Nuevas revelaciones sobre la injerencia cubana en Venezuela

Según un ex guardaespaldas de Maduro, La Habana "elimina cualquier presencia venezolana en el entorno inmediato" del presidente

Maduro, siguiendo la tradición de los jerarcas cubanos, practica rituales de brujería.
Maduro, siguiendo la tradición de los jerarcas cubanos, practica rituales de brujería. / X/Nicolás Maduro
Juan Izquierdo

12 de abril 2025 - 10:36

La Habana/Las revelaciones sobre la vida íntima de Nicolás Maduro que hizo este viernes uno de sus guardaespaldas, Gustavo Graterol, son comparables a las que, en 2014, publicó el ex militar cubano Juan Reinaldo Sánchez sobre Fidel Castro. Lujos, prácticas de santería, búnkeres secretos y vigilancia obsesiva mantienen vivo al heredero del chavismo, todo bajo el control diligente de La Habana. 

Es lo que Graterol llama “la función de los cubanos” en Venezuela, aludiendo al cuerpo de inteligencia militar que supervisa cada movimiento de Maduro y sus lugartenientes. Las instrucciones de la nomenklatura cubana no solo guían los movimientos del dictador en este mundo, sino también –asegura el ex sargento– en el otro. 

Durante una entrevista con el diario El Nacional, Graterol confirma lo que otras fuentes habían asegurado. Maduro, siguiendo la tradición de los jerarcas cubanos, practica rituales que el antiguo militar no supo definir, pero que tienen todas las características de los trabajos yorubas: “Mataban gallinas, se tomaban la sangre, aves, perros”, enumera. 

Los “brujos cubanos” que trabajan para Caracas están en una “base de datos” computarizada

Estas prácticas “son habituales” en Miraflores, asegura –no sin exaltación– Graterol, cada martes y jueves. En ellas participan Maduro, su esposa Cilia Flores, generales y ministros del régimen. Los “brujos cubanos” que trabajan para Caracas están en una “base de datos” computarizada. Son ellos, afirma, los responsables de sacar huesos de cementerios, un requisito de los rituales del Palo Monte, otra de las religiones afrocubanas. 

Pero Maduro no necesita demasiado a los orishas para mantener su vigilancia sobre los venezolanos. Una “sala secreta de espionaje”, equipada con 20 pantallas gigantes de 76 pulgadas y un moderno sistema de comunicación, además del componente humano, se mantiene atenta a tres objetivos: el pueblo venezolano, los miembros “sospechosos” de la jerarquía y el propio Maduro. 

Graterol define al lugar como un “cerebro”, cuyo control también está en manos de militares cubanos vestidos con uniformes venezolanos. Además, están –con voz pero casi sin voto– el ministro de Defensa y otros miembros de la plana mayor del Ejército. “Ahí van monitoreando todo el personal militar y civil del Estado”, señala. 

Los cubanos dominan el círculo íntimo de Maduro –los sucesivos “anillos” de protección, similares a los de Castro– y su vigilancia determina “cada aspecto de su vida”, incluyendo la alimentación y los lugares donde duerme. Sus cocineros, enfermeros y médicos son cubanos, advierte Graterol, y “eliminan cualquier presencia venezolana en su entorno inmediato”. 

"Los pusieron ahí porque tienen instrucciones de Cuba de vigilar y espiar a las personas y militares que dicen algo opuesto al Gobierno"

“Hay un funcionario cubano en cada comandancia general”, explica. Son los encargados de detectar y silenciar a los altos cargos que “murmuran” contra Maduro. Los pusieron ahí porque tienen instrucciones de Cuba de vigilar y espiar a las personas y militares que dicen algo opuesto al Gobierno”, resume. 

La inexpugnabilidad de la gestión cubana se hace más evidente, según el ex guardaespaldas, en Los Pinos, una residencia secreta que sustituye a la tradicional Casona presidencial. Indetectable, subterránea en parte, rodeada de vegetación y montañas, se supone que está oculta a cualquier radar o satélite. 

“La buscas en Google y no te va a dar la ubicación porque está dentro de una montaña”, alega el ex militar. De ella parten seis túneles de escape, con accesos camuflados desde un hospital militar, la sede del Batallón Bolívar y otras salidas que no conoce nadie, “excepto los militares del primer anillo y los cubanos”. 

Graterol ha prometido seguir hablando de Maduro en el futuro. Personaje hasta ahora desconocido, con un apellido ilustre en Venezuela –y uno de los más antiguos del continente americano– no revela, sin embargo, cómo abandonó, y en qué condiciones, uno de los puntos clave de la seguridad del chavismo. 

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