahu- hacia la coalición del cambio con el único propósito común de desbancar del poder al hasta ahora primer ministro, ya que sus escaños eran la llave para sumar una mayoría pese al difícil encaje ideológico de Yamina.

"Esta es una coalición complicada, quizás la más complicada en la historia del país, pero la razón de su creación es realmente simple: era su hora.(...) Es hora de cambiar el sistema operativo, es hora de un cambio de generación", tenía previsto decir Lapid en su discurso en el parlamento, aunque optó por cancelarlo ante el clima de alboroto en la Knéset, tras reprender a los parlamentarios de la ahora oposición por su actitud "vergonzante".

Hasta que asuma el cargo de primer ministro en 2023, Lapid tendrá la cartera de Exteriores, donde se ha comprometido a recomponer la imagen de Israel en el exterior y entablar una buena relación con la administración de Joe Biden

Hasta que asuma el cargo de primer ministro en 2023, Lapid tendrá la cartera de Exteriores, donde se ha comprometido a recomponer la imagen de Israel en el exterior y entablar una buena relación con la administración de Joe Biden en EE UU, frente al tándem Netanyahu-Trump de la etapa anterior.

También destacan dos figuras fuertes de larga trayectoria política dentro del nuevo Gobierno, que como Benet, proceden de las filas del Likud y trabajaron codo con codo con Netanyahu en el pasado: el ultraderechista laico Avigdor Lieberman, líder de Israel Nuestro Hogar y exministro de Exteriores y Defensa, ocupará la cartera de Finanzas; y Guideon Saar, del partido derechista Nueva Esperanza, será ministro de Justicia.

El ministro de Defensa seguirá siendo Beny Gantz, de Azul y Blanco (centro-derecha), quien lideró la campaña militar contra las milicias palestinas de Gaza el mes pasado e integró el Gobierno saliente que lideraba Netanyahu, aunque sus disputas internas fueron irreconciliables y la coalición cayó al cabo de pocos meses.

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