Guaguas vacías, Coppelia sin clientes, así empieza la fase 1 post-covid en La Habana

La medida del reinicio del transporte era una de las más esperadas, sobre todo para recuperar la movilidad entre los municipios

Habana fase uno
El transporte público comienza a circular después de meses paralizado por las medidas contra la pandemia de covid-19. (14ymedio)
Luz Escobar/Juan Diego Rodríguez

04 de julio 2020 - 15:17

La Habana/"Me parece mentira, no he tardado ni cinco minutos en la parada y llegó la guagua y lo mejor de todo, prácticamente vacía". Frente a la Terminal de Ómnibus, Rocío compartía su alegría al subir a la ruta P12 este viernes, primer día de la entrada en vigor en La Habana de la fase 1 post-covid.

Se sienta junto a una amiga que la acompaña saca su teléfono celular, estira la mano y se toman un selfie: "Para que después no me digan que estoy inventando".

El transporte público comienza a circular después de meses paralizado por las medidas contra la pandemia de covid-19. Antes de que los pasajeros, todos con mascarilla, que esperan en la parada puedan subir, una inspectora del Ministerio de Transporte recorre la guagua hasta final, hace un conteo, apunta en un talonario y determina que solamente 12 personas pueden montarse.

En la puerta, el ayudante del chofer le deja caer en las manos a cada pasajero unas gotas de agua con cloro a la vez que cobra el pasaje.

En algunas de las principales arterias de la capital, como la calle 23, Carlos III o Boyeros lucen este viernes un tráfico más animado, aunque escaso todavía. Según informó la prensa oficial, circulan 109 rutas, además de los servicios de lanchas para el cruce de la bahía, el ciclobus para el túnel y el servicio de taxi rutero que brindan los microbuses, conocidos como gacelas. La medida del reinicio del transporte era una de las más esperadas, sobre todo para recuperar la movilidad entre los municipios.

"Llevo meses teniendo que caminar desde El Vedado hasta Playa para visitar a mi hermana y mírame ahora, voy sola en esta gacela", expresa una señora antes de montarse en un taxi rutero en la esquina de Línea y calle L.

De igual manera, al entrar la ciudad en esta primera fase de reapertura, algunos mercados han abierto sus puertas. En la tienda Agua y Jabón de la calle Obispo en La Habana Vieja, varios clientes hacían fila ansiosos por conocer las ofertas.

"Estoy esperando a ver qué hay, porque en semanas no he conseguido ni detergente, ni jabón, ni champú", dice una señora que acaba de sumarse a la larga fila que aguarda bajo el sol. "Espero que al menos eso saquen". Las colas, precisamente, están más desbordadas que nunca. En toda la calle Obispo el ajetreo matutino de los empleados en muchos mercados está centrado en reordenar la mercancía y en la limpieza de vidrieras y suelos.

Otros puntos de la ciudad también han recuperado su rutina, como la heladería Coppelia. "Mírame, mírame, entré sin hacer ni un minuto de cola", comenta Darío, un adolescente que se acerca casi trotando a una de las canchas de la planta baja. En la tablilla que anuncia las ofertas de Coppelia hay un solo sabor: naranja-piña.

La feria de artesanías en La Rampa también abrió inicialmente este viernes, pero más tarde, la policía obligó a cerrar los puestos bajo el argumento de que la primera fase de reapertura no incluye la venta en espacios de gestión privada ubicados en plazas y parques, para evitar las aglomeraciones.

Antes de que eso sucediera, un artesano empujaba su carretilla junto a un amigo, y tras acomodar la mercancía en su puesto no pudo evitar compartir su alegría. "Estaba loco por retomar mi mesa aquí, desde la casa casi no vendí nada; no es lo mismo: lo que no se exhibe no se vende”, explicaba. “Ahora mismo hay poco turismo, así que he cargado con los productos que más compran los cubanos: vestidos, carteras, joyas y zapatos".

"Búscame ahí unas chancletas como para andar en la casa y unas sandalias", pide la primera cliente de Darío. "Las mías de andar se me rompieron y no había podido comprarme unas nuevas". Pero el entusiasmo duró poco y una hora después el comerciante tuvo que recoger todos los productos y marcharse.

Durante las últimas semanas, debido a las restricciones que se impusieron en el país por la pandemia, en las tiendas no se ofertaron otros productos que no fueran los necesarios para aseo básico del hogar y alimentos. Por eso es mucha la necesidad acumulada de ropa, calzado, útiles del hogar o artículos de ferretería.

La burocracia, mientras tanto, se toma su tiempo. En la oficina de la Dirección de Identificación, Inmigración y Extranjería ubicada en la calle 17 de El Vedado habanero, este viernes solo una recepcionista espantaba las moscas y respondía las preguntas de los que llegaban.

"No hemos comenzado todavía a realizar trámites pero venga el lunes que quizás estemos abiertos ya para la confección de pasaportes", repetía la empleada. Con más de tres meses de cierre de las fronteras y de no expedir estos documentos de viaje, muchos viajeros frecuentes expresan su desesperación.

"Han dado prórrogas para el tiempo de estar fuera de Cuba, moratoria para pagar las licencias por cuenta propia pero no se les ha ocurrido prorrogar la fecha de vencimiento de los pasaportes", cuenta a este diario Rebeca, una tunera residente en la capital cuyo pasaporte expiró en abril pasado.

"He perdido meses sin poder salir y ahora tengo que renovar mi pasaporte como si todo hubiera estado normal en este tiempo", añade Rebeca. "Eso no está bien, porque el mismo Gobierno que revisa el documento en el aeropuerto para poder salir del país sabe que lleva meses sin renovar ni expedir pasaportes" (el cubano es el pasaporte más caro del mundo en relación con el poder adquisitivo: cuesta 100 CUC y las dos prórrogas 20 CUC cada una para una vigencia de seis años).

En la cercana oficina de Cubatur el conteo regresivo para la reapertura eclosionó este viernes con una fila para comprar paquetes turísticos. En los bajos del emblemático hotel Habana Libre una decena de personas aguardaba por las ofertas de hospedajes en las provincias, donde los residentes de la capital no podían ir hasta ahora.

"No aguanto más, tengo que tomarme unos días en algún lugar aunque sea dos estrellas", comentaba una mujer que se identificó como empleada de una firma extranjera que lleva "tres meses sin trabajo y con el horizonte futuro en color gris con pespuntes negros".

"Sé que son tiempos de ahorrar hasta el último centavo pero necesito ahora mismo estar con mi familia en un lugar donde no tenga que hacer cola para la comida, ni inventar en la cocina ni que me toquen todos los días la puerta para un pesquisaje por la pandemia. Me voy al peor hotel, mientras que no sea mi casa".

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