Muere el senador Robert Dole, amigo de la causa de la libertad en Cuba
Un patriota estadounidense y destacado legislador que fue reelecto muchas veces a la Cámara de Representantes y al Senado
Miami/Las banderas están a media asta en el Capitolio en Washington y en todo EE UU. Robert Dole, senador, patriota estadounidense, veterano de la Segunda Guerra Mundial y amigo de la causa de la libertad en Cuba, ha muerto a los 98 años.
Para los que tuvimos el honor de conocerlo, mucho valoramos su profunda oposición a las tiranías de cualquier tipo. Años después, presenciamos cómo, con su brazo inmóvil por las heridas que recibió en el desembarco de las fuerzas americanas en Monte Cassini en enero de 1944, recibía a presos políticos cubanos en su despacho. Esos detalles son difíciles de olvidar.
Aquel hombre creció en las praderas de Kansas, se destacó como legislador y fue reelecto muchas veces a la Cámara de Representantes y al Senado. Muchos europeos, especialmente los italianos, recuerdan esta semana que fueron aquellos jóvenes americanos los que vencieron al ejército nazi y dieron al traste con la dictadura fascista de Il Duce, el máximo líder italiano, amigo de Hitler, que una vez liderara las huestes socialistas en su país. Mussolini, al ser ejecutado con su amante, Clara Petaci, nunca había oído el nombre de aquel joven de 21 años dispuesto a dar su vida por la liberación de Italia que se llamaba Robert Dole.
En los años 70, un grupo de estudiantes universitarios cubanos, en Washington y en otras ciudades, bajo el liderazgo de Elena Mederos y del obispo exiliado Eduardo Boza Masvidal, se dieron a la tarea de presentar listas de presos políticos cubanos a líderes del Congreso de Estados Unidos. No fue difícil conseguir que Dole se interesara, y cuando, en 1981, el ingeniero Andrés Solares fue arrestado por escribir al senador Edward Kennedy sobre la organización de un partido de oposición en la Isla, fue Dole el que en un programa de radio que compartía con el senador de Massachusetts le pidió a Kennedy que consiguiera que Fidel Castro pusiera a Solares en libertad. Una vez libre en Estados Unidos, Solares fue recibido en el Capitolio por aquellos dos senadores, uno demócrata y el otro republicano, que lo habían ayudado.
Presenciamos cómo, con su brazo inmóvil por las heridas que recibió en el desembarco de las fuerzas americanas en Monte Cassini en enero de 1944, recibía a presos políticos cubanos en su despacho
En otra ocasión, el senador demócrata por Florida Lawton Chiles trabajaba en un anteproyecto de ley que prohibía que barcos de carga norteamericanos visitaran puertos cubanos. Los amigos del Gobierno cubano acusaron a Dole, erróneamente, de hacerle daño a la exportación de granos del Medio Oeste. Dole les salió al paso declarando que, en realidad, la medida no impactaba en la venta de granos a Rusia y que, además, lo que hacía era "poner presión" a un régimen que "ejecuta y financia ataques militares y paramilitares contra intereses norteamericanos alrededor del mundo."
En 1978, Dole pidió al presidente Jimmy Carter que, en vista de las operaciones militares cubanas en Etiopía y Somalia, cerrara la misión de EE UU en La Habana y congelara cualquier medida para normalizar relaciones entre los dos países. A pesar de las esperanzas de la Administración de Carter y de la de Ford, que la precedió, Dole dijo que el Gobierno cubano había demostrado ser "un instrumento de la interferencia soviética en el continente africano".
La política exterior estadounidense tiene en cuenta los intereses del país y se desarrolla, en la mayoría de los casos, a la luz pública, en declaraciones que salen en la prensa, en proyectos de ley que discute el Congreso, y en el que participan activamente grupos de presión, que incluyen a los que se hacen eco de las preocupaciones de Gobiernos hostiles. Para que EE UU fuera gobernado con ese nivel de transparencia, dieron su vida los compañeros de Robert Dole que ayudaron a liberar a Europa hace varias generaciones.
Que descanse en paz, nuestro buen amigo.
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