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Luces y sombras en lucha de Guatemala contra la violencia y el narcotráfico

Guatemala es uno de los países más violentos de la región. (EFE)

11 de septiembre 2016 - 23:05

(EFE).- El Paseo de la Sexta, el epicentro comercial de la capital de Guatemala, volvió a amanecer sobresaltado esta semana. Los testigos contaban los casquillos que había dejado el último ataque armado. Pero más allá del miedo que sigue calando en la sociedad, los datos hablan de una merma de la criminalidad.

¿Está realmente derrotando Guatemala a la violencia?. El presidente, Jimmy Morales, está convencido de que sí: las estadísticas le avalan. En agosto, el país registró la cifra de homicidios más baja de la década en tasa interanual.

En total, estos alcanzaron los 383 asesinatos, lejos de los 600 de 2008 y 2009 y por debajo de los 483 de hace diez años. Además, se han desarticulado más de un centenar de estructuras criminales, principalmente bandas de sicarios y extorsionistas, que atemorizan día tras día y de forma sistemática a una población empobrecida.

"La extorsión es un problema que altera la forma en la que estamos percibiendo a los demás, exacerbando la desconfianza hacia los otros", explicaba recientemente el profesor de la Universidad Rafael Landívar Mariano González.

Esta forma de violencia diaria, disparada tras la firma de los acuerdos de paz de 1996, ha terminado por soterrar las relaciones vecinales, alterado la forma en la que los ciudadanos caminan por las calles e incluso modificado la propia geografía urbanística de las ciudades, plagadas hoy de condominios protegidos por guardias armados.

Por eso, el Gobierno de Jimmy Morales ha convertido la lucha contra las extorsiones en una de sus prioridades: mas pese a los avances de los últimos meses, el problema sigue latente.

Como lo está también el narcotráfico, raíz oculta tras muchos de los homicidios que desangran al país mes a mes.

La Policía Nacional Civil (PNC) acumula récords en el combate contra las drogas: nunca antes se había decomisado en el país tanta cocaína, más de 10.086 kilos en lo que va de 2016, por encima de los 9.959 de 1999, durante el Gobierno de Álvaro Colom (1996-2000).

Los grandes cárteles reclutan a jóvenes callejeros, sobre todo de El Salvador, Guatemala y Honduras, para que colaboren en el fin de trasladar las drogas por México hacia Estados Unidos

Un hito "histórico", en palabras del portavoz de la PNC, Jorge Aguilar. Cada semana, nuevos alijos son incautados en Guatemala, pero el país sigue siendo una ruta clave en el tráfico de drogas hacia Estados Unidos, por su ubicación geográfica y su porosa frontera con México.

De hecho, según el informe anual del Gobierno estadounidense sobre narcotráfico en el mundo, el 90 por ciento de la cocaína que llegó al mercado de Estados Unidos en los primeros seis meses de 2015 pasó por el corredor centroamericano.

Aunque se trata de una problemática que desde hace más de una década se ha instalado en toda América Latina como una gran empresa trasnacional que intenta extender sus tentáculos a todo el planeta, en América Central preocupa especialmente el papel que juegan en esta red las pandillas, comúnmente conocidas como maras.

Los grandes cárteles reclutan a jóvenes callejeros, sobre todo de El Salvador, Guatemala y Honduras, para que colaboren en el fin de trasladar las drogas por México hacia Estados Unidos, el destino final, en su mayoría, de estos estupefacientes.

Preocupado por lo que ocurre en su patio trasero, Estados Unidos ha puesto en marcha la bautizada como "Alianza para la prosperidad", un plan de ayuda para el desarrollo de Centroamérica: si Honduras, Guatemala y El Salvador se libran de la violencia, asociada en muchos casos al narcotráfico, y ofrecen unas mejores condiciones de vida a sus ciudadanos estos no querrán seguir migrando al norte.

Para ello, el pasado febrero, el presidente de EE.UU., Barack Obama, solicitó al Congreso una partida de 750 millones de dólares para ayudas a Centroamérica que se sumarían a los otros 750 millones aprobados por el Congreso en diciembre pasado para afianzar el fortalecimiento institucional de los tres países del Triángulo Norte.

Morales está convencido de que el país avanza en la dirección correcta: la criminalidad se ha reducido más de un 5 por ciento en lo que va de año.

Pero todavía "falta mucho" por lograr: "Seguimos siendo un país violento".

El narcotráfico es un tema que no tiene una solución sencilla y, quizás, tampoco definitiva. Sus tentáculos son aún fuertes y los grandes índices de corrupción -desde funcionarios hasta presidentes- lo han permitido.

Probablemente la prevención y la creación de oportunidades, máxime en una de las regiones más paupérrimas del mundo, ayude a frenar la expansión y también la presencia de estas dos lacras: la violencia y el tráfico de drogas.

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