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Las FARC se despiden de sus armas con el fantasma del exterminio al acecho

Juan Manuel Santos en el acto de entrega del último contenedor de armas de las FARC y conversión de las zonas veredales en zonas de paz. (JuanManSantos)
Claudia Polanco Yermanos

16 de agosto 2017 - 09:49

Pondores (Colombia)/(EFE).- La excombatiente de las FARC Disney Ramírez nació hace 30 años en un campamento insurgente en el sur de Colombia. Desde que recuerda supo que combatir sería la razón de su vida pero hoy, con miedo, se enfrenta al reto de despedirse de las armas con el fantasma del exterminio rondando en su cabeza.

En Pondores, un pequeño poblado del sur del departamento de La Guajira, en la frontera con Venezuela, en donde fue instalada una de las 26 zonas veredales transitorias de normalización (ZVTN) en las que los guerrilleros se reunieron para entregar el armamento y reincorporarse a la sociedad, la mujer espera un nuevo comienzo.

"Soy hija de guerrilleros. Todos en mi familia son de las FARC y yo me uní definitivamente a los 13 años", dijo a Efe Ramírez.

De su niñez en Caquetá, un selvático departamento del sur del país, recuerda que cada vez que había un pueblo cerca su padre, Héctor Ramírez, alias Cuñado, la inscribía en la escuela.

"No tuve casa, como sí la tenían los otros niños que veía, pero nunca envidié eso porque yo amé y sigo amando la vida en la guerrilla. Es lo único que conozco y por eso tengo miedo del cambio"

Sin embargo, fue en el campamento, que desde siempre ha considerado su hogar, en donde aprendió a leer y escribir.

"No tuve casa, como sí la tenían los otros niños que veía, pero nunca envidié eso porque yo amé y sigo amando la vida en la guerrilla. Es lo único que conozco y por eso tengo miedo del cambio que se está dando", relató.

Como Disney, otros 7.000 guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que se acogieron al acuerdo de paz firmado con el Gobierno en noviembre pasado terminaron ayer de despedirse de ese objeto poderoso que por años les brindó seguridad: su arma.

Con la salida en Pondores del último contenedor con arsenal entregado por el movimiento insurgente más antiguo de América finalizó, en la práctica, un conflicto doloroso que duró 52 años.

Incluso a Disney la violencia también le pasó factura, pues su padre cayó muerto hace años en un combate con el Ejército Nacional.

Este martes, mientras escuchaba al presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y al número dos de las FARC, Luciano Marín Arango, alias Iván Márquez, decir que ahora las zonas veredales se convertirán en "Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación", la excombatiente no paraba de tomar fotos con su celular bajo el implicable sol de La Guajira.

"En las FARC me desempeñé como enfermera todo el tiempo y me gusta eso de ayudar a la gente. Por eso creo que ese va a ser mi futuro pero la verdad me preocupa mucho que estén matando camaradas"

"Estoy nerviosa. No pensé que esto fuera una realidad. Creí que iba a estar siempre en el monte pero toca seguir adelante porque la lucha ahora es personal y tiene que ver con que cada uno de nosotros sepamos qué queremos hacer y cómo vamos a recomenzar nuestras vidas", añadió.

Por el momento, Disney lo tiene claro. Quiero validar primaria y secundaria para poder ingresar a la universidad y estudiar enfermería.

"En las FARC me desempeñé como enfermera todo el tiempo y me gusta eso de ayudar a la gente. Por eso creo que ese va a ser mi futuro pero la verdad me preocupa mucho que estén matando camaradas".

Esa zozobra es compartida. En Pondores, aunque hubo alegría y expectación por parte de los guerrilleros en el acto de este martes, también había tensión en el ambiente.

El mismo Iván Márquez en diálogo con Efe aseguró que "es urgente garantizarles la seguridad a quienes empuñaron las armas y las están dejando por fe en Colombia".

"El Gobierno está comprometido, igual que la guerrilla, con la seguridad y en no permitir que asesinatos de milicianos como los que hemos visto en los últimos meses se repitan"

"Los asesinados de excombatientes tienen que parar, porque ya son varios y ese tipo de situaciones no pueden darse en un país en el que el mundo tiene esperanza", aclaró.

Para tratar de calmar los ánimos, el presidente Santos le enfatizó a Efe que el "Gobierno está comprometido, igual que la guerrilla, con la seguridad y en no permitir que asesinatos de milicianos como los que hemos visto en los últimos meses se repitan".

Por ello, aclaró, "si bien esta nueva etapa tras la entrega de las armas va a ser difícil, llena de obstáculos y desafíos, el mensaje que quiero enviarles a los guerrilleros rasos es que confíen en que las oportunidades van a llegar".

Y sí, los guerrilleros como Disney Ramírez confían, aunque sin dejar de lado el recelo que aprendieron "a las malas" en combate.

"Es una confianza mezclada con incertidumbre pero confianza al fin y al cabo en que todo va a salir bien, en que la desmovilización va a valer la pena, y en que vamos a estar vivos para recibir todo lo bueno que aún está por venir", puntualizó la ex insurgente.

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