La vida ya no es la misma en Haití ante el terror de las bandas
El número de haitianos obligados a huir de sus hogares por la crisis asciende a 362.000 en todo el país, según la ONU
Puerto Príncipe/La vida ha cambiado totalmente en Puerto Príncipe, Haití, con las bandas sembrando el terror día y noche. Incluso las relaciones sociales se derrumban, domina la desconfianza, en un país con más de 360.000 desplazados internos por la violencia.
Muchos de ellos viven como nómadas. Esas cifras proporcionadas por Naciones Unidas aumentan a diario, especialmente en los últimos días, con los ataques de las bandas en un intento por derrocar al Gobierno del primer ministro Ariel Henry.
"Mi vida ha cambiado mucho, es muy complicado vivir tranquilo y sin miedo", dijo a EFE el fotógrafo Johnson Sabin, quejándose de que ya no puede hacer su trabajo como antes, ni simplemente divertirse al hacer sus fotografías en diversos puntos del país.
Cada año nuevo los haitianos sueñan con que la situación en el país mejorará, pero todo va a peor. La población de este país ha vivido terremotos, accidentes aéreos o el asesinato de un presidente en su propia residencia. En las carreteras, los jóvenes pandilleros que deberían estar en la escuela sustituyen a la policía.
El trazado de Puerto Príncipe ha cambiado. Las zonas sin ley se multiplican. Algunas áreas y barrios han quedado completamente abandonados a las bandas armadas que controlan al menos el 80% de la capital, obligando a la población a restringir sus movimientos.
Todos esperan "su turno", el momento en que les tocará ser víctimas de secuestros, robos, violaciones o ataques
Ante el aumento de la inseguridad, todos esperan "su turno", el momento en que les tocará ser víctimas de secuestros, robos, violaciones o ataques armados. Con el estado de emergencia impuesto, en el área metropolitana de Puerto Príncipe desapareció la vida nocturna. Los comerciantes abandonan precipitadamente las aceras, que se han transformado en un mercado público donde la basura y la suciedad se codean con la mercancía.
La gente se apresura a volver a casa. Rara vez se ve jugar al fútbol o al baloncesto en los barrios donde antes estos deportes eran populares. Tampoco están ya los vendedores de comida que solían instalarse hasta altas horas de la noche, envueltos en un ambiente festivo.
"Las actividades socioculturales están completamente reducidas, también veo a mis amigos que se fueron de Haití y muchos de ellos se están yendo por la violencia. Quiero seguir creyendo en mi país. A pesar de que es complicado vivir con normalidad, debemos luchar para que nuestro hermoso país no desaparezca", agrega Sabin.
Los territorios perdidos y abandonados a las bandas se multiplican. Zonas que eran consideradas seguras se han convertido en epicentros de la violencia, provocando la huida de civiles abandonados a su suerte. Es más fácil morir por una bala perdida que encontrar trabajo en un país asolado por el desempleo, que crece a medida que la inseguridad empuja a empresas a la quiebra.
Aquí, las bandas son la ley. Sustituyen al Estado. La policía carece de medios, no hay voluntad para resolver la situación. La esperanza abandona a Haití, empujando a muchos a tratar de emigrar a otros países: Estados Unidos, Canadá, Francia, México, Nicaragua, Chile y la República Dominicana son los principales. Algunos haitianos se dan por vencidos, a la espera de ser confirmados en el programa humanitario 'parole', que ofrece residencia temporal en Estados Unidos a ciudadanos de ciertos países.
Otros, impacientes, prefieren ir a esperar su confirmación a la República Dominicana, mientras hay quienes atraviesan México en sus intentos de llegar a suelo estadounidense. Aún hay muchos que esperan recuperar su vida de antes de la violencia, moverse por el país sin preocupaciones.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de Naciones Unidas alertó este domingo que al menos 15.000 personas han sido desplazadas por la violencia en Haití en la última semana, por lo que el número de haitianos obligados a huir de sus hogares por la crisis asciende ya a 362.000 en todo el país, de los cuales más de 160.000 lo hicieron en Puerto Príncipe.
La OIM dijo estar "profundamente preocupada por el estallido de violencia desde finales de febrero", con una crisis que no hace más que agravar la grave situación que se vivía ya en el país.
La OIM dijo estar "profundamente preocupada por el estallido de violencia desde finales de febrero"
Así, de las 15.000 personas desplazadas durante la última semana, la mayoría ya habían tenido que huir de sus hogares en el pasado, con diez puntos de acogida que han tenido que ser desalojados por el estallido de violencia, sumando nuevos traumas a las familias desplazadas, advirtió la organización, que subrayó que esta población necesita alimentos, atención médica, agua, instalaciones de higiene y apoyo psicológico.
“Los haitianos no pueden llevar una vida digna. Viven con miedo y cada día, cada hora que se prolonga esta situación, el trauma empeora”, aseguró el jefe de la OIM para Haití, Philippe Branchat, que recordó que la inseguridad va en aumento en todo el país y "la gente que vive en la capital está encerrada, no tiene adónde ir".
Branchat insistió: "Las personas que huyen no pueden llegar hasta sus familiares y amigos en el resto del país para encontrar refugio. La capital está rodeada de grupos armados y peligro. Es una ciudad sitiada”.
En lo relativo a la salud, la OIM recordó que el sistema sanitario ha colapsado, con algunos hospitales atacados o arrasados por las pandillas, teniendo que evacuar al personal y los pacientes, lo que impide a los profesionales médicos prestar incluso servicios básicos como apoyo psicológico, entre una población que ha sido víctima de desplazamientos, violaciones o ataques, aumentando las tendencias suicidas.
La violencia en Puerto Príncipe ha aumentado significativamente desde que el 28 de febrero se conociera que el primer ministro Ariel Henry se había comprometido a celebrar elecciones en Haití antes de finales de agosto de 2025, una fecha muy lejana si se tiene en cuenta que el mandatario debía haber abandonado el poder el pasado 7 de febrero, según un acuerdo de 2022.
En medio de esta escalada de violencia, el pasado fin de semana las bandas criminales ingresaron en las dos principales cárceles de la capital, permitiendo la fuga de más de 3.000 presos.
Henry, actualmente en Puerto Rico y la máxima autoridad del país tras el asesinato en 2021 del presidente Jovenel Moise, es ahora objeto de presiones dentro y fuera de Haití para favorecer una transición que ayude a frenar la aguda crisis y la extrema violencia en la nación isleña.