Un informe del Congreso de EE UU reaviva la teoría de un "enemigo externo" detrás del síndrome de La Habana
El Comité Permanente de Inteligencia acusa a la CIA de mentir por conveniencia política
La Habana/Un informe publicado el 5 de diciembre por el Comité Permanente de Inteligencia del Congreso de Estados Unidos cuestiona duramente la investigación sobre el llamado síndrome de La Habana, que afectó a diplomáticos y personal estadounidense y canadiense en Cuba. Según el documento, subtitulado ¿Oculta la Comunidad de Inteligencia la verdadera razón de este fenómeno?, las conclusiones del organismo encargado de investigar el caso son “en el mejor de los casos, dudosas, y engañosas en el peor”.
Una subcomisión designada por la Cámara de Representantes del Congreso reabrió la investigación sobre el síndrome de La Habana tras considerar que las conclusiones de la Comunidad de Inteligencia (CI), incluida la CIA –que asegura que no hay involucrados agentes extranjeros en el caso– no eran confiables, "carecían de integridad analítica y eran muy irregulares en su formulación”.
“La CI ha intentado frustrar en todo momento los esfuerzos de investigación de la subcomisión para descubrir la verdad. A pesar de ello, la subcomisión ha hallado datos que ilustran los problemas surgidos en el proceso de elaboración, revisión y publicación del informe de la Comunidad de Inteligencia", agrega la subcomisión del Congreso, que insta a los autores a publicar urgentemente una nueva evaluación que incluya correctamente toda la información recolectada.
En declaraciones a la prensa estadounidense, un portavoz de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional ha refutado las conclusiones de la subcomisión del Congreso
En declaraciones a la prensa estadounidense, un portavoz de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional ha refutado las conclusiones de la subcomisión del Congreso. “La mayoría de las agencias de inteligencia de EE UU consideran muy improbable que un enemigo extranjero esté detrás de estos incidentes de salud”, según esa fuente anónima, que además desmiente la ocultación de información que podría contradecir ese análisis.
Algunos congresistas demócratas se han quejado por no haber sido consultados antes de la publicación del informe y acusan a los republicanos de tener intenciones políticas, puesto que no aportan ninguna prueba que demuestren la participación de una fuerza extranjera.
La subcomisión del Congreso, presidida por el republicano Rick Crawford, también revela que cuenta con suficiente material –entrevistas a las personas afectadas y documentos aportados por denunciantes y agencias de seguridad– que responsabiliza a la Comunidad de Inteligencia de retrasar “sistemáticamente” la entrega de la información, poner trabas “a la hora de decidir quién podía testificar” y ocultar información manipulando los registros. “La subcomisión es consciente de que la CI sigue ocultando información valiosa”, advierte.
“Existen pruebas de que la CI trató de formular su evaluación sobre los incidentes anómalos de salud de 2023 para llegar a una conclusión políticamente aceptable, al mismo tiempo que obstaculizó la investigación para poner esa maniobra en evidencia. Esto ha provocado una degradación de la confianza entre los trabajadores de la CI y sus altos mandos”, asegura el reporte.
Asimismo, la subcomisión del Congreso cree que la Administración de Joe Biden, bajo la cual ha transcurrido la mayor parte de la investigación, no priorizó la recopilación de información sobre el síndrome de La Habana y la responsabiliza de la pérdida de oportunidades clave para esclarecer los hechos.
El informe se limita a denunciar la mala praxis de la CI y asegura que, debido a que las evaluaciones todavía están en curso, no puede ofrecer conclusiones claras
El informe se limita a denunciar la mala praxis de la CI y asegura que, debido a que las evaluaciones todavía están en curso, no puede ofrecer conclusiones claras sobre qué o quién causó los síntomas que reportaron decenas de militares, diplomáticos y agentes estadounidenses. No obstante, el documento aclara que el presidente de la subcomisión está “convencido de que un adversario extranjero está detrás de algunos de los incidentes", teniendo en cuenta los esfuerzos del comité para probar lo contrario. El presidente del Comité Permanente de Inteligencia de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Turner, ha declarado que compartía esta opinión. En cambio, el informe no se pronuncia sobre la eventual participación del régimen cubano.
Por último, propone dar atención médica continua a las víctimas y garantizar, durante la Administración de Donald Trump, que se lleve a cabo una investigación rigurosa.
Desde que se dieron a conocer los primeros casos en Cuba de ataques acústicos, el Gobierno de La Habana ha negado la existencia del asunto. En una entrevista publicada el pasado abril, la subdirectora para Estados Unidos de la Cancillería cubana, Johana Tablada, declaró que “el síndrome de La Habana no existe. No está en ningún registro de enfermedad y, verdaderamente, ha sido el síndrome de Washington desde el inicio”.
La afirmación era una respuesta a una investigación conjunta publicada días antes por The Insider, 60 Minutes y Der Spiegel en la que se afirmaba que los síntomas podrían estar provocados por armas de “energía dirigida” a cargo del Departamento Central de Inteligencia de las Fuerzas Armadas de Rusia.
Trata de presentar a Cuba como una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos, aun cuando no se ponga a Cuba como el supuesto principal actor"
“La reacción nuestra es de preocupación. Trata de presentar a Cuba como una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos, aun cuando no se ponga a Cuba como el supuesto principal actor, pone a territorio cubano como la plaza que se presta para que potencias extranjeras puedan hacer actos contra Estados Unidos”, criticaba la diplomática.
Los síntomas del síndrome de La Habana incluyen dolores de cabeza crónicos, vértigo, tinnitus (sensación auditiva que consiste en percibir sonidos que no proceden de fuentes externas), insomnio, náuseas, deterioro psicofisiológico y, en algunos casos, ceguera o pérdida de audición.
La aparición de estos incidentes de salud en diplomáticos estadounidenses y canadienses en La Habana fue señalada en los últimos meses de la Administración de Barack Obama, en pleno proceso de "deshielo" entre EE UU y La Habana, y afectó a la normalización de las relaciones entre los dos países. En 2017, ya con Donald Trump en la Casa Blanca, Washington decidió suspender los servicios consulares en La Habana y reducir al mínimo el personal diplomático en la Isla.
Mientras tanto, el Gobierno de Cuba negó siempre cualquier responsabilidad y puso en marcha una comisión de expertos que no encontró evidencias científicas o criminales que vincularan los síntomas con posibles ataques sónicos, microondas u otra acción deliberada.