En Camagüey, playas descuidadas en pesos, playas hermosas en divisas
Los nacionales van a la costa contaminada de Nuevitas mientras los turistas se bañan en las aguas cristalinas de Santa Lucía
CAMAGÜEY/El sol despunta y decenas de bañistas comienzan a llegar a las playas de la bahía de Nuevitas, en la costa norte de la provincia de de Camagüey. Van pertrechados como para una batalla: comida, agua, zapatos resistentes para lidiar con las piedras y hasta algún botiquín improvisado para posibles cortes con los trozos de cristal o las latas. Las malas condiciones del litoral no logran enfriar las ganas de darse un chapuzón.
La provincia de Camagüey cuenta con el 25% de todas las playas del archipiélago pero el estado de la costa ha ido empeorando en los últimos años debido al cambio climático, la falta de mantenimiento y el deterioro de la infraestructura, a lo que se le suma el vertido de residuos industriales o domésticos. Algunas zonas que una vez fueron un remanso de paz y belleza hoy parecen salidas de una escena de posguerra.
Entre el extenso litoral, Nuevitas es el balneario más concurrido porque es más económico gracias al "tren playero" que funciona en verano, de viernes a domingo, desde la ciudad de Camagüey y llega a pocos metros del mar.
Para las familias de pocos ingresos esta es una de las pocas posibilidades de tener un día tomando el sol frente a las olas, porque las zonas más hermosas y cuidadas, como la playa Santa Lucía, se han ido llenando de hoteles en los que se hospedan fundamentalmente visitantes extranjeros. Llegar hasta allí es caro y complicado, por lo que Nuevitas resulta una opción más accesible.Sin embargo, la más democrática de las playas camagüeyanas padece de un crónico descuido. Las ruinas de viejas construcciones destruidas por los ciclones o el abandono salpican parte del litoral y los veraneantes se ven forzados a bañarse en medio de fragmentos de concreto, vigas de metal y otros tipos de cascotes (escombros).
Entre las playas con mayor número de visitantes destacan Las Piedras, La Colonia y las otras que se extienden cercanas a la antigua línea férrea, aunque algunos optan por las más alejadas como Santa Rita y la de mejores fondos como Varaderito, a unos tres kilómetros de la ciudad, pero a la que solo se puede acceder por un camino en mal estado.
"Aquí hace años que no se hacen reparaciones ni se draga", lamenta Mily Marín, una residente del lugar que lleva a sus hijos a la playa. "Estos lugares no se parecen a las playas que conocí cuando niña. Mis hijos salen con heridas en los pies”, lamenta la madre, que recuerda una infancia con un litoral mejor cuidado y denuncia el abandono institucional a que ha llegado el área.
El crecimiento industrial que vivió la zona durante los años del subsidio soviético hicieron proliferar las industrias, entre ellas algunas muy contaminantes como la Empresa Termoeléctrica 10 de Octubre y una fábrica de fertilizantes. Los daños dejados por fuertes huracanes, como Irma en septiembre pasado, han agudizado la situación.
El avance de las aguas también ha robado espacio a los vacacionistas. Durante el pasado siglo se registró en Cuba un aumento de la temperatura media anual de 0.6° y el nivel medio del mar tuvo una tasa de incremento de 2,14 milímetros por año. Al menos 291 playas del país (el 84% del total) ya han resultado afectadas por esos cambios.Al clima y los vertidos industriales se le suma el problema de los residuos domésticos arrastrados hacia el mar por las aguas del río Saramaguacán y procedente de lugares tan alejados como el norte del municipio de Camagüey y las llanuras de Sibanicú.
Los vecinos de Nuevitas recuerdan el hermoso balneario antes de que los residuos industriales y la desidia se apropiaran de sus costas. Es el caso de Juan, un jubilado que saca unos pesos vendiendo rositas de maíz a los veraneantes y lamenta que la bahía esté ahora invadida por un "fango fétido". Solo tiene una palabra para definir la situación: "Es un desastre".
Las autoridades han estado trabajando en un proyecto apoyado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo que busca aliviar el impacto medioambiental en la zona. "Ya se acumula una serie de resultados que repercuten no solo en la biodiversidad, sino también en el desarrollo económico y el buen vivir social del territorio", aseguró el periódico local Adelante.
La obra insignia de esa colaboración es el llamado Complejo Malecón-Patana Rosa Naútica, inaugurado a finales del pasado año, que incluye un muro en el litoral con variadas ofertas recreativas alrededor. La obra, de 320 metros de largo, se erigió sobre parte de un viejo muelle.“Ha quedado muy bueno, pero los veraneantes de Camagüey no vienen a estos lugares.”, aclara el pastor Yilber Durand. “Ellos quieren disfrutar de las playas, que están en pésimas condiciones. Creo que hubiese sido mejor invertir todo ese dinero mejorandolas".
La diferencia entre “las playas de la gente”, como llaman muchos a la costa donde se zambullen los camagüeyanos, y “las playas de los turistas” no radica solo en la calidad del mantenimiento que reciben, en la limpieza de sus aguas o en la cantidad de casas que rentan habitaciones para los veraneantes. Las ofertas gastronómicas también marcan una gran distancia.
Mientras en Santa Lucía se puede comprar “casi de todo [...], en Nuevitas la oferta es más pobre”, dice Roxana, madre de dos niñas y residente en la ciudad de Camagüey, que frecuentemente visita el litoral norte. No le queda duda de que “muchos vendedores prefieren ir hacia aquellos lugares donde los clientes pueden pagarles mejor por un bocadito, un refresco o una fruta fresca”.
No obstante, Roxana se alegra de que algunos negocios privados sigan en Nuevitas. Si no estuvieran aquí, “quedaría muy poco para divertirse, porque entre lo sucias que están las aguas y el cuidado que hay que tener con la basura en la costa, al menos tomarse un jugo frío frente al mar vale la pena”.
"Nosotros somos los que garantizamos la comida y la bebida a los que llegan desde la ciudad cabecera, porque las ofertas estatales son muy escasas", confirma a 14ymedio el dueño de un restaurante que funciona en un local arrendado al Estado. El pequeño empresario y algunos otros planean quedarse, a la espera de que la suerte y el cuidado vuelvan a las playas de Nuevitas.
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