Fracasa otro intento de retirar la estatua de Fidel Castro y Che Guevara en Ciudad de México

Ciudad de México/En el parque Tabacalera de Ciudad de México muy pocas personas se han enterado del llamado que la diputada América Rangel hizo este jueves en redes sociales para retirar una escultura de Fidel Castro y Ernesto Che Guevara. Rangel, que milita en las filas del conservador Partido Acción Nacional, buscaba emular la no menos pintoresca polémica generada por el llamado que vecinos de una playa de Progreso, en Yucatán, han hecho en redes para retirar una escultura del dios griego Poseidón, pues pregonan que su presencia en el malecón de la ciudad ha enfurecido al dios maya Chaac.

“Ahora que en Yucatán se están organizando para quitar la estatua de Poseidón, acá en la Ciudad de México debemos hacer lo mismo para quitar las estatuas de los asesinos Fidel Castro y el Che Guevara ¿Quién se apunta?”, publicó la diputada capitalina en su cuenta de X.

Pero la arenga de Rangel, que fue alimentada por algunos de sus seguidores, no surtió el efecto deseado fuera de la burbuja de redes sociales, y nadie llegó con cadenas para remover la escultura de bronce en tamaño real con la fuerza del motor de un picop, como habían dicho en los comentarios algunos de los que celebraban la idea.

No ha habido movimientos extraños en el parque, que está escondido detrás del Museo Nacional de San Carlos, y donde el tiempo transcurre a un ritmo distinto al del resto de la vertiginosa Ciudad de México. Ubicado en lo que algún día fue el jardín del Palacio del Conde de Buenavista, y ahora está enclavado en una de las zonas rojas de la metrópoli donde prostitutas trans negocian con sus clientes las tarifas de sus servicios o como punto de venta de drogas, especialmente cocaína y cristal de mala calidad.

Hay muchas personas en situación de vulnerabilidad, también mucha venta de drogas

“Por lo regular hay muchas personas en situación de vulnerabilidad, también mucha venta de drogas, personas que llegan hasta aquí para drogarse. Ya hace tiempo que se deterioró el ambiente”, comentó a 14ymedio un guardia de seguridad del museo, cuya tarea principal es custodiar una entrada que da directamente al parque y a las dos figuras fundidas en bronce sentadas en un banco, como si se tratara de cualquier pareja.

“Para mí es una aberración tener estas estatuas aquí", comenta un vecino que pasea a su perro. “Tenemos infinidad de héroes nacionales, para qué vamos a tener a estos individuos, si Castro fue un dictador”, explica Roberto Domínguez Ortiz, un hombre de 84 años que lleva más de 40 viviendo frente al parque.

Decenas de personas sin hogar pernoctan en el lugar tras pasar su día pidiendo dinero a los automovilistas a cambio de limpiar los parabrisas en los semáforos o recolectan cartón y botellas de plástico, por los que pueden ganarse algunas monedas en los centros de reciclaje.

Juan es uno de ellos. Luego de escuchar atento a su octogenario vecino, se acerca y cuestiona por qué pusieron a Castro y a Guevara en aquel lugar. "¿No deberían estar en otro lado? En Cuba, por ejemplo?". Cuenta que el banco donde Fidel y el Che están fumando un cigarro y una pipa, respectivamente, es “uno que se rompió, porque una vez le cayó un árbol”.

Castro y Guevara están mirando hacia una inmensa fuente —ahora sin agua—  que se ha convertido en bañera y lavadero de los inquilinos del parque. Juan, que no sobrepasa los 30 años, y luce una barba desaliñada junto a algunos tatuajes en el antebrazo derecho, dice con sorna que Fidel y el Che muchas veces sirven de tendederos donde secar la ropa recién lavada en la fuente.

Castro y Guevara fueron colocados en este parque porque este se encuentra a unas cuadras del edificio donde se conocieron mientras vivieron en México. En la fachada del edificio donde tuvo lugar el encuentro destaca una placa, en donde se lee: “En este lugar de la Cuauhtémoc (barrio de la ciudad) fue donde se produjo, en el mes de julio de 1955, el primer encuentro entre Fidel Castro Ruz y Ernesto Guevara de la Serna. En honor al protagonismo que ambas personalidades han tenido en la lucha revolucionaria de América Latina”.

El edificio es un armatoste de tres pisos ubicado en el número 49 de la calle José de Emparán. Permanece habitado pero en condiciones deplorables, sin vidrios en las ventanas, que tienen cartones y maderas para no dejar pasar el frío o las miradas curiosas. Si se observa la fachada, es fácil detectar varias grietas visibles entre la pintura roja, probablemente fruto de los constantes movimientos telúricos que sacuden la capital mexicana.

Fue el senador Ricardo Monreal, incondicional del actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, quien instaló las esculturas en 2017, cuando era alcalde de Cuauhtémoc. “Muchos podrán no coincidir con Fidel o con el Che pero esta colonia es tolerante”, alegó.

En septiembre de 2021 la escultura fue vandalizada por manifestantes, que le arrojaron pintura blanca, dañando la pátina del cobre. La protesta estaba dirigida contra el Gobierno de López Obrador, días después de que recibiera a Miguel Díaz-Canel. En aquel momento también se sugirió quitar las figuras del lugar, pero la iniciativa fracasó.

La pintura blanca fue removida y la pátina restaurada, pero recientemente alguien escribió con plumón negro en la libreta que sostiene Castro el siguiente mensaje: “Se le recompensará a quien dé con el ladrón y devuelva lo robado”.