Ucrania borra toda huella de su pasado soviético de las calles

En abril de 2015 la Rada Suprema de Ucrania adoptó un conjunto de leyes que regulan el proceso de descomunización

Imagen de la última estatua de Lenin caída fuera de Rusia. (EFE)
Imagen de la última estatua de Lenin caída fuera de Rusia. (EFE)
Khrystyna Kinson

07 de octubre 2017 - 19:36

Kiev/(EFE).- Bajo la denominada política de "descomunización", Ucrania borró la huella de su pasado soviético al renombrar miles de calles, pueblos y ciudades y retirar del espacio público miles de monumentos de figuras comunistas, como Lenin.

A punto de cumplirse 100 años de la Revolución bolchevique que llevó a la instauración del comunismo, el Gobierno ucraniano se jacta de haber cambiado la denominación de más de 52.000 calles, 32 ciudades y 25 localidades relacionadas con este periodo histórico.

Asimismo, en los últimos tres años se borraron del mapa unos 2.500 monumentos que glorifican a los líderes soviéticos, incluidas 1.300 estatuas de Vladímir Lenin, lo que forma parte de los esfuerzos para construir una nueva identidad nacional.

Según explicó en una entrevista con Efe el historiador ucraniano Bogdan Korolenko, esto ha ayudado al país no solo a deshacerse de los "símbolos del régimen comunista totalitario", sino a alejarse ideológicamente de Rusia y luchar contra la propaganda en el contexto actual de conflicto.

A punto de cumplirse 100 años de la Revolución bolchevique que llevó a la instauración del comunismo, el Gobierno ucraniano se jacta de haber cambiado la denominación de más de 52.000 calles, 32 ciudades y 25 localidades

"Hay una parte de la población cuya mentalidad está aún ligada a la Unión Soviética (...) y Rusia se apoya en la existencia de estos símbolos para ponerlos de su lado en la guerra contra Ucrania", alegó Korolenko, jefe del departamento de Análisis Regional del Instituto para la Memoria Nacional de Ucrania.

En abril de 2015 la Rada Suprema (Parlamento) de Ucrania adoptó un conjunto de leyes que regulan el proceso de descomunización y condenan el régimen comunista que gobernó el país desde 1917 a 1991, así como los regímenes nazis, la negación pública del carácter criminal de esos sistemas y el empleo de sus símbolos.

En virtud de esta legislación, esta semana el propio Instituto para la Memoria Nacional pidió a la Fiscalía que abra un procedimiento penal contra las autoridades locales de la ciudad de Odessa (en el sur de Ucrania) por haber restaurado monumentos de Lenin y del líder soviético Mijaíl Kalinin.

"Todas las medidas que derivan de la ley de descomunización constituyen una cuestión de seguridad nacional (...) Con ello Ucrania busca defender su soberanía, y defenderse también de Rusia", alegó Korolenko.

En su opinión, existen una especie de "fronteras mentales" construidas a partir de elementos del pasado que son utilizadas para sembrar discordia entre la población y propagar la idea de que Ucrania, como antigua república soviética, y Rusia son una misma nación, al "compartir la misma historia, símbolos y héroes".

"Crimea y los territorios de Donetsk y Lugansk están ocupados por grupos terroristas que no reconocen la soberanía ucraniana ni a Ucrania como Estado independiente", denunció el historiador.

"Todas las medidas que derivan de la ley de descomunización constituyen una cuestión de seguridad nacional (...) Con ello Ucrania busca defender su soberanía, y defenderse también de Rusia"

Korolenko considera que, de alguna manera, esta mentalidad jugó un papel en el desencadenamiento del conflicto que azota el este de Ucrania, pues durante la revolución de Maidán, los mítines que se celebraron en varias ciudades de regiones separatistas giraban en torno al patrimonio ideológico ruso.

"Muchos de estos mítines tuvieron lugar en plazas y parques que conmemoran a personajes comunistas como Lenin, y en esos territorios este tipo de monumentos y símbolos continúan allí, se conservan y se renuevan", afirmó.

No obstante, la descomunización no es una iniciativa del Gobierno actual, puesto que el proceso comenzó a principios de 1990, poco antes de la desintegración de la URSS, y formó parte de la política estatal durante los mandatos de Leonid Kuchma (1994-2005) y Víktor Yúshchenko (2004-2009).

De hecho, el Instituto para la Memoria Nacional fue fundado en 2006 bajo la presidencia de Yúshchenko, quien convirtió la descomunización en una práctica institucional de pleno derecho.

Entre otras cosas, ordenó por decreto la eliminación de todo símbolo conmemorativo de figuras implicadas en el "Holodomor", como se conoce a la hambruna que mató a millones de personas en los años 30 por la colectivización forzosa emprendida por Iosif Stalin.

A día de hoy la descomunización sigue generando controversia, con posiciones discrepantes entre aquellos que defienden el derecho a la libertad de expresión para expresar puntos de vista sobre acontecimientos históricos y quienes abogan por romper definitivamente con los vestigios de un pasado soviético que consideran dañino.

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