Washington se viste de blanco
Washington DC/Los primeros rayos de sol de este domingo revelaron una ciudad de Washington DC teñida de blanco por la fuerte nevada que azotó la costa este de Estados Unidos este fin de semana. En las últimas horas los residentes de la urbe vivieron momentos de tensión, temores y desabastecimiento de productos. La colosal tormenta dejó tras de sí al menos 20 personas fallecidas e incalculables pérdidas económicas.
Con el transporte por ómnibus paralizado, el metro cerrado y la mayoría de los mercados con el cartel de “closed”, la capital estadounidense ha comenzado a recuperarse de una nevada histórica que los meteorólogos bautizaron como Jonás, pero que de inmediato recibió el apodo de Snowzilla, al mezclar la palabra “nieve”, en inglés, y el nombre de Godzilla, famoso monstruo del cine.
El rugido de Snowzilla se ha hecho sentir con fuerza, en especial durante el sábado, cuando la nieve cubrió el este del país y paralizó también la ciudad de Nueva York. La histórica tormenta afectó a unos 85 millones de personas, la cuarta parte de la población de Estados Unidos.
Sus gélidos vientos y la persistencia de la nevada obligaron a cancelar unos 4.400 vuelos a lo largo del fin de semana. Los aeropuertos Ronald Reagan, Dulles y el cercano Baltimore-Washington, se llenaron de viajeros nerviosos atrapados entre la noticia de la postergación de sus viajes y las dificultades para retornar a sus casas desde las terminales aéreas.
La mayoría de los fallecidos durante la tormenta se localizan en Arkansas, Kentucky, Nueva York, Carolina del Norte, Maryland y Virginia. Las causas más repetidas han sido accidentes de carretera, infartos e hipotermia. Las ráfagas de viento que rozaron los 80 kilómetros por hora aumentaron la peligrosidad de Snowzilla.
En la tarde del viernes se vieron escenas inusuales para la capital de EE UU, con largas colas en los mercados, anaqueles vacíos y avenidas por las que apenas transitaban autos. En una céntrica tienda de la cadena Whole Foods en la barriada de Foggy Bottom, los clientes llenaban carritos con todo lo que pudieran necesitar para enfrentar la nevada.
“He venido por agua, queso, granos secos y algo de vino”, comentaba una becaria de la universidad de George Washington. La joven pensaba pasar el fin de semana en el apartamento que comparte con unas colegas de la escuela y “mirar la televisión si no se corta el fluido eléctrico”.
Las autoridades advirtieron por todos los medios de quedarse en casa y no utilizar las vías ni carreteras ante el peligro de accidentes. Una recomendación que fue acatada por la mayoría de los washingtonianos y que contribuyó a que por más de 24 horas las carreteras y accesos a la ciudad mostraran un inusual paisaje inhóspito.
Más de de 200.000 hogares de la costa este quedaron sin electricidad y el Gobierno se vio obligado a movilizar 2.200 efectivos de la Guardia Nacional. Todo el complejo de museos pertenecientes al instituto Smithsonian permanecen aún cerrados.
Las calles, todavía con muchas dificultades para el tránsito, se llenaron desde horas de esta mañana de transeúntes necesitados de hacer compras y otros que querían disfrutar del singular paisaje urbano. Con un esplendoroso cielo azul, la gente bregaba entre la nieve para llegar a su destino o simplemente disfrutar del excepcional vestido blanco que cubre la ciudad.
Héctor, salvadoreño y conductor de una máquina quitanieves, comenta que estaba despierto “desde la madrugada”. En su cuadrilla todos hablan español y provienen de Centroamérica. “Aunque es una mala noticia para la ciudad, significa trabajo para nosotros, así que los hombres están con mucha energía”, explica.
En el barrio de Georgetown, un grupo de turistas argentinos hacían fila para entrar al único café de la cadena Starbucks abierto en toda la zona. “Me hubiera gustado que fuera más fácil ir andando de un lugar a otro, pero la verdad es que así también está muy bonito”, comenta uno de ellos, mientras un hombre cruzaba la avenida M con sus esquíes y una familia salía de casa con sus niños pequeños en una tabla de snowboard.
El ruido de los camiones quitanieves llena toda la ciudad y los pocos autos que ya se atreven a recorrer las calles lo hacen a velocidades muy bajas, dada la presencia de peatones en la vía. Poco a poco Washington DC vuelve a la vida.