'El Libro Prohibido'
El nuevo libro del autor cubano radiografía los últimos 63 años de la historia cubana
Miami/Tengo el placer de dar la primicia a 14ymedio de mi nuevo libro cuyo título se adelanta a su destino: El Libro Prohibido, publicado en Amazon, inicialmente, en formato digital, con una carátula muy dramática: en medio de la brutal represión de la tiranía contra la gloriosa manifestación del 11 de julio, un joven enarbola una bandera cubana ensangrentada sobre un auto volcado –presumo que una patrulla policial–, algo que me recuerda la sobrecogedora escena del joven chino solitario que en la histórica manifestación de Tiananmen detuvo con su cuerpo a una hilera de tanques.
La intención del libro se expone desde su introducción: "Lo que debe mover tus acciones no debe ser el odio contra los responsables de la mentira y la injusticia, sino el amor a la justicia y la verdad, lo cual no significa que, aún sin rencores, no debamos ser implacables en desnudar todas las mentiras que nos han sembrado en el inconsciente".
El libro hace una radiografía de este trágico proceso cubano de 63 años, precedido de sus antecedentes republicanos y de las raíces de ese modelo que los comunistas han llamado "socialismo"
El libro hace una radiografía de este trágico proceso cubano de 63 años, precedido de sus antecedentes republicanos y de las raíces de ese modelo que los comunistas han llamado "socialismo" y que ha resultado ser el más grande fraude de todos los tiempos, un origen que, irónicamente, fue fraguado por los grandes magnates bancarios de principios del siglo XX, esos que hoy los comunistas llaman "imperialistas", a partir de una sutil modificación de la teoría marxista de la Revolución para dar lugar a lo que luego fue conocido como marxismo-leninismo.
En aquel entonces el financiamiento a los principales líderes de lo que fue llamado Revolución de Octubre, Lenin y Trotsky, trató de mantenerse en las sombras, pero periodistas e historiadores, incluyendo a un valiente congresista estadounidense, lo sacaron a la luz. El intento de ocultar la verdad llevó a usar las vías más intrincadas y hasta surrealistas, como lo revela el título de un artículo: "De cómo los condones alemanes financiaron la Revolución Rusa".
A fin de cuentas lo que se creó no fue una ideología, sino una fachada para encubrir y justificar el atraco de todas las riquezas de un país y el control totalitario sobre todo un pueblo, algo que hasta el propio Marx habría condenado. No importaba a quien se expropiaba, si a un terrateniente o a un simple zapatero, porque para ellos lo realmente importante era controlarlo todo mediante un silogismo muy simple: Todo pertenece al pueblo. Yo soy el representante del pueblo. Ergo, todo me pertenece.
De esa fachada formaba parte el hecho de llamar "revolución" a eso que existe en Cuba, una idea que no se le ocurrió a Batista, quien seguía enarbolando la bandera del 4 de septiembre a pesar de que aquella revolución había sido traicionada por él mismo más de veinte años atrás. Ningún cubano debe aceptar para sí mismo el epíteto de "contrarevolucionario" porque significaría apuntalar la mentira de una revolución que dejó de existir hace más de medio siglo. Lo que existe ahora y desde entonces, es una tiranía totalitaria.
En todo caso, los verdaderos revolucionarios de hoy serían los que se manifestaron el pasado 11 de julio, porque abogaban por una transformación radical de las estructuras del país como justamente se define una revolución. Y por otra parte, los contrarrevolucionarios serían ellos por haber traicionado a una revolución democrática y libertaria por la que murieron tantos cubanos para restaurar la avanzada Constitución del 40, realizar unas elecciones verdaderamente libres y reanudar un proceso de verdadera socialización iniciada por los auténticos que los ortodoxos se proponían profundizar.
En todo caso, los verdaderos revolucionarios de hoy serían los que se manifestaron el pasado 11 de julio, porque abogaban por una transformación radical de las estructuras del país como justamente se define una revolución
En este libro no podía faltar un estudio sobre el legado de José Martí, no por esa costumbre ya enraizada en los cubanos de terminarlo todo hablando de quien siempre se le llama El Apóstol, sino por dos razones ineludibles: la primera porque fue el primer cubano que empezó a criticar ese modelo que se nos impuso a la fuerza, incluso mucho antes de que se instaurara en algún país y uno de los primeros en el mundo en alertar sobre esa "futura esclavitud", y segunda, porque nos dejó un ideario sobre los derechos humanos, principalmente el de la libre expresión, que ha sido tan importante en la formación de una conciencia cívica del pueblo cubano para poder enfrentar esta dictadura.
Se aborda también el tema del sueño de una Cuba mejor que la de todos los tiempos anteriores, tema muy debatido en cuanto a cuál modelo seguir, pero a la vista, en nuestro propio país, podemos vislumbrar nuestro propio camino. Hay dos Cuba, la del Comité Central, el Consejo de Estado con sus consignas vacías, sus dogmas y prohibiciones, estancado en un mundo de falsedades que comenzó a morir en 1989; y la otra, la Cuba real, la de la verdad, la de los cuentapropistas y los trabajadores agrícolas, la de los periodistas independientes y creadores de un arte sin mordazas. Cuando la primera Cuba desaparezca, el verdadero bloqueo, el interno que frena la creatividad y la productividad, se derrumbará, y esa segunda Cuba se levantará y será, ella misma, el modelo a seguir para muchos pueblos del mundo.
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