Justin Trudeau conquista con su desparpajo el templo del saber cubano
La Habana/(EFE).- Con las mangas de la camisa arremangadas y micrófono en mano al más puro estilo del "talk show", el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se ganó hoy al público con su naturalidad y desparpajo durante una charla en el aula magna de la casi tricentenaria Universidad de La Habana.
Con un "¡Hola! ¿Qué bolá?", el más popular y coloquial de los saludos en la isla, Trudeau rompió el hielo ante una audiencia de unas doscientas personas entre las que se encontraban el presidente cubano, Raúl Castro, la plana mayor de su Gobierno y profesores y estudiantes de la institución académica.
Su saludo fue el preludio de una charla y una amplia ronda de preguntas y respuestas durante la que se respiró, en la más solemne de las estancias académicas cubanas, un clima informal que contrasta con la pompa que suele caracterizar los actos oficiales en la isla caribeña, en especial cuando está presente Raúl Castro.
El "premier" canadiense inició su conferencia recordando la conexión "histórica, fuerte e imperecedera" que une a los Castro y los Trudeau desde hace cuatro décadas.
Y es que este viaje tiene una fuerte carga personal: se produce 40 años después de que Pierre Trudeau, fallecido padre del actual mandatario canadiense y entonces también primer ministro de ese país, protagonizara una sonada visita a Cuba que tuvo como fruto una cordial relación con Fidel Castro que se prolongó por décadas.
Con un "¡Hola! ¿Qué bolá?", el más popular y coloquial de los saludos en la isla, Trudeau rompió el hielo ante una audiencia de unas doscientas personas entre las que se encontraban el presidente cubano, Raúl Castro
Fue precisamente en la Universidad en la que hoy habló Trudeau el lugar donde cursó estudios de Derecho el nonagenario líder cubano y donde, según su rector, "se hizo revolucionario".
"Mi padre, mi madre y mi hermano pequeño vinieron a La Habana en 1976. Yo tenía 4 años, era demasiado joven para realmente saber lo que me estaba perdiendo, pero lo suficientemente mayor para estar celoso de que mi hermano pudiera venir al sol y yo no", bromeó Trudeau.
Canadá es, junto con México, "el único país del hemisferio occidental que ha mantenido relaciones diplomáticas con Cuba desde el triunfo de la Revolución", subrayó el líder canadiense, quien dijo que en sus varias visitas a Cuba aprendió por qué sus padres le hablaban "de manera tan honrosa de este lugar y su gente".
Trudeau hizo una encendida defensa de por qué la relación bilateral se ha mantenido estable y firme hasta la actualidad, más allá de los nexos comerciales y de la ingente cantidad de turistas ávidos de sol que Canadá envía a la isla cada año.
"Las relaciones tan abiertas y respetuosas sirven a nuestros pueblos(...) Me complace que el presidente Raúl Castro y yo hayamos desarrollado un tipo de relación en que podemos tratar los temas de forma respetuosa, hablemos de la gobernanza, los derechos humanos, cambio climático o igualdad de género. Es así como se avanza", aseveró.
"Mi padre, mi madre y mi hermano pequeño vinieron a La Habana en 1976. Yo tenía 4 años, era demasiado joven para realmente saber lo que me estaba perdiendo, pero lo suficientemente mayor para estar celoso de que mi hermano pudiera venir al sol y yo no"
También defendió el papel de los jóvenes, pero no como líderes del mañana, sino de "hoy en día".
Otro guiño a la Cuba cotidiana fue su referencia a la presencia de "la innovación y creatividad en el corazón de lo que los cubanos hacen todos los días: Resolver".
Porque en Cuba todo "se resuelve" y ese verbo es probablemente el más utilizado en el país caribeño para aludir a los más diversos logros: desde "resolver" huevos para poder hacer una tortilla a encontrar un componente eléctrico de fabricación estadounidense en un país que lleva medio siglo bajo embargo comercial de ese país.
Tras su alocución, en un gesto que tampoco es habitual en los mandatarios, Trudeau escapó del atril para dar paso a una ronda de preguntas en las que él mismo fue dando la palabra a quienes levantaban la mano en la sala.
Y así, paseando de un lado a otro de la sala, a ratos encaramado a un alto taburete de madera, devino en profesor universitario para responder a estudiantes que quisieron saber, entre otras cuestiones, qué pasará entre Canadá y EE UU con Donald Trump en la Casa Blanca, su opinión sobre el embargo a Cuba o qué políticas aplica Canadá contra el cambio climático, la inmigración o la lucha a la pobreza.
Entre sus respuestas, destacó que Canadá "nunca encontró contradicciones entre ser buenos amigos a la vez de EE UU y de Cuba" y que su país no está de acuerdo con el embargo porque considera preferibles las relaciones desde la colaboración y el compromiso.