Muere Eduard Limónov, escritor y líder de la extrema izquierda rusa
El autor es el último representante de una estirpe de disidentes que regresaron a su país tras la caída de la Unión Soviética y acabaron luchando contra Putin
Moscú/(EFE). - El ruso Eduard Limónov, escritor y opositor radical al Kremlin que murió hoy en Moscú a los 77 años, es el último representante de una estirpe de disidentes que regresaron a su país tras la caída de la Unión Soviética y acabaron luchando contra el actual presidente ruso, Vladímir Putin.
"¿Putin? Un débil. Si yo fuera Putin, habría hecho cosas aún peores", dijo Limónov en una entrevista.
No hubo opositor ni más brillante ni más radical. No dejó de combatir contra el Kremlin ni durante la Unión Soviética, su turbulenta etapa de disidente en Occidente o tras su regreso a la Rusia democrática.
Combatió en la guerra los Balcanes en el bando serbio y en varios conflictos postosoviéticos más, además de que apoyó la anexión de Crimea
Su ideario era una mezcla de la extrema izquierda -fundó el Partido Nacional Bolchevique (PNB)- y un trasnochado ultranacionalismo ruso, ya que combatió en la guerra los Balcanes en el bando serbio y en varios conflictos postosoviéticos más, además de que apoyó la anexión de Crimea.
Nacido en Ucrania, aunque de padres rusos, entró a formar parte de la disidencia intelectual al emigrar a Moscú a finales de los años 60. Eso le costó la expulsión de la URSS, ya que el entonces jefe del KGB, Yuri Andrópov, le consideró un "convencido antisoviético".
Emigró a EE UU en 1974, pero pronto llamó la atención del FBI después de criticar salvajemente el capitalismo en sus artículos para la prensa en ruso en Nueva York.
Estrechó lazos con los comunistas franceses al trasladarse en 1980 a París y recibió la ciudadanía gala en 1987, aunque ciertos sectores de la administración gala se oponían terminantemente a ello. Recuperó la ciudadanía soviética en 1990 y regresó a Moscú tras la caída de la URSS un año más tarde.
Aunque reanudó su actividad intelectual y colaboró con la prensa rusa, no dejó de participar en la lucha política, como en la defensa de la Casa Blanca, sede del Parlamento cañoneado por orden de Boris Yeltsin (1993).
Ese mismo año fundó el PNB, formación cuyos partidarios eran grupos de jóvenes con la cabeza rapada y que fue ilegalizada en 2007. En los años siguientes cogió el macuto y el fusil, y decidió llevar al campo de batalla sus ideas ultranacionalistas.
En los años siguientes cogió el macuto y el fusil, y decidió llevar al campo de batalla sus ideas ultranacionalistas
Primero, combatió en la guerra de Bosnia en el bando serbio, participó en el bombardeo de Sarajevo y trabó amistad con Radovan Karadzic, líder serbobosnio.
Después se enrolaría en las milicias separatistas de Abjasia, que libraba una cruenta guerra contra el Ejército georgiano, y de Transnistria, que intentaba independizarse de Moldavia.
Después de ser acusado de intentar organizar una revuelta militar en defensa de la minoría rusa en Kazajistán, fue condenado a cuatro años de cárcel por formación de banda armada.
Liberado tras sólo dos años de condena, Limónov dedicó el resto de su vida a la oposición a Putin.
Tras la ilegalización del PNB, fundó La Otra Rusia, formación opositora que reúne a toda clase de activistas políticos y defensores de los derechos humanos, y que coordinó los actos de protesta.
Fue el autor de la mayoría de iniciativas callejeras de la oposición extraparlamentaria, desde la Marcha de los Disidentes a la Estrategia 31, que consistía en salir a la calle cada día 31 en defensa de ese artículo de la Constitución que promueve la libertad de reunión.
Intentó presentar su candidatura a la Presidencia en 2012, cuando Putin intentaba volver al Kremlin tras cuatro años como primer ministro, pero las autoridades se lo impidieron.
Aunque participó activamente en las protestas contra el fraude en las elecciones parlamentarias de 2011, acabó enfrentándose al líder de la oposición extraparlamentaria, Alexéi Navalni.
Aunque participó activamente en las protestas contra el fraude en las elecciones parlamentarias de 2011, acabó enfrentándose al líder de la oposición extraparlamentaria, Alexéi Navalni
Le tachó de "falso Jesucristo liberal" y le acusó de confabularse con el Kremlin después de que Navalni fuera condenado, pero seguidamente puesto en libertad.
En una abierta demostración de su escisión con la oposición liberal, se opuso a la revolución ucraniana del Maidán (2013) y apoyó la anexión rusa de Crimea (2014).
Su ruptura definitiva con la oposición se produjo cuando acusó a sus líderes de traición por apoyar a Kiev en la guerra en el Donbás, pidió la expulsión de los periodistas prooccidentales y comenzó a colaborar con la propaganda oficialista.
El escritor francés Emmanuel Carrere le dedicó un libro, Limónov, que fue un éxito de crítico y público en ese país. "No he encontrado un personaje tan novelesco como Limónov", dijo.
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