Lenin era un "genio destructivo", según una nueva biografía
Viacheslav Níkonov, diputado y nieto del comisario de Exteriores soviético Mólotov, publica el libro por el 150 aniversario del nacimiento del líder bolchevique
Moscú/(EFE).- Lenin no sabía de dónde venía el pan, comenta a Efe el autor de una nueva biografía sobre el fundador de la Unión Soviética, Viacheslav Níkonov, quien lo describe como un "genio destructivo" y quien descarta la repetición de la revolución de 1917 en la Rusia de Vladímir Putin.
"Lenin no sabía de dónde venía el pan. Lo dijo su propia mujer, Nadiezhda Krúpskaya. No le interesaba. Pero nada más llegar al poder se dio cuenta de que ese era su mayor problema", dijo Níkonov, nieto de Viacheslav Mólotov, el comisario de Exteriores soviético, con ocasión del 150 aniversario del nacimiento del líder bolchevique (1870-1924).
"Lenin, el hombre que lo cambió todo", es el nombre de la biografía que intenta explicar cómo Vladímir Ílich Uliánov (Lenin) transformó la historia del siglo XX, aunque Níkonov, diputado del partido del Kremlin, no oculta las trágicas consecuencias que la utopía leninista tuvo para Rusia y el resto del mundo.
"Lenin no pensaba en categorías de vida humana o moral. Para él esas cosas eran absolutamente secundarias en comparación con la 'revolución mundial'", señala.
Níkonov constata que Lenin desafió la moral y los códigos que habían regido hasta entonces la historia de la humanidad, y dividió al mundo en dos bandos: comunistas y anticomunistas
Educado en un mundo donde "el abuelo Lenin" estaba siempre presente, Níkonov constata que Lenin desafió la moral y los códigos que habían regido hasta entonces la historia de la humanidad, y dividió al mundo en dos bandos: comunistas y anticomunistas.
"Ideó un modelo alternativo de desarrollo social y lo intentó llevar a la práctica. Era un marxismo idealizado", apunta.
No obstante, la utopía se topó con una oscura realidad. El pueblo se moría de hambre y, después de sacar al país de la contienda mundial, metió a Rusia en una cruenta guerra civil.
"Lenin era un radical, pero también era pragmático. Cuando se trató de sobrevivir, renunció al modelo utópico y puso en marcha la NEP (Nueva Política Económica). Su filosofía era una abstracción y no daba respuesta a las necesidades terrenales", explica.
El líder británico Winston Churchill lo definió así: Lenin desdeñó a Dios, al zar, al país, la moral, los tratados estatales, la ley, los alquileres y los préstamos (...) y "al final, se desdeñó incluso a sí mismo".
Su ideología tuvo un impacto mundial, el partido que él creó gobernó la URSS durante 74 años, hoy en día partidos comunistas aún dirigen países como China, Vietnam, Cuba o Corea del Norte, pero Lenin no pudo llevar sus ideas hasta sus últimas consecuencias.
"Gracias a Dios que no pudo llevar a cabo lo que pretendía. No pudo ni eliminar las relaciones comerciales y tampoco organizar una revolución mundial, la principal idea de su arsenal ideológico", constata.
Tampoco pudo apoyarse en el proletariado, ya que éste prácticamente desapareció al caer dramáticamente la productividad industrial en los primeros años en los que estuvo en el poder
De hecho, tampoco pudo apoyarse en el proletariado, ya que éste prácticamente desapareció al caer dramáticamente la productividad industrial en los primeros años en los que estuvo en el poder.
"Para crear un nuevo proletariado tuvo que recuperar el capitalismo. Tuvo que crear empresas de tipo capitalista. No tuvo elección. Tuvo que solucionar problemas prácticos para sobrevivir, aunque iban en contra de sus dogmas ideológicos", destaca.
En cuanto a las acusaciones de que fue su sucesor, Iósif Stalin, el que tergiversó el Leninismo y puso en marcha el "terror rojo", Níkonov apela a los recuerdos de su abuelo.
"Stalin fue el más fiel seguidor de Lenin. No tergiversó nada. Ahora dicen que él ideó el terror y fue un hombre cruel. Mi abuelo trabajó con ambos y me dijo que Lenin era una persona mucho más dura y cruel que Stalin", dice.
De hecho, asegura, siempre criticaba a Stalin porque no promovía suficientemente el terror contra los "enemigos de la revolución".
"El que acabó con el leninismo fue Nikita Jruschov. Cuando él abandonó el Kremlin, del Leninismo no quedaba nada. Renunció a la dictadura del proletariado y a la revolución mundial en favor de la coexistencia pacífica. El Leninismo sobrevivió sólo hasta Jruschov", afirma.
Eso sí, Mólotov, que fue jefe de la diplomacia soviética antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial, siempre tuvo clara la altura intelectual del fundador del Estado totalitario.
"Mi abuelo consideraba que Lenin era un político genial. A Stalin nunca lo vio así, talentoso, incluso grande, pero nunca genial"
"Mi abuelo consideraba que Lenin era un político genial. A Stalin nunca lo vio así, talentoso, incluso grande, pero nunca genial", recuerda.
Al igual que su abuelo, Níkonov cree que Lenin sí fue genial en algunos aspectos, pero no en todos: "En tomar el poder y en conservarlo".
"En eso fue un genio. Pero en la organización de la vida de la gente fue claramente una figura destructiva. La vida de la gente empeoró mucho durante sus seis años de mandato. El PIB se redujo cinco veces", sostiene.
Lenin está presente aún en miles de plazas, calles y parques en toda Rusia, pero de su ideología apenas queda nada en el país heredero de la URSS.
"Rusia tiene ahora un Estado fuerte, algo a lo que se oponía categóricamente Lenin. Sí, tenemos un débil sistema de separación de poderes, lo que era característico de los primeros años de la URSS, pero también del zarismo", afirma.
Ni siquiera el Partido Comunista Ruso, que celebró la pasada semana en la plaza Roja el cumpleaños de Lenin pese al coronavirus, sigue siendo leninista.
"Más bien es un partido socialdemócrata, algo contra lo que Lenin combatió toda la vida", indica.
Por ello, descarta la posibilidad de que Rusia, cuyo presidente, Vladímir Putin, no ha ahorrado críticas a Lenin por su radicalismo, sea escenario en nuestro tiempo de una nueva revolución.
"Rusia ya cumplió su cuota de revoluciones. Aún tenemos muy fresca la revolución de 1991 que acabó con la URSS, de funesto recuerdo para la mayoría de la gente", insiste.
"Rusia ya cumplió su cuota de revoluciones. Aún tenemos muy fresca la revolución de 1991 que acabó con la URSS, de funesto recuerdo para la mayoría de la gente"
En su opinión, la gran mayoría de los rusos no quieren ni oír hablar de ello, aunque admite que "hay radicales en la derecha e izquierda que la desean".
"Y después, están los liberales, que representan a una minoría y no reflejan las demandas de la gran mayoría de la sociedad. Hay ánimo de protesta, pero no veo las premisas para revertir el orden establecido", asevera.
El autor de la nueva biografía y Churchill coinciden al destacar que Lenin no tiene iguales tanto en su genialidad como en su crueldad.
Níkonov recuerda "el exterminio masivo de una gran parte de la población de su propio país", por lo que Stalin, Mao o Pol Pot sólo son meros "epígonos" de Lenin.
"Lo que ocurrió será recordado durante mil años. Por el número de vidas de hombres y mujeres destruidas no se le puede comparar con ningún invasor asiático. Ni Tamerlán ni Gengis Khan", aseveró Churchill.
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