Un pragmático conservador, un revolucionario y un moderado se juegan la presidencia iraní
De ganar, cualquiera de los tres, tendrá que hacer frente a un momento geopolítico muy complejo para su país
Teherán/Un pragmático conservador, un revolucionario y un reformista se juegan este viernes la presidencia iraní en unas elecciones sin un claro favorito, y marcadas por la apatía de la población por la mala situación económica y la represión social.
La muerte del presidente Ebrahim Raisí en un accidente de helicóptero en mayo ha forzado al país a celebrar elecciones anticipadas para el segundo cargo más importante del país, tras el líder supremo Ali Jameneí, quien ejerce de jefe de Estado con bastos poderes.
Aún así la figura del presidente tiene un gran impacto en la vida de los iraníes y ese poder recaerá en uno de los tres favoritos, como son: el pragmático conservador Mohamad Baqer Qalibaf, el ultraconservador Saeed Jalili y el reformista Masoud Pezeshkian.
Tres políticos con puntos de vista casi opuestos que tendrán que hacer frente a un momento geopolítico muy complejo, con la guerra en Gaza, las tensiones por el programa nuclear iraní y las elecciones estadounidenses en pocos meses. Los datos de las encuestas locales apuntan a una posible segunda vuelta en una semana dado que parece que ningún candidato logrará un 50 % de los votos.
El exgeneral de la Guardia Revolucionaria, exjefe de Policía, exalcalde de Teherán y presidente del Parlamento, Qalibaf ha remarcado su experiencia ejecutiva y prometido un Irán “orgulloso”, además de un nuevo acuerdo nuclear con Occidente, aunque con matices.
A sus 62 años, tiene tirón entre los jóvenes no ideologizados, es decir no interesados en el islamismo, que dan más importancia a las cuestiones económicas, y se le recuerda en Teherán como un buen alcalde.
En el espectro conservador su rival es el ultra Saeed Jalili, quien ha sido descrito como un “verdadero producto de la Revolución Islámica”, “intransigente” y opuesto a Occidente a sus 58 años.
Su campaña para las elecciones presidenciales del viernes se ha basado en eslóganes más que en planes concretos y se le considera el candidato del status quo, el más cercano al fallecido presidente Ebrahim Raisí, pero más ultraconservador.
Los medios conservadores iraníes han retratado a Jalili, de 58 años, como un intelectual leal a los “ideales y principios” islámicos y de llevar una “vida sencilla”, algo valorado por parte de la población del país.
En el extremo opuesto se encuentra el cirujano cardíaco Masoud Pezeshkian, exministro de Sanidad que ha ido ganando peso durante la campaña electoral con un mensaje de acercamiento a Occidente y críticas al velo.
Ha recibido el apoyo de los expresidentes Mohamed Jatamí (1997-2005) y Hasan Rohaní (2013-2021) del bloque reformista –que busca cierta apertura del país– después de que en las presidenciales de 2021 no se permitiese la participación de un moderado, y pertenece a la minoría azerí del país, lo que le podría ayudar.
Los analistas consideran que una alta participación de por encima del 60 % dispararía las posibilidades de Pezeshkian, un alto número de votos que también piden las autoridades irónicamente para legitimar a la República Islámica.
Entre los votantes reina el escepticismo y la apatía en medio de una economía lastrada
Entre los votantes reina, sin embargo, el escepticismo y la apatía en medio de una economía lastrada por una inflación del 40 %, un devaluado rial y un 20 % de desempleo joven. A ello se suma la cuestión de las libertades sociales, en especial el velo islámico, un tema candente desde la muerte de Mahsa Amini en 2022 tras ser detenida por no llevar bien puesto el velo islámico, que provocó fuertes protestas contra las autoridades.
“Yo no voy a votar por todos los problemas que hay, desde la economía hasta el trato a las mujeres por la cuestión del velo (...) Sea quien sea presidente no va a cambiar nada”, asegura la mujer, que lleva el cabello descubierto”, afirma a EFE Marjan, representante de productos estéticos de 42 años de Teherán.
La gran mayoría de jóvenes entrevistados por EFE afirmaron que no votarían para no participar en un sistema político en el que no creen, lo que pone de manifiesto el abismo entre los clérigos que rigen el país y parte de su población.
Esta apatía entre los 61 millones de votantes preocupa a la República Islámica, que otorga una gran importancia a la participación en las elecciones como muestra de su legitimidad y respaldo popular. En las elecciones parlamentarias de marzo se registró la participación más baja en los 45 años de la República Islámica cuando solo un 41 % del electorado acudió a las urnas, mientras que en las presidenciales de 2021 votó un 48 %.
Así, Jameneí ha llamado a los iraníes a votar en las elecciones para “derrotar al enemigo” y elegir a un presidente que crea en los principios de la Revolución Islámica de 1979.