Los restos de Franco salen del Valle de los Caídos 44 años después
El cadáver del dictador ha sido reinhumado en el cementerio de Mingorrubio después de una larga batalla entre la familia y el Estado
Madrid/Los restos de Francisco Franco han abandonado este jueves a las 12:53 la basílica del Valle de los Caídos, donde fueron enterrados hace casi 44 años. El proceso de exhumación ha dado comienzo a las 10:30 en presencia de 22 miembros de la familia del dictador y la ministra de Justicia en funciones, Dolores Delgado, como notaria mayor del Reino y encargada de dar fe del lavantamiento del cadáver.
El cuerpo del general ha sido reinhumado en el cementerio municipal de El Pardo-Mingorrubio donde reposan, entre otros, su esposa Carmen Polo y los presidentes del Gobierno franquista Luis Carrero Blanco y Carlos Arias Navarro.
Los familiares del dictador han optado por mantener el cuerpo en el ataúd que se utilizó en el enterramiento en 1975, pese a presentar daños. Tras un breve responso del prior del Valle de los Caídos, Santiago Cantera, la familia ha portado a hombros el féretro con el finado desde la fosa para llevarlo al coche fúnebre.
El traslado de los restos mortales desde el descomunal mausoleo de Cuelgamuros hasta el cementerio se ha efectuado en helicóptero, un transporte que ha obligado a mirar al cielo hasta el último momento por la climatología adversa de los días precedentes. Este jueves, pese al frío, ha salido el sol y el viento ha permitido seguir el plan previsto, aunque estaba contemplado un viaje por carretera convencional que podía ser más problemático.
En Mingorrubio han oficiado la misa el prior del Valle de los Caídos, que fue candidato del partido ultraderechista Falange Española en unas elecciones, y Ramón Tejero, hijo del golpista Antonio Tejero, quien también se ha personado en el camposanto. Tras ese acto, que transcurrió en total intimidad, Francis Franco (nieto del dictador) ha leído una carta lamentando el proceso y ha afirmado: "Los derechos son solamente de algunos".
La familia Franco se ha opuesto activamente al proceso iniciado en 2017, cuando el Congreso de los Diputados aprobó por mayoría la exhumación de los huesos del ex jefe de Estado del monumento, inicialmente creado para la exaltación de los caídos del bando vencedor en la guerra civil española y construido por presos republicanos.
Un año después, en 2018, el ejecutivo de Pedro Sánchez inició el cumplimiento del mandato del Legislativo y aprobó los pasos necesarios para la salida de Franco de la basílica. Los familiares iniciaron una batalla legal que ha recorrido todas las instancias posibles, desde las vías administrativas por las obras en el monumento hasta peticiones de amparo del Tribunal Constitucional. Todos los tribunales han concluido que el proceso debía continuar y no había ninguna vulneración de derechos.
Los tres poderes del Estado han aprobado un traslado que se considera histórico, aunque la familia pretende seguir la batalla legal en Estrasburgo (Tribunal de Derechos Humanos europeo) para conseguir un nuevo traslado. En este caso se trataría de llevar el cuerpo del dictador a un panteón que pertenece a la familia en la Catedral de la Almudena de Madrid. El Gobierno español y los tribunales han argumentado que esa localización, en el centro de la capital, planteaba serios problemas de seguridad.
Unos 500 medios de todo el mundo se han acreditado para poder asistir a un acto que ha sido muy íntimo en líneas generales. La agencia EFE y RTVE han ofrecido señal institucional, pero solo se han podido ver fragmentos del acto.
Durante la exhumación, las puertas de la basílica han permanecido cerradas. El altar mayor fue cubierto, según se informó, con una carpa bajo la que se realizaron los trabajos de levantamiento de la losa, de 1.500 kilogramos de granito, y comprobación del cuerpo solo en presencia del forense, dos familiares y la ministra Delgado.
Las primeras imágenes han sido las del ataud saliendo a hombros de los familiares y cubierto con una bandera castrense. Los familiares pretendieron hacerlo con la bandera franquista, pero han debido limitarse a hacerlo en el funeral privado.
A su llegada a Mingorrubio, un centenar de franquistas se congregaron a la distancia permitida por la policía, para recibir entre vítores al dictador e insultos al presidente del Gobierno.
Ahora, Franco reposa en el lugar que probablemente él hubiera elegido, el camposanto cercano a la que fue su residencia oficial. El enterramiento en el Valle fue una decisión de Estado entonces y él, que no era caído en guerra, no dejó esa instrucción, pese a ser el monumento una labor a la que dedicó mucho tiempo en vida y convertido, con los años, en lugar de peregrinación para unos pocos nostálgicos de su régimen.
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