Shin, el fugitivo que regresa en sueños al "campo de la muerte" norcoreano
Seúl/(EFE).- "Cuando me encuentro débil sueño que sigo encerrado en el campo 14", asegura Shin Dong-hyuk, hasta hoy el único recluso de un gulag de Corea del Norte que ha logrado escapar para contar al mundo su escalofriante historia.
Una historia relatada en "Evasión del campo 14", el best seller del escritor y periodista estadounidense Blaine Harden, que el próximo martes se publicará por primera vez en español de la mano de la editorial Kailas.
La historia de un niño que nació en 1983 y creció en un "campo de la muerte" entre abusos, torturas y humillaciones. Que comía ratas y saltamontes para sobrevivir. Que presenció la ejecución de su madre y su hermano a los que él mismo había delatado.
Este niño ya tiene 32 años -uno más que el líder norcoreano Kim Jong-un- y goza de todas las comodidades materiales en la próspera Seúl pero no ha alcanzado la felicidad porque sigue acechado por "el miedo, el trauma y el sentimiento de culpa", comenta a Efe en una entrevista en la capital surcoreana.
Brazos deformados por las torturas, un dedo cortado como castigo por haber roto una máquina de coser, cicatrices por todo el cuerpo, una leve cojera y su mirada perdida e inexpresiva son las secuelas más visibles de su paso por el campo de trabajo número 14 de Kaechon, unos 60 kilómetros al norte de Pyongyang.
Esta es una de las "áreas de máxima seguridad" para prisioneros políticos sin posibilidad de redención en la que estaban recluidos sus padres, considerados "traidores" al régimen, junto a otros 15.000 a 20.000 convictos, según los cálculos.
Casi una década después de cruzar la valla electrificada que separa Kaechon del mundo real, Shin sigue pensando que la libertad es "poder elegir ropa y comida"
"Algunos países de habla hispana son cercanos a Corea del Norte, por eso me alegro de que puedan leer mi historia para saber lo que realmente pasa allí", comenta el exfugitivo, reconvertido hoy en un prominente activista que viaja por todo el mundo para defender la causa de los derechos humanos en su país.
Aún así, "no soy extrovertido y me siento incómodo en público, por eso ya casi no doy entrevistas", confiesa el refugiado, que desea "pasar página" y por eso nos remite al libro cada vez que le preguntamos sobre uno de sus episodios dentro del campo 14.
En este lugar para "limpiar los pecados" familiares -sus tíos supuestamente desertaron al Sur en los años 50- transcurrió su infancia realizando trabajos forzados sin apenas recibir alimentos, por lo que él y sus compañeros dedicaban sus escasos ratos libres a cazar insectos, ratas y saltamontes para comer.
Educado exclusivamente para obedecer a las autoridades, con 13 años delató a su madre y su hermano cuando descubrió que planeaban escapar
Educado exclusivamente para obedecer a las autoridades, con 13 años delató a su madre y su hermano cuando descubrió que planeaban escapar. Entonces los guardias, descritos en el libro como seres de una crueldad extrema, le obligaron a presenciar las ejecuciones de ambos y le torturaron para obtener más información.
"Nacieron en Corea del Norte bajo un sistema dictatorial que les lava el cerebro. Si hubieran nacido en cualquier otro país quizá serían buenas personas", comenta el joven cuando habla de sus captores, que durante el interrogatorio abrasaron su piel con carbón al rojo vivo hasta que perdió el conocimiento.
Años después Shin, que "ni siquiera sabía que la tierra era redonda", encontró una ventana al mundo en su compañero de trabajos forzados, un preso político procedente del exterior, y ambos se dieron a la fuga en 2005 pero el segundo pereció electrocutado en la alambrada.
Su largo y difícil periplo hacia la libertad le llevó a traspasar la frontera a China, donde un periodista surcoreano lo encontró por casualidad y, fascinado por su historia, logró enviarlo a Seúl.
(...) aún sigue teniendo "miedo" al Estado totalitario que sigue siendo fuente de sus habituales pesadillas nocturnas
Hoy este joven que dedica sus ratos de ocio a conducir por la ciudad y hacer senderismo en la montaña confiesa que, aunque cada vez menos, aún sigue teniendo "miedo" al Estado totalitario que sigue siendo fuente de sus habituales pesadillas nocturnas.
La ONU publicó en marzo un detallado informe en el que acusa a Corea del Norte de practicar "crímenes contra la humanidad" equiparables a los del nazismo alemán, muchos de ellos en los "campos de la muerte", y estos días varios países buscan llevar el caso a la Corte Penal Internacional de La Haya.
"A diferencia de las ideologías como el socialismo o la democracia, la libertad no se enseña. Es un poder inherente, como el ADN, del que las personas se ven privadas en las dictaduras", expone el único norcoreano capaz de contar al mundo que vivió 22 años en una de las prisiones de no retorno del régimen de los Kim.