La aguda división militar ensombrece un acuerdo político en Libia

Miembros de una milicia se enfrentan a sus rivales en Bir al-Ghanam, Libia. (EFE)
Miembros de una milicia se enfrentan a sus rivales en Bir al-Ghanam, Libia. (EFE)
Mohamad Abdel Malek

17 de diciembre 2015 - 12:57

Trípoli/(EFE).- La guerra que desde hace un año y medio ensangrenta la ciudad oriental de Bengasi y las discrepancias en torno a la formación de un mando militar se erigen como una densa sombra sobre el acuerdo político que los máximos representantes de los gobiernos de Trípoli y Tobruk firmarán este jueves a título personal.

Aqila Salah, presidente del Congreso de los Diputados en Tobruk, y Nouri Abu Sahmein, presidente de la Cámara rebelde en Trípoli, se reunieron el martes en Malta por vez primera desde que en el verano de 2014 se quebrara la unidad política del país.

Un hito esperanzador que quedó ensombrecido al asegurar ambos que viajarán este jueves a la ciudad marroquí de Sjirat sin un mandato expreso de las dos Cámaras a las que representan para que este acuerdo sea oficial.

Un escollo al que anoche se sumó la comparecencia ante la prensa del controvertido general Jalifa Hafter, jefe de las fuerzas leales al gobierno de Tobruk.

Jalifa Hafter, el antiguo oficial gadafista recurrió a la excusa de la lucha contra el terrorismo para exigir una vez más el levantamiento del embargo que pesa sobre su país y el mando absoluto de las Fuerzas Armadas

En una rueda de prensa junto al enviado especial de la ONU para Libia, Martin Kobler, el antiguo oficial gadafista recurrió a la excusa de la lucha contra el terrorismo para exigir una vez más el levantamiento del embargo que pesa sobre su país y el mando absoluto de las Fuerzas Armadas.

"Si no se levanta, solicitaremos la participación de Rusia en la lucha contra el terrorismo en Libia", amenazó Hafter ante un atónito Kobler en la ciudad oriental libia de Al Merej.

"Los rusos están haciendo un muy buen trabajo contra el terrorismo y son serios en este sentido", agregó el oficial, en clara alusión a la intervención militar rusa en favor del régimen de Bachar al Asad en Siria.

"El terrorismo que padece Libia es diferente al de cualquier otra región del mundo. Hemos perdido este año muchas vidas de nuestros hijos y queremos que se levante el embargo", insistió.

En respuesta, el diplomático alemán manifestó su deseo de poner fin al restricción pero advirtió que solo será posible cuando haya en Libia "un Gobierno único" reconocido por el Consejo de Seguridad de la ONU.

"Una vez que el Ejecutivo se forme, se desbloquearán los mecanismos para el levantamiento del embargo de armas, y será ese gobierno de unidad nacional el que podrá solicitarlo al Consejo de Seguridad", subrayó.

Al hilo de este argumento, Kobler recordó que el actual proceso de diálogo implica que una vez lograda la unidad política se formará una comisión temporal de seguridad en la que "todo el mundo participará".

Es en este punto donde, según los expertos, reside el obstáculo que a día de hoy parece insalvable ya que el Parlamento de Trípoli y las milicias afines se niegan a que Hafter, de 72 años, regrese a la capital y asuma el mando militar conjunto, como exige Tobruk.

"Las milicias no se fían de Hafter. En realidad, pocos se fían de un general que hace un año y medio puso cerco a Bengasi para favorecer a Tobruk", explica a Efe un miembro de los servicios de Inteligencia europeos.

"Mientras no se logre una unidad militar, cualquier acuerdo político será frágil. Y a día de hoy, con Hafter en primera línea es casi imposible", agrega la fuente, que prefiere no ser identificada.

El general integró la cúpula militar que se levantó contra la monarquía de Idiss II y llevó al poder al derrocado Muamar al Gadafi en 1969.

Héroe de la guerra entre Libia y Chad en la pasada década de los setenta, conflictos con el dictador le convirtieron diez años después en uno de los principales opositores en el exilio.

El actual proceso de diálogo implica que una vez lograda la unidad política se formará una comisión temporal de seguridad en la que "todo el mundo participará"

Regresó al país en 2011, a través de la frontera con Egipto y con ayuda militar de los países del golfo Pérsico, en especial de Arabia Saudí, y enseguida maniobró entre los rebeldes hasta lograr ser nombrado este mismo año jefe de llamado Ejército regular libio.

En mayo de 2014, y con ayuda militar de Riad y El Cairo, lanzó una ofensiva para arrebatar el control de Bengasi, segunda ciudad en importancia del país, a las milicias islamistas aliadas de Trípoli.

Un año y medio después, los continuos bombardeos han obligado a huir a más de 100.000 personas, convertidas en desplazados internos, y no han logrado contener el avance de los grupos armados afines a la organización yihadista Estado Islámico (EI), que controlan algunos de los barrios abandonados.

Durante el fracasado proceso de diálogo tutelado en 2015 por el anterior enviado especial de la ONU, Bernardino León, Trípoli ya exigió el fin de los combates en Bengasi y el cese de Hafter como condiciones para firmar el acuerdo.

"Kobler nos ha prometido que estará de nuestro lado, no en contra de nosotros", declaró anoche Hafter. "Nuestras fuerzas nunca han sido un obstáculo (para la seguridad y el diálogo libio). Es urgente llegar a una solución rápida, sin perder más tiempo", afirmó.

Una declaración que incomoda al Parlamento en Trípoli, que previsiblemente rechazará el acuerdo de hoy en Sjirat, según dijo a Efe esta semana uno de sus miembros.

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