El presidente Petro condena la dictadura de Ortega mientras su embajador en Nicaragua la alaba

La Habana/Como "un pueblo convencido de su revolución" caracterizó a Nicaragua el embajador de Colombia en ese país, León Freddy Muñoz, durante una marcha oficialista en la ciudad de León el pasado 7 de julio. El diplomático compareció ante las cámaras con una gorra del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y una pañoleta rojinegra del mismo partido, un gesto que fue interpretado como de adhesión al régimen de Daniel Ortega.

"Es inconcebible que el embajador del Gobierno de (Gustavo) Petro aplauda una revolución marxista y sangrienta", expuso en Twitter –plataforma en la que se ha desencadenado un aluvión de críticas a Muñoz– el senador estadounidense Marco Rubio, que caracterizó la declaración como un "grave insulto" para los nicaragüenses, tanto dentro como fuera del país, que "aún sufren las repercusiones de los sandinistas".

Desde su exilio en EE UU, el periodista y ex diplomático nicaragüense Arturo McFields Yescas también acusó al colombiano de violar la Convención de Viena, que establece que "los diplomáticos 'no deben inmiscuirse en los asuntos internos de un Estado' y mucho menos en temas políticos", opinó

De acuerdo con la prensa colombiana, la Cancillería de ese país está "revisando el tema internamente"

Por su parte, el opositor Félix Madariaga consideró "inadmisibles" las palabras de Muñoz, condenó su participación en el acto del FSLN y aseguró que el colombiano estaba violando la "neutralidad y el respeto a la soberanía" que deberían caracterizar a su cargo.

De acuerdo con la prensa colombiana, la Cancillería de ese país está "revisando el tema internamente" y evaluando si tomarán alguna medida contra Muñoz.

Muñoz, que es embajador en Managua desde septiembre de 2022, acudió a las celebraciones por el aniversario 44 de la toma del fortín de Acosasco –un importante enclave militar durante la dictadura de Anastasio Somoza– y calificó la marcha como "una cosa maravillosa". En la caminata también participó otro funcionario colombiano, el congresista de la Cámara de Representantes de Colombia Alejandro Toro Martínez, que encomió al "pueblo movilizado", "tomándose las calles" y "recordando los símbolos" de "los procesos de revolución".

Los críticos de Muñoz le han recordado que el Gobierno de Petro ha condenado en varias ocasiones al régimen de Ortega y ha ofrecido la nacionalidad colombiana a quienes han sido desterrados y declarados apátridas por las autoridades nicaragüenses.

Este lunes, el embajador emitió una declaración oficial donde se defendió de las acusaciones afirmando que su rol "debe ir más allá de proteger los interés nacionales del Estado que representa". En opinión de Muñoz, su trabajo debe garantizar una comunicación "efectiva y armoniosa", además de "estratégica" con el régimen de Ortega.

Añadió que no se convertiría en "únicamente un símbolo o una figura decorativa", e invocó el concepto de Petro de una "diplomacia franca, mirando directamente al otro, simpatizando con el otro".

"Es mi obligación participar en reuniones y actividades importantes para el Gobierno sandinista, ya que debo hacer presencia estratégica para cuidar los intereses nacionales de Colombia en Nicaragua"

A continuación, se jactó de su "buena comunicación" con el Gobierno de Nicaragua y de haber logrado "la exoneración de grandes multas migratorias" en el tránsito entre ambas naciones, y dijo haber mejorado la situación de los "connacionales privados de la libertad en las diferentes cárceles de este país". Además, "como si fuera poco", se congratuló por haber otorgado más de 500 visados para que los nicaragüenses viajaran a Colombia.

"Es mi obligación participar en reuniones y actividades importantes para el Gobierno sandinista, ya que debo hacer presencia estratégica para cuidar los intereses nacionales de Colombia en Nicaragua. Esto más allá de las estrategias jurídicas en La Haya o en los organismos multilaterales", concluyó.

A raíz de la polémica en torno a Muñoz, la prensa colombiana ha desempolvado el turbio pasado del diplomático y un episodio de tráfico de drogas en el que estuvo involucrado. En mayo de 2018, durante una pesquisa de rutina en el aeropuerto internacional José María Córdova, en el departamento colombiano de Antioquía, la Policía arrestó a Muñoz por la tenencia de 160 gramos de cocaína.

Aunque el funcionario alegó que la droga había sido introducida en su equipaje por una familia colombiana vinculada al narcotráfico –los Suárez-Mira–, sigue en proceso un juicio en su contra por el delito de tráfico de estupefacientes. En 2020, le fueron decomisados otros 200 gramos de cocaína. Su respuesta a la prensa, según sus críticos, no careció de cinismo: "Jamás he probado la cocaína. Nunca la había visto siquiera".

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