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Lis, la venezolana que camina rumbo a EE UU con 20 dólares en el bolsillo

Dejar a su familia ha sido el paso más doloroso que Lisraymar Delianna Domínguez ha tenido que enfrentar

La migrante actualmente se encuentra en el campamento de San Vicente, en la provincia panameña de Darién. (Cortesía)
Lorey Saman

15 de mayo 2021 - 15:30

México/Emulando a los cubanos y con menos recursos aún, la venezolana Lisraymar Delianna Domínguez dejó su pueblo y su familia para huir de la miseria. Emprendió su viaje a pie hace cuatro meses, cruzó la temida selva del Darién y se dirige ahora hacia Costa Rica.

La joven aspiraba a llegar a México, aunque cambió su destino final más al norte, cuando la Administración de Joe Biden decidió otorgar un Estatus de Protección Temporal de 18 meses para los venezolanos que se encuentran en un limbo migratorio en Estados Unidos. Aunque ella no podrá beneficiarse de una medida pensada para quienes ya estaban en el país antes del 8 de marzo de 2021 lo intentará cuando llegue a ese país.

"Salí de mi casa de mochilera, con solo 20 dólares en el bolsillo", cuenta a 14ymedio Lis, como se presenta la caraqueña de 31 años ante cualquier persona que conoce. "Supe que tenía que pedir cola (aventones) para poder adelantar en mi tránsito", agrega. En el ferri que tomó desde la isla de Margarita a Puerto La Cruz conoció a un camionero que la llevó hasta la ciudad de Socopó, en el estado de Barinas y de ahí fue a San Cristóbal, una ciudad fronteriza con Colombia y ubicada en los Andes, al suroeste de Venezuela.

"No me pude montar en un avión para México porque tenía que renovar el pasaporte y me costaba 100 dólares y no era fácil juntarlos. Lo poco que ganaba en el mes se iba en la comida de unos dos días. Mucho menos podía comprar un pasaje de avión que costaba más de 700 dólares".

Cuando Lis tenía 15 años se mudó junto a su familia desde la capital venezolana a la isla de Margarita, en el estado de Nueva Esparta. Allí se dedicaba al arte del tatuaje y a limpiar en un condominio.

Lis era el sostén de su familia, vivía con su mamá y sus abuelos. "A pesar de que los tatuajes toda la vida han sido costosos en Venezuela la verdad es que el dinero no alcanzaba para sustentarme ni ayudar a mi familia, por eso tomé la decisión de salir a buscar un futuro mejor".

"A pesar de que los tatuajes toda la vida han sido costosos en Venezuela la verdad es que el dinero no alcanzaba para sustentarme ni ayudar a mi familia, por eso tomé la decisión de salir a buscar un futuro mejor"

Lis salió de su país el pasado 28 de diciembre y gran parte del tramo lo ha hecho caminando, pidiendo botella a camiones o con la ayuda monetaria de otros migrantes que se ha encontrado en el camino, principalmente haitianos y cubanos. Actualmente se encuentra en el campamento de San Vicente, en la provincia panameña de Darién.

"A San Vicente llegué el 2 de marzo, pero decidí escaparme del campamento apenas llegué. Me dijeron que a los venezolanos los estaban deportando de Panamá y en medio de todo lo que había pasado no podía soportar que me fueran a devolver a mi país. Logré pasar los dos primeros retenes, pero en el último me agarraron y me devolvieron al campamento".

En los más de dos meses que lleva en San Vicente, la venezolana ha visto morir a varios migrantes por las precarias condiciones en las que viven, entre ellos, a una haitiana embarazada que no pudo ser llevada a un hospital.

Los agentes de la policía y migración, asegura, no hacen mucho por las personas en el campamento. "Hay mucha xenofobia por parte de los uniformados contra los irregulares, como ellos nos llaman. No nos dan información, nos tratan como les da la gana. Le preguntas por algo en específico y lo que nos contestan es que no nos mandaron a venirnos por la selva. Siempre te tienen una mala respuesta, la convivencia aquí no es fácil".

Junto a Lis hay otros venezolanos en San Vicente. Las autoridades acaban de aprobar su salida, pero el proceso va lento. Primero deberán abordar un autobús hasta la provincia de Chiriquí, fronterizo con Costa Rica. "De ahí cada quien se va por sus propios medios porque nadie espera el proceso que sigue. La mayoría deserta del nuevo campamento y se va por su cuenta".

"En este momento lo que tengo son 60 dólares en mi bolsillo. Cuando pague el autobús me quedarán solo 20, que espero me alcancen por lo menos para llegar hasta San José. De ahí me tocará seguir como hice cuando me fui de Venezuela, caminando, porque no cuento con nadie ni ningún familiar que me pueda enviar dinero, al contrario, tengo que mandarle plata a mi familia".

"Cuando pague el autobús me quedarán solo 20, que espero me alcancen por lo menos para llegar hasta San José

Precisamente, dejar a su familia ha sido el paso más doloroso que Lis ha tenido que enfrentar tras la fuerte crisis que vive Venezuela. "Tener que irme y dejar a mamá y mis abuelos, a mis amigos y ver cómo se han muerto mis familiares, y otras personas queridas por la falta de medicinas, por la falta de una buena economía, son tantas cosas que he pasado por la situación de mi país", lamenta.

En los últimos ocho años, los venezolanos se convirtieron en el segundo grupo en términos de refugios aprobados en México al alcanzar la cantidad de 14.354 personas registradas, solo superado por Honduras (21.909). Según cifras oficiales, en el primer cuatrimestre del presente año han iniciado el trámite 1.818 venezolanos.

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