El hambre revolucionaria en Venezuela
La caja de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) sirve de ayuda a las familias, pero es insuficiente
Caracas/"Mi marido y yo comemos solo verdura, yuca o papa, le dejamos a los carajitos lo que traiga la caja. A veces les doy arroz con mantequilla en la mañana y otro poquito en la noche". Así se expresa Aurimar, de 26 años que parecen muchos más, mientras espera sentada en un muro de la iglesia de San Bernardino, resguardándose del sol, por la sopa comunitaria que todos los sábados se entrega a las personas necesitadas.
Aurimar tiene tiene 3 hijos, la más pequeña de 5 meses, pero está rodeada de más niños. "Son mis sobrinos. Me traigo en total a 10, que tampoco tienen qué comer", explica.
La joven vive en la casa de un sector popular de San Bernardino con su pareja, un vigilante que gana el salario mínimo venezolano, situado en 2.555.500 de bolívares (1 dólar al mes al tipo de cambio paralelo). Un kilo de carne vale entre 4 y 5 millones de bolívares.
La caja que el Gobierno vende a través de una red asociada al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) puede contener arroz, lentejas, caraotas, leche en polvo, aceite, harina de maíz y pasta
La caja de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) le sirve de mucha ayuda a la familia para dar de comer a sus hijos, pero es insuficiente. "Me llega una vez al mes y no me alcanza", lamenta Aurimar.
La caja que el Gobierno vende a través de una red asociada al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) puede contener arroz, lentejas, caraotas, leche en polvo, aceite, harina de maíz y pasta. La mayoría de los productos son de origen mexicano y de calidad cuestionable. Una investigación periodística reveló la escasa calidad de la leche en polvo, que además presenta un alto contenido de sodio y bajo de proteína, lo cual puede traer complicaciones de salud a los consumidores.
Otros trabajos periodísticos y de la Asamblea Nacional han denunciado un entramado de corrupción en torno a los CLAP, y la ex fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, ha acusado a presuntos testaferros del presidente Nicolás Maduro de estar involucrados en el mal manejo de ese programa de ayuda..
Para obtener la caja CLAP se precisa contar con el Carné de la Patria, un instrumento de control político y social que fue ampliamente usado en las elecciones presidenciales del pasado 20 de mayo.
Aruimar señala que en su hogar llevan mucho tiempo sin probar proteína animal "por eso agradezco la atención que nos dan en la Iglesia", comenta.
Para obtener la caja CLAP se precisa contar con el Carné de la Patria, un instrumento de control político y social que fue ampliamente usado en las elecciones presidenciales del pasado 20 de mayo
El padre Numa Rivero es natural de Puerto Cumarebo, en el estado de Falcón, y fue asignado como párroco de San Bernardino en enero de 2017. "Un día estaba en el despacho, escuché ruidos y salí asustado a ver qué pasaba. Era gente comiendo de la basura. Me impactó mucho porque eso yo no lo había visto nunca y eso que yo estuve en la India", relata.
El párroco puso entonces en marcha el proyecto de la olla solidaria mediante el cual la feligresía dona alimentos que son preparados por voluntarios. "En marzo del año pasado comenzamos dando 80 platos de sopa, actualmente damos aproximadamente 180. Lo entregamos primero a los niños, luego a los adultos mayores, si queda algo, lo enviamos a los ancianatos del sector donde también hay mucha desnutrición", explica.
Las ollas solidarias se han multiplicado por todo el país, gracias a un conjunto de iniciativas privadas y de organizaciones religiosas, como Cáritas, una asociación de la Iglesia Católica muy activa en esta atención humanitaria cuyo propósito fundamental en Venezuela consiste en detectar casos de desnutrición en niños para poder atenderlos, acompañar a la familia en la recuperación y remitir al sistema de salud pública aquellos casos que así lo ameriten, señala en su web.
En su informe correspondiente al último cuatrimestre de 2017 y con los datos de 42 parroquias en 7 estados del país Cáritas detectó que el 66,6% de los niños evaluados tenían ya algún grado de déficit nutricional o estaban en riesgo de tenerlo.
Según la gravedad de la desnutrición, los registros indicaron que el 16,2% de los niños tenían desnutrición moderada y severa (desnutrición aguda global), el 20,9% desnutrición leve, el 30,3% están en riesgo de desnutrición y apenas un 32,6% no tenían déficit nutricional.
En el último cuatrimestre de 2017 y con los datos de 42 parroquias en 7 estados del país, Cáritas detectó que el 66,6% de los niños evaluados tenían ya algún grado de déficit nutricional o estaban en riesgo de tenerlo
María Carolina es técnico superior en administración y gerente de administración en una empresa mediana. Su sueldo asciende a 10 millones de bolívares (unos 4 dólares) y vive con su hijo de 12 años y su madre anciana. Cada uno ha perdido cerca del 20% de su peso en el último año y los resultados de los exámenes de sangre revelan la condición anémica de los tres y los bajos nutrientes que están recibiendo.
"Nos llega una vez al mes la caja CLAP, pero no es suficiente. Además, el dinero no me alcanza para comprar queso, carne o pollo", se lamenta. Una pasta con salsa de tomate o un arroz sin aliños son parte de su dieta.
La Fundación Bengoa, una organización privada sin fines de lucro, ha estado investigando la realidad alimentaria de los venezolanos. "Hubo un periodo muy crítico en la Unión Soviética en el que sus habitantes perdieron en promedio 6 kilogramos de peso. La primera medición de la encuesta sobre Condiciones de Vida en Venezuela (Encovi) en 2016 decía que el promedio de pérdida de peso del venezolano era de alrededor de 8 kilos, y ya vamos en 11 kilos", comenta Marianela Herrera, médico y miembro de su directiva.
La doctora explica que para un adulto hombre promedio de 70 kilos, la pérdida de 11 kilos representa más más del 10% de masa corporal en un año. "Eso es grave", señala. En el caso de los niños, la situación es aún más crítica.
En una encuesta que hizo la Fundación Bengoa en conjunto con la Universidad Católica Andrés Bello, cuando se midió a los niños entre 0 y 2 años de edad, el 33% de los menores de 3 años evaluados en una muestra representativa de estratos populares venezolanos presentaban retardo de crecimiento por el índice talla-edad.
El 33% de los menores de 3 años evaluados en una muestra representativa de estratos populares venezolanos presentaban retardo de crecimiento
"Esto nos preocupa mucho, es un problema grave porque en los primeros mil días hay que proteger a los niños, porque es cuando se desarrolla el cerebro. Es cuando se pueden hacer las intervenciones adecuadas para recuperarlos y es cuando se manifiestan problemas que después van a ser muy difíciles de solucionar, como el desarrollo cognitivo. Entonces ese niño no será escolarizable o va a abandonar la escolaridad, porque sentirá que no puede", dice Herrera. Añade que ese niño tendrá en el futuro un riesgo importante de padecer enfermedades crónicas como diabetes o cáncer.
Los casos de Aurimar y María Carolina confirman los hallazgos sobre el patrón de consumo de alimentos en Venezuela.
La harina de maíz precocida venezolana ha sido sustituida por la harina mexicana de las cajas CLAP, que no está enriquecida con vitaminas y minerales, y hay un incremento importante en el consumo de los tubérculos. La proteína animal prácticamente ha desaparecido de la mesa del venezolano.
"Es grave que solo se consuma yuca, ñame, o arroz. La dieta debe ser variada para que haya un aporte de micronutrientes, nutrientes esenciales, calorías, proteínas y grasas saludables que cumplan los requerimientos del ser humano. Un patrón normal es el que teníamos antes: Entre 35 y 40 alimentos diferentes al día. Si sacas la cantidad de alimentos que había en un desayuno criollo: arepa, mantequilla, perico (huevo revuelto con cebolla y tomate), queso, café y jugo, tenemos allí al menos 10 alimentos", explica la doctora.
Venezuela padece actualmente la inflación más alta del mundo, con un 1.995,2%, según la Asamblea Nacional. Las expropiaciones, confiscaciones y controles han debilitado el sector privado
La grave situación nutricional de los venezolanos es producto del desplome del poder adquisitivo. Venezuela padece actualmente la inflación más alta del mundo, con un 1.995,2%, según la Asamblea Nacional. Las expropiaciones, confiscaciones y controles llevados a cabo por la Revolución Bolivariana han debilitado el sector privado venezolano.
La inflación hace que los precios varíen diariamente y el efecto se agrava con el mercado paralelo de divisa, que se ha desbocado porque el país depende de las importaciones. Estos dos factores hacen que al ciudadano de a pie no le alcance el dinero para comprar los bienes esenciales y, si le alcanza, probablemente no encuentre el producto.
A esto se debe que muchos venezolanos hurguen en los contenedores de basura en busca de alimentos. Sin embargo, no deja de sorprender que madres de familia bien vestidas estén haciendo lo mismo.
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