Gaza, dividida entre la alegría y la sensación de abandono tras el alto el fuego en Líbano
Escepticismo entre residentes norte: "La tregua no garantiza nuestra seguridad"
Deir al Balah (Gaza)/Jerusalén/Los gazatíes amanecieron este miércoles entre la sorpresa y la decepción por inicio del alto el fuego de 60 días entre Israel y el grupo chií Hezbolá en Líbano, que muchos ven como una traición a la promesa de su líder, Hasán Nasrala, antes de que Israel lo matara: "No dejaremos sola a Gaza".
Nasrala, que murió en un ataque israelí en Beirut el pasado 28 de septiembre, apenas unos días después de que el Ejército lanzara su campaña de bombardeos contra Líbano, decía que no habría un acuerdo en este país sin que se produjera otro en la Franja de Gaza.
Ahora, el enclave palestino está dividido en dos facciones: quienes creen que Líbano, su gente y los grupos de resistencia han hecho más que cualquier otra nación para aliviar el sufrimiento de la Franja, jugando un rol crucial para paliar la devastación de la guerra en curso, y los que creen que Líbano ha abandonado a Gaza en uno de los momentos más cruciales desde el estallido de la guerra del 7 de octubre.
En las calles de Deir al Balah (centro), Ahmed Abu Hamid, de 38 años y que fue desplazado desde Ciudad de Gaza, en el norte, tiene sentimientos encontrados: "Estoy contento por Líbano y su gente. Ellos no tendrían que sufrir lo que nosotros, asesinatos, dolor, desplazamientos y la destrucción de todo, incluso vidas humanas".
"Los planes que hemos oído sobre la partición de Gaza, los asentamientos y la toma de control me rompen el corazón"
"También tengo miedo por mis hijos y por mí ahora. Israel trasladará todos sus esfuerzos militares de vuelta a Gaza. Los planes que hemos oído sobre la partición de Gaza, los asentamientos y la toma de control me rompen el corazón", asegura Abu Hamid a EFE.
Este palestino teme los rumores de que Israel está forzando la evacuación del norte de Gaza a través de la presión militar, pero también del hambre y las limitaciones de acceso de ayuda humanitaria, con el objetivo de ocupar después este territorio.
En el mercado de Deir al Balah está Moamen Abu al Qaraa, procedente de la zona de Mawasi de Jan Yunis (sur), quien también se ha desplazado a la zona oriental de Deir al Balah en busca de harina más barata para sus hijos, que comparte su rabia: "Líbano traicionó la promesa que nos había hecho Nasrala".
Según Abu al Qaraa, los libaneses se han "salvado a sí mismos" y abandonado a los gazatíes. "Nos han dejado a morir, olvidando que esta guerra puede significar un genocidio para Gaza. Nos matan cada día, nos vamos a la cama con hambre, y no tenemos nada para protegernos del frío y la lluvia", lamenta.
"No queremos nada de este mundo, sólo morir en paz, con el estómago lleno, sin hambre. Felicidades a Líbano, felicidades a Israel, y Gaza se queda con nada más que la muerte", sentencia.
En las calles, entre los tenderos y aquellos que montan carros tirados por burro, el principal método de transporte en el enclave a causa de la limitada entrada de combustible, la gente habla sobre el acuerdo de alto el fuego, peor no hay celebraciones ni símbolos de esperanza.
"Tal vez el acuerdo en Líbano hará pensar a Israel que es la hora de terminar la guerra en Gaza, liberar a los rehenes y retirarse"
Fátima al Ashqar, una desplazada de 25 años de Rafah (en el extremo sur del enclave), dice: "Cuando llueve en un país, el país vecino debería alegrarse. Tal vez el acuerdo en Líbano hará pensar a Israel que es la hora de terminar la guerra en Gaza, liberar a los rehenes y retirarse".
Según esta palestina, los gazatíes están exhaustos y sin nadie que les apoye. "La muerte es la única que camina con nosotros. Aún tengo esperanza de que un acuerdo entre Gaza e Israel se acerque".
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, prometió aprovechar sus últimas semanas a la cabeza del país americano (antes de ser sustituido por Donald Trump en enero) para buscar una tregua en Gaza.
El mandatario aseguró que junto a la mediación de Turquía, Egipto y Catar tratará de cerrar un acuerdo para poner fin a los bombardeos por parte de las fuerzas israelíes en el enclave y la liberación de los 101 rehenes de Israel que siguen en manos de Hamás, de los cuales 97 fueron secuestrados en los ataques del 7 de octubre de 2023.
Entonces, Hamás mató en territorio israelí a casi 1.200 personas. Desde entonces hasta ahora, la contraofensiva del Ejército ha matado a casi 44.300 gazatíes, si bien se estiman en unos 11.000 los cadáveres que siguen entre los escombros o en las carreteras a lo largo de Gaza sin haber podido ser rescatados.
El grupo islamista reiteró este miércoles su compromiso con lograr un acuerdo similar que detenga el fuego en la Franja de Gaza, que implique "un cese total de las hostilidades, la retirada de las fuerzas de ocupación, el regreso de los desplazados y la conclusión de un acuerdo real y completo sobre el intercambio de prisioneros".
"Mi familia y yo hemos pagado un precio muy alto durante más de un año para ahora tener la sensación de que nuestro Ejército no ha terminado su trabajo"
Por otra parte, la tregua no termina de convencer a los residentes israelíes de las comunidades fronterizas, donde más de 60.000 de ellos siguen evacuados, cuyo sentimiento es ahora de escepticismo porque consideran que este nuevo acuerdo está lejos de "garantizar su seguridad".
"No estamos muy satisfechos con esta tregua sinceramente. Mi familia y yo hemos pagado un precio muy alto durante más de un año para ahora tener la sensación de que nuestro Ejército no ha terminado su trabajo", lamenta Tzahi David Hafsadi, de 34 años, residente de la evacuada ciudad norteña Kiryat Shmona, y que desde hace más de un año vive con su familia en un hotel en Jerusalén.
El gabinete de seguridad israelí dio este martes, tras varias horas de reunión, luz verde a la propuesta estadounidense de alto el fuego con Líbano que entró este miércoles en vigor a las 4 am hora local.
Así, en un plazo de 60 días las fuerzas de la milicia chíi Hezbolá se comprometen a replegarse del sur del Líbano y trasladarse al norte del río Litani, al tiempo que el Ejército israelí coordinará la llegada del Ejército libanés que será el que ocupe la zona fronteriza.
Este plan, sin embargo, no transmite tampoco confianza ni siquiera a Moran Brustin, una israelí de 39 años y con dos hijos, que tras vivir diez meses en un hotel decidió regresar a su casa, pese a que esta no cuenta con refugio, ubicada en el kibbutz HaGoshrim, muy cercana a la frontera libanesa y que también sigue evacuado.
"Yo creo que ahora es un problema parar la guerra contra Hezbolá y no es porque yo apoye las guerras, pero parece que nada ha cambiado"
"No fue una decisión fácil regresar, pero es muy cansado vivir en hoteles. Yo creo que ahora es un problema parar la guerra contra Hezbolá y no es porque yo apoye las guerras, pero parece que nada ha cambiado. ¿Quién nos garantiza que algo va a cambiar? Es muy difícil confiar en nuestro Ejército tras los fallos del 7 de octubre", critica Brustin.
Esta sensación de fatiga también la tiene Devora Ivgi, israelí de 71 años y residente de Avivim, un pueblo pegado a la línea divisoria, cuya casa ha quedado parcialmente destrozada por el impacto de dos cohetes de Hizbulá.
"Me gustaría decir que una tregua no significa que podamos volver mañana a nuestras casas. Yo además, estoy muy cansada de no estar en mi casa. Y lo peor es que aunque todo haya acabado, yo no puedo regresar y si lo hacemos tendremos que dormir con un ojo abierto", asegura esta israelí.
La falta de respuestas y coordinación por parte del Gobierno israelí es algo que también han echado en falta los evacuados del norte a lo largo de este año, tal y como explica Taya Kadeshberg, una israelí 35 años y evacuada del kibutz Dan.
"No nos sentimos seguros, y creo que nada ha cambiado durante todo este año. Vivimos día a día porque ni el Ejército ni el Gobierno se han puesto en contacto con nosotros para explicarnos su planes y para darnos una fecha de cuándo podremos regresar", cuenta Kadeshberg quien vive desde hace más de 13 meses en casa de sus padres en el centro de Israel.
"Sabemos que nos va a costar más de un año poder volver a nuestras casas, mientras tanto sobrevivimos como podemos"
Y pese a que el acuerdo recoge la posibilidad de que Israel pueda atacar si Hizbulá viola el alto el fuego, los evacuados del norte reconocen no poder despojarse del miedo.
"Israel debería poner un muro en la frontera con Líbano para evitar que haya incursiones. Yo quiero volver a mi casa con la garantía de saber que no me van a secuestrar o que no nos van a atacar", apuntó Devora Ivgi.
Un oficial militar insistió este miércoles que las operaciones llevadas a cabo durante estos dos últimos meses por las tropas israelíes lograron destruir la infraestructura militar de la milicia libanesa, instalada sobre todo en el sur del país árabe, con la que también planeaban lanzar un ataque como el que perpetró Hamás el pasado 7 de octubre, la llamada operación "Conquistar Galilea".
"Sabemos que nos va a costar más de un año poder volver a nuestras casas, mientras tanto sobrevivimos como podemos. El dinero que recibimos por parte del Gobierno no compensa con este desastre", cuenta Orna Weinberg, una israelí de 58 años, residente del también evacuado kibbutz Manara en el norte.